Juan Antonio González Fuentes
Estoy casi recién llegado de unos días de vacaciones en Nueva York. Los amigos me preguntan por las impresiones de este primer viaje a la rotunda ciudad de los rascacielos, y yo apenas puedo balbucear unos cuantos tópicos. Lo cierto es que aún estoy impresionado, sobrecogido por la ciudad. Y no lo estoy ni por sus dimensiones, ni por la altura de sus edificaciones, ni por la supuesta agresividad incluso física que su frenética actividad puede ejercer sobre el visitante. No, estoy impresionado justo por todo lo contrario. Lo estoy por la cordialidad ambiental que supuran las calles de la ciudad. Por la dimensión humana y acogedora con la que la ciudad te abraza, te atrapa para hacerte definitivamente suyo. Lo estoy porque he caído en la cuenta de que Nueva York siempre ha sido de alguna manera mi ciudad, es decir, me he reconocido como neoyorquino en cualquier esquina del Soho o de la Quinta Avenida. Una parte de mi espíritu ya había estado allí antes y fue acogida por la urbe como si de un hijo pródigo se tratara: con un guiño y la palma de la mano extendida. Nueva York es una ciudad habitable, o mejor dicho, es un inmenso escenario en el que cada cual puede desempeñar el papel que desee en esta obra tan extensa como breve que es la vida. Nueva York es el gran teatro del mundo, y tiene la ventaja de que en principio no te impone el papel a desarrollar; lo puedes escoger, e incluso puedes cambiar unas cuantas veces. Nueva York permite que el visitante se sitúe muy cerca del cielo y que visite de verdad el infierno, pudiendo hacer parada en una especie de cómodo purgatorio en el que uno tiene la opción de deambular de barrio en barrio con la sensación de ir trasladándose de planeta. Nueva York es una selva, es un jardín, es un río, es un océano, es África, es Europa, es Asia, es México, Perú o Cuba, es el siglo XVIII, el XIX, el XX y el XXI aún a prueba. En Nueva York todo es gigante, desde los vasos para beber café hasta los descuentos a la hora de hacerte con unos Manolo Blahnik. El corazón de Nueva York lleva por nombre Manhattan. A este corazón le nacen puentes que le unen con el resto de elementos que configuran el cuerpo urbano de la mole: Brooklyn, Queens, Bronx y una isla casi pirata de nombre inexorablemente literario, Staten Island. En Nueva York la libertad tiene estatua, pero eso es lo de menos, porque en Nueva York la libertad tiene estatura perfectamente medible y se respira como un aroma incandescente. En Nueva York las dimensiones son colosales y facilitan que uno tenga la oportunidad de ser también un coloso, un colosal coloso de sí mismo. En el parque más emblemático de Manhattan, corazón de Nueva York, Central Park, caben indios y piratas, el séptimo de caballería, la Filarmónica de la ciudad y los tres tenores, ballenas y tiburones, dragones y mazmorras, los Templarios, momias y monstruos, gimnastas de salón, esgrimistas, bandoleros, la infantería de marina, una maratón, toda una legión romana, una estampida de elefantes, una colmena con su dulce miel, el Tour de Francia y la Vuelta a España con el coche escoba..., y cabe dos veces un estado principesco como Mónaco. Nueva York es un parque temático habitable, es una inmensa avenida llega de gente guapa y sana; es una pequeña calle cubierta de banderas donde se decide a dónde va ir tu dinero; es un rincón de Dublín o del Londres victoriano; es una calle de Nápoles cantada por Caruso; es el lugar en el que aprendió sus tristezas Billy Holliday; es la grandeza milenaria de China reducida a un barrio que pide a gritos que pase un camión cisterna; es un mirador para contemplar una bahía en la que habitan la libertad y la casa triste y gigante de los emigrantes. Nueva York es una gota de perfume universal encerrada entre ríos, puentes, calles, edificios con vocación de cohetes, egos y negocios... Y además es barato.
Últimas colaboraciones (OCTUBRE) de Juan Antonio González Fuentes en la revista electrónica Ojos de Papel:
LIBRO: Luis García Jambrina: El manuscrito de piedra (Alfagaura, 2008)
CREACIÓN: La lengua ciega (DVD, 2009)
CINE: Isabel Coixet: Mapa de los sonidos de Tokio (2009)
-LIBRO (septiembre): P.D. James: Muerte en la clínica privada (Ediciones B, 2009)
-LIBRO (julio): Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009).
-PELÍCULA: Niels Arden Oplev: Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (2009).
Más de Stieg Larsson:
-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)
-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.