Mary Jo Bang (Waynesville, Missouri, 1946), es una de las poetas norteamericanas más interesantes de este comienzo de siglo. Hasta la fecha ha publicado seis libros de poesía:
Apology for Want (1997), obra con la que obtuvo el Katherine Bakeless Nason Prize (1996),
The Downstream Extremity of the Isle of the Swans (2001),
Louise In Love (2001),
The Eye Like a Strange Balloon (2004),
Elegy (2007) y
The Bride of E (2009). Jo Bang vive en la actualidad en la ciudad de St. Louis (la misma a la que el director
Minnelli le dedicó un maravilloso musical protagonizado por
Judy Garland), donde es profesora de inglés y dirige el programa de Escritura Creativa de Washington University.
Pues bien, ahora la colección Bartleby poesía publica en español, en edición bilingüe, el libro
Elegía, que Mary Jo Bang escribió entre junio de 2004 y junio de 2005, tras la muerte por sobredosis de su hijo, y con el que logró unos de los más prestigiosos premios de poesía de los EEUU, el National Book Critics Circle Award, una especie de equivalente al Premio Nacional de Poesía en España. El prólogo de esta edición, al igual que la traducción, corren a cargo del poeta asturiano
Jaime Priede, quien ya ha traducido para Bartleby a poetas como
Robert Hass -Premio Pulitzer 2008
-, C. K. Williams -Pulitzer 2002
-, Anne Michaels,
John Berger y Raymond Carver.
Mary Jo Bang: Elegía (Bartleby poesía)Luis Muñiz ha escrito en el periódico asturiano
La Nueva España el siguiente comentario:
“Priede, que firma una traducción muy ajustada al original, pues preserva toda su extrañeza (para el oído español) y su aspereza sintáctica, afirma que «Elegía» es «una pequeña obra de arte». No se puede decir lo mismo de muchos libros, pero sí de este, porque Bang se ha capacitado a sí misma para hacer brotar de su sufrimiento un caudal de emociones del que no obtenemos consuelo o enseñanza afectiva (salvo la de amar a nuestros hijos), sino placer estético (deleite rítmico, proyecciones imaginativas) y empuje para vivir, lo que indica hasta qué punto logró ella distanciarse de su dolor (sin olvidarlo, paradoja) para poder describírnoslo”.