Juan Antonio González Fuentes
Seguro que no muchos cántabros de nuestros días saben que uno de los más destacados dirigentes del PSOE durante la Segunda República y la guerra civil fue paisano nuestro. Se llamaba Luis Araquistáin Quevedo, y nació en Bárcena de Pie de Concha en junio de 1886 para morir en la ciudad suiza de Ginebra en agosto de 1959. La vida de Araquistáin y sus circunstancias ofrecen material de primer orden destinado a trabajos biográficos de notable interés, esfuerzo al que por ejemplo se han dedicado, entre otros, historiadores como Marta Bizcarrondo (Siglo XXI, 1975) o Juan Francisco Fuentes (Biblioteca Nueva, 2002).
Si la dimensión política de Luis Araquistáin fue desde luego relevante, no lo fue menos su faceta de escritor y periodista. A lo largo de su vida ejerció como corresponsal de prensa en Argentina, Inglaterra y Alemania, país este último en el que al parecer estudió filosofía en Heidelberg y en la capital, Berlín. Dirigió publicaciones periódicas (España, Claridad, Leviatán), y colaboró en otras muchas: La mañana, El Mundo, El Liberal, E Sol, Claridad…
Como escritor Araquistáin frecuentó diversos géneros literarios, desde la novela al teatro, pasando por los libros de viaje, los relatos y la traducción (John Galsworthhy, Ben Jonson). Pero si en alguno destacó Araquistáin en su momento fue en el ensayo, ofreciendo títulos destacados como El peligro yanqui (1921); El arca de Noé (1926); El ocaso de un régimen (1930); La revolución mejicana: sus orígenes, sus hombres, su obra (1930); El comunismo y la guerra de España (1939); La guerra desde Londres (1942); El krausismo en España (editado póstumo en 1960), o El pensamiento español contemporáneo (póstumo también, 1962).
En el terreno de la escritura de ficción lo más reseñable de Luis Araquistáin son sus dos novelas (Las columnas de Hércules –Madrid, 1921– y El archipiélago maravilloso –Madrid, 1923–), los cinco relatos incluidos en el libro La vuelta al muerto (Madrid, 1924), y sus dos dramas en tres actos: Remedios heroicos (Madrid, 1923) y El rodeo (Madrid, 1925). Puede decirse que todas estas páginas de Araquistáin presentan un mismo denominador común: la plasmación de un discurso moral y político queda siempre por encima del intrínseco valor literario de la escritura, lo que no es óbice para que la literatura de nuestro autor se lea sin que en ella anide la más cargante pesadez, aunque la transmisión de “un mensaje” prima en todo momento sobre el mero valor literario. En definitiva, estamos ante trabajos entreverados de ideas y mensajes sociales y políticos, en los que los planteamientos de índole artístico ocupan tan solo planos secundarios.
En los libros de ficción de Luis Araquistáin abunda la sátira, la denuncia de la hipocresía social, el personaje esquemático y sin progresión psicológica, la crítica política…, y la defensa de unas ideas que en la España de los años Veinte del pasado siglo eran calificadas con un adjetivo hoy muy manido y de cuidada indefinición: “progresista”.
Luis Araquistáin Quevedo (1886-1959)
Bien. Todos estos rasgos están presentes en Aventuras póstumas de Bonifacio Sanabria (1925), una novela corta de Luis Araquistáin que puede servirnos de ejemplo perfecto para tomarle la temperatura a lo que, refiriéndose a principios del siglo pasado, la crítica académica de nuestros días llama literatura menor.
En las primeras décadas del siglo XX, la novela en España intentaba superar la dicotomía realismo-naturalismo. Autores como Unamuno, Azorín, Baroja o Valle-Inclán, eran algunos de los principales adalides del empeño. Pero junto a estos escritores de primer nivel, coexistían entonces otros pertenecientes a lo que en algún texto Luis Antonio de Villena ha denominado “banda marginada” de nuestra novelística. Se refiere principalmente Villena a los autores que frecuentaron la literatura decadente y la novela erótica, mencionando nombres como los de Felipe Trigo, Joaquín Belda, Álvaro Retana y Antonio Hoyos y Vinent. Todos ellos publicaron en colecciones semanales de novela corta que gozaban de un enorme éxito popular: La Novela Semanal, La Novela de Noche, La Novela Corta, La Novela de Amor o La Novela de Hoy. En esta última colección apareció el 11 de septiembre de 1925 Aventuras póstumas de Bonifacio Sanabria, novela breve y de “tesis” escrita por un Araquistáin que, entre 1921 y ese mismo año 1925, es decir, entre sus 35 y 40 años de edad, publicó el grueso de su obra de ficción.
La colaboración de Araquistáin en La Novela de Hoy indica que este tipo de colecciones no albergaban solo literatura decadente o erótica, sino también textos cuya pretensión era entretener al lector por medio de una trama sencilla, curiosa y atractiva, que sirviera además para envolver un discurso en el que se filtraban ideas y conceptos de crítica social, religiosa y política. En efecto, Aventuras póstumas de Bonifacio Sanabria ofrece, en principio, un atractivo argumento, no exento, además, de cierto aire decadente y algún leve aroma erótico. Bonifacio Sanabria es un científico y librepensador que tras su muerte regresa en espíritu a lo que fue su entorno familiar, profesional y afectivo. Y lo hace para comprobar, con estupor y luego tristeza, que los cimientos de su anterior existencia estaban construidos sobre la hipocresía, la falsedad, el engaño, las falsas creencias, la corrupción, la burla… Bonifacio Sanabria, gracias a su nueva condición fantasmal, comprueba que toda su existencia había sido una gran mentira, y toma como fantasma una decisión que en beneficio de los nuevos lectores no desvelaré en estas líneas. La moraleja que plantea Araquistain, mediante el ejemplo del fantasma Bonifacio Sanabria, es que la vida es una intolerable suma de hipocresías, y que para vivir con alguna ética, verdad y decencia, solo resta enfrentarse a ellas con valentía y desterrarlas.
Muchas otras cosas podrían decirse sobre esta obrita de Luis Araquistáin, por ejemplo, acerca de las evidentes influencias de la picaresca española que en ella se atisban aquí y allá. Pero ya nos hemos alargado en exceso. Aquí les dejo con una peculiar historia de fantasmas en la que el fantasma no infunde ningún terror; aquí el único miedo corre a cargo de la vida y sus muchas mentiras.
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Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes (
Julio-Agosto 2011) en la revista electrónica Ojos de Papel:
LIBRO: John Williams: Stoner (Baile del Sol, 2011)
LIBRO (junio 2011): Sinclair Lewis: Doctor Arrowsmith (Nórdica, 2011)
LIBRO (mayo 2011): Sándor Márai: La gaviota (Salamandra, 2011)
LIBRO (abril 2011: James Ellroy: A la caza de la mujer (Mondadori, 2011)
LIBRO (marzo 2011): Charles Portis: Valor de ley (DeBolsillo, 2011)
LIBRO (febrero 2011): Luis García Jambrina
: El manuscrito de nieve (Alfagurara, 2010)
LIBRO (enero 2011): Nicholson Baker:
El antólogo (Duomo Ediciones, 2010)
LIBRO (diciembre 2010): William Kennedy:
Roscoe, negocios de amor y guerra (Libros del Asteroide, 2010)
LIBRO (noviembre 2010): Joyce Carol Oates:
Bestias (Papel de Liar, 2010)
LIBRO (octubre 2010): Kazuo Ishiguro:
Nocturnos (Anagrama, 2010)
LIBRO (septiembre 2010): Andrés Trapiello:
Las armas y la letras. Literatura y guerra civil (1936-1939) (Destino, 2010)
LIBRO (julio 2010): Oriol Regàs:
Los años divinos (Destino, 2010)
LIBRO (junio 2010): Peter Sloterdijk: Ira y tiempo. Ensayo psicopolítico (Siruela, 2010)
LIBRO (mayo 2010): Irène Némirovsky:
El caso Kurílov (Salamandra, 2010)
LIBRO (abril 2010): Elizabeth Smart:
En Grand Central Station me senté y lloré (Periférica, 2009)
CINE (abril 2010): Kathryn Bigelow:
En tierra hostil (2008)
LIBRO (marzo 2010): Patrick McGilligan:
Biografía de Clint Easwood (Lumen, 2010)
CINE (marzo 2010): Martin Scorsese:
Shutter Island (2009)
LIBRO (febrero 2010): Oliver Matuschek:
Las tres vidas de Stefan Zweig (Papel de Liar, 2009)
LIBRO (enero 2010): Alex Ross:
El ruido eterno. Escuchar al siglo XX a través de su música (Seix Barral, 2009)
CINE (enero 2010): James Cameron:
Avatar (2009)
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, creación, historia, artes, música y libros) como cronológicamente.