Iván Alonso es historiador y periodista
Una de las mejores cosas de comprar libros de segunda mano son las historias que te puedes encontrar dentro, las pistas de los dueños que tuvieron antes, de la vida que llevaron en otras manos que no fueron las tuyas. Mantengo una relación con los libros parecida a la que tengo con las mujeres: me fascina y aterra su pasado, me gusta asomarme a él aun a riesgo de caerme por el borde de su precipicio y sufrir por hechos y vivencias donde yo no estaba presente y era además imposible que estuviera. Clínicamente se le llama a eso celos retroactivos, y estoy seguro de que si los confesara en mi vertiente bibliófila cualquier psiquiatra convendría en que estoy de sanatorio.
Hace años compré durante la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Bilbao La guerra civil española de Hugh Thomas editado por Grijalbo en 1976. La vieja editorial recordaba mucho en el diseño de sus libros de bolsillo a la mítica colección de Alianza y, en este caso, el esfuerzo era encomiable: una traslación directa de la edición de Ruedo Ibérico publicada en París, lejos de las garras de la censura. De más está decir que por su antigüedad, diseño y contenido les tengo un cariño especial a estos dos volúmenes, que suelo revisar con frecuencia para asegurarme que los documentales de Canal de Historia se ajustan a los planos y descripciones de batalla del profesor Thomas.
Hugh Thomas: La Guerra Civil española (Grijalbo)
Dentro de ellos me encontré una sorpresa, un regalo. Su anterior propietario, que los había tratado con respeto y no había subrayados en ellos con bolígrafo ni ninguna otra aberración, había incluido dos recortes de cuaderno a modo de separatas en cada uno de sus índices. Son parecidos: “Anota en la p. 26 la página donde aparece el porqué del apelativo rojos”. Alguien, ¿el propietario?, ¿un usufructuario?, se dirigía a otra persona para que le apuntara en un número de página concreto una explicación que no había encontrado, supongo, leyendo la obra.
Sin lugar a dudas Hugh Thomas se quedaría perplejo si alguien le hiciera notar que su magna obra no explica, a pesar de que el término se usa con profusión, el origen etimológico de la expresión “rojos”, “bando rojo”, etcétera. Supongo que alegaría que es como explicar “tanque” o “fusil”, y no le faltaría razón. El color de la bandera socialista, el rojo que ya fue adoptado como representación del pueblo obrero por lo menos desde la Comuna de París, debería ser más que suficiente para explicar el epónimo. Sin embargo, aquel lector, que escribe con la letra menuda y cursimente elegante que les enseñaban a nuestros padres en las escuelas franquistas, lo desconocía y por eso apelaba a otro lector del mismo libro para que se la resolviera. A pesar de que uno corre ávido a la página indicada para ver si hubo respuesta, esta permanece blanca, en silencio. ¿Qué pasaría? ¿Se lo diría de viva voz? ¿Lo desconocería a su vez? ¿No le dio tiempo a contestarla, ¿nunca le devolvió el libro? Y, finalmente, ¿por qué se vendió con las preguntas dentro?
Interrogantes que dan pie a escribir un relato cuanto menos sino una novela. Como soy un romántico me gustaría creer que ese lector se encuentra con este blog y ve por fin su pregunta satisfecha o que, si yo la escribo en la página solicitada y vuelvo a poner el libro en el mercado, de un modo misterioso y aventurero volverá a sus manos para que lea la respuesta. Tengo cerca los lápices y, si no fuera por la tristeza que me produce desprenderme de tan bellos ejemplares, ahora mismo lo haría como un náufrago para volver a lanzar la botella al agua.
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Últimas colaboraciones (FEBRERO 2010) de Iván Alonso en la revista electrónica Ojos de Papel:
LIBRO: José María Mijangos: Soul Man (Lengua de Trapo, 2009)
NOTA: En el
Blog de Iván Alonso se podrán leer los textos clasificados tanto por temas (artes, autores, cine, música, sociedad y periodismo) como cronológicamente.