Juan Antonio González Fuentes
Recientemente hablada en estas mismas páginas de una nueva (viejísima) polémica en la poesía española, despierta esta vez por la publicación en el sello Visor de una antología de jóvenes poetas en español situados en la incertidumbre (Poesía ante la incertidumbre). Estos poetas declaran en una especie de manifiesto que como estamos en tiempos de incertidumbre, lo mejor para la poesía y para los lectores de poesía es darle certidumbre al asunto, es decir, poco más o menos que escribir y leer “poesía normalizada”, “poesía entendible”, poesía de “uso común”. A mí me parece muy bien, pues creo que cada lector y cada poeta debe optar por la poesía que más se acerque a sus intereses, obsesiones, gustos, ética, etc…
Pero en este asunto siempre he estado bastante cerca del modo de pensar de María Zambrano, sin duda la pensadora española más importante del siglo XX, y a mi juicio una de las cabezas que más y mejor ha pensado en español sobre qué es la poesía y su relación con el pensamiento. Escribe María Zambrano en su libro Filosofía y Poesía de 1939:
“La palabra ha venido a dar forma, a ser la luz de estas dos infinitudes que rodean y cercan la vida humana. La palabra de la filosofía por afán de precisión, persiguiendo la seguridad, ha trazado un camino que no puede atravesar la inagotable riqueza. La palabra irracional de la poesía, por fidelidad a lo hallado, no traza camino. Va, al parecer, perdida (de ahí que yo titulara mi último libro en la editorial DVD La lengua ciega, añado). Las dos palabras tienen su raíz y su razón. La verdad que camina esforzadamente y paso a paso, y avanzando por sí misma, y la otra que no pretende ni siquiera ser verdad, sino solamente fijar lo recibido, dibujar el sueño, regresar por la palabra, al paraíso primero y compartirlo… El filósofo quiere lo uno, porque lo quiere todo, hemos dicho. Y el poeta no quiere propiamente todo, porque teme que en este todo no esté en efecto cada una de las cosas sin restricción, sin abstracción ni renuncia alguna. Quiere un todo desde el cual se posea cada cosa, mas no entendiendo por cosa esa unidad hecha de sustracciones. La cosa del poeta no es jamás la cosa conceptual del pensamiento, sino la cosa complejísima y real, la cosa fantasmagórica y soñada, la inventada, la que hubo y la que no habrá jamás. Quiere la realidad, pero la realidad poética no es sólo la que hay, la que es; sino la que no es; abarca el ser y el no ser en admirable justicia caritativa, pues todo, todo tiene derecho a ser hasta lo que no ha podido ser jamás. El poeta saca de la humillación del no ser a lo que en él gime, saca de la nada a la nada misma y le da nombre y rostro. El poeta no se afana para que las cosas que hay, unas sean, y otras no lleguen a este privilegio, sino que trabaja para que todo lo que hay y lo que no hay, llegue a ser. El poeta no teme a la nada. La poesía humildemente no se planteó a sí misma, no se estableció a sí misma, no comenzó diciendo que todos los hombres naturalmente necesitan de ella. Y es una y es distinta para cada uno. Su unidad es tan elástica, tan coherente que puede plegarse, ensancharse y casi desaparecer; desciende hasta su carne y su sangre, hasta su sueño… El poeta no cree en la verdad (¿certidumbre?, añado yo), en esa verdad que presupone que hay cosas que son y cosas que no son y en la correspondencia verdad y engaño. Para el poeta no hay engaño, sino es el único de excluir por mentirosas ciertas palabras. De ahí que frente a un hombre de pensamiento el poeta produzca la sensación primera de ser un escéptico. Mas, no es así: ningún poeta puede ser escéptico, ama la verdad, mas no la verdad excluyente, no la verdad imperativa, electora, seleccionadora de aquello que va a erigirse en dueño de todo lo demás, de todo”. Fin de la cita.
María Zambrano
Y también es la propia Zambrano quien prosigue marcando el sendero en algunos párrafos de sus Apuntes sobre el lenguaje sagrado y las artes. Cito: “En el modo de vivir humano es decisivo el tiempo. Y el tiempo en que vivimos parece ser el resultado de una escisión de un tiempo unitario en que el transcurrir no produjera la caída constante del presente en un fondo oculto, un tiempo unitario y múltiple albergue de lo real y de su germinación inacabable; un transcurrir mediador, manifestante, del que ha quedado una inevitable trascendencia que recoge la memoria en estado de esperanza... Con esta tensión de la poesía por rescatar el tiempo perdido, su vocación quizá, se enlaza el que la poesía primera que nos es dado conocer sea lenguaje sagrado... Lenguaje sagrado que se escucha en las formas y en las fórmulas de la liturgia –la liturgia, sustancia de la religión–... La palabra sagrada es activa... Verifica una acción verificándose que no siempre es definible, o que trasciende toda definición meramente lógica..., la acción del lenguaje sagrado se ejerce ante todo en abrir un espacio, un verdadero espacio vital antes cerrado. Y de ahí la inveterada imagen simbólica de unas puertas que se abren, de unas llaves, de un lugar sacro donde en virtud de ciertas fórmulas y de ciertos ritos es posible penetrar..., con el lenguaje sagrado..., tiene acceso a espacios y a dimensiones del tiempo, a un espacio-tiempo, menos divergentes de como en el vivir cotidiano se encuentran. Lo que significa una fragmentación de la realidad que ante el hombre aparece, y la condenación a no aparecer sino muy de pasada a otras realidades que quedan revoloteando, o, en errabundo ir y venir, o, por el contrario, fijas, cortando el paso al tiempo y obnubilando el espacio vital”. Fin de la cita.
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Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes (
Junio 2011) en la revista electrónica Ojos de Papel:
LIBRO: Sinclair Lewis: Doctor Arrowsmith (Nórdica, 2011)
LIBRO (mayo 2011): Sándor Márai: La gaviota (Salamandra, 2011)
LIBRO (abril 2011: James Ellroy: A la caza de la mujer (Mondadori, 2011)
LIBRO (marzo 2011): Charles Portis: Valor de ley (DeBolsillo, 2011)
LIBRO (febrero 2011): Luis García Jambrina
: El manuscrito de nieve (Alfagurara, 2010)
LIBRO (enero 2011): Nicholson Baker:
El antólogo (Duomo Ediciones, 2010)
LIBRO (diciembre 2010): William Kennedy:
Roscoe, negocios de amor y guerra (Libros del Asteroide, 2010)
LIBRO (noviembre 2010): Joyce Carol Oates:
Bestias (Papel de Liar, 2010)
LIBRO (octubre 2010): Kazuo Ishiguro:
Nocturnos (Anagrama, 2010)
LIBRO (septiembre 2010): Andrés Trapiello:
Las armas y la letras. Literatura y guerra civil (1936-1939) (Destino, 2010)
LIBRO (julio 2010): Oriol Regàs:
Los años divinos (Destino, 2010)
LIBRO (junio 2010): Peter Sloterdijk: Ira y tiempo. Ensayo psicopolítico (Siruela, 2010)
LIBRO (mayo 2010): Irène Némirovsky:
El caso Kurílov (Salamandra, 2010)
LIBRO (abril 2010): Elizabeth Smart:
En Grand Central Station me senté y lloré (Periférica, 2009)
CINE (abril 2010): Kathryn Bigelow:
En tierra hostil (2008)
LIBRO (marzo 2010): Patrick McGilligan:
Biografía de Clint Easwood (Lumen, 2010)
CINE (marzo 2010): Martin Scorsese:
Shutter Island (2009)
LIBRO (febrero 2010): Oliver Matuschek:
Las tres vidas de Stefan Zweig (Papel de Liar, 2009)
LIBRO (enero 2010): Alex Ross:
El ruido eterno. Escuchar al siglo XX a través de su música (Seix Barral, 2009)
CINE (enero 2010): James Cameron:
Avatar (2009)
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, creación, historia, artes, música y libros) como cronológicamente.