Director: Rogelio López Blanco      Editora: Dolores Sanahuja      Responsable TI: Vidal Vidal Garcia     
  • Novedades

    Wise Up Ghost, CD de Elvis Costello and The Roots (por Marion Cassabalian)
  • Cine

    La apología de la desesperación: notas sobre Anticristo de Lars Von Trier (por Pavel Lukianov)
  • Sugerencias

  • Música

    Clapton, CD de Eric Clapton (por Marion Cassabalian)
  • Viajes

  • MundoDigital

    La creación de contenidos web en la era de la economía de la atención
  • Temas

    Los ciberderechos en la empresa
  • Blog

  • Creación

    Poemas de Manuel Crespo
  • Recomendar

    Su nombre Completo
    Direccción de correo del destinatario
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Adiós a Pablo Beltrán de Heredia (y II)
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[11312] Comentarios[0]
En la madrugada del pasado 21 de agosto moría a los 92 años, en su piso de Santander, Pablo Beltrán de Heredia, uno de los personajes clave de la vida cultural y política de Santander del último medio siglo. Esta es la presentación que he escrito para la biografía de tan interesante personaje que en breve publicará José María Lafuente
Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Ver primera parte: Adiós a Pablo Beltrán de Heredia (y II)

No es nada fácil escribir la presentación de un libro. Y no lo es porque, entre otras razones, uno debe (o debería) estudiar, analizar, comentar sus contenidos pero sin llegar a desvelarlos, para así no aguarle la fiesta al posible lector, a la vez que se le pronostica atractiva la lectura. Empezaré señalando una obviedad de perogrullo: los protagonistas en primer plano de estas páginas son Pablo Beltrán de Heredia y Castaño y, como diría el filósofo, sus circunstancias personales e históricas, es decir, principalmente el Santander de 1947 hasta el de comienzos del siglo XXI, y la España de idéntico periodo.

Pero ¿quién es Pablo Beltrán de Heredia? Es esta incógnita la que se ha propuesto por fin despejar con su trabajo José María Lafuente. Para lograrlo ha creado un ambicioso artefacto textual e iconográfico cuyo primer acierto, en busca de claridad y eficacia, es su estructura interna dividida en áreas cronológicas o temáticas que por sí solas, y tras un simple vistazo al índice de la publicación, ya aportan al lector una cierta idea de los intereses, vicisitudes, impulsos, actividades, esfuerzos..., que han conformado hasta la fecha la biografía de Pablo Beltrán de Heredia, el hombre y también el personaje, figura clave de la vida cultural y política santanderina de la segunda mitad del siglo XX. La estructura mencionada, dividida en una decena de apartados, es la que sigue: 1) Infancia, juventud y Guerra Civil (1917 a 1939); 2) Posguerra y traslado a Santander (1940 a 1947); 3) La Escuela de Altamira y “El Avance Montañés”; 4) La imprenta Bedia; 5) Beltrán de Heredia y la política; 6) Gil Robles y Beltrán de Heredia; 7) Fundación Santillana; 8) Otras exposiciones; 9) Beltrán de Heredia y la UIMP; y, por último, 10) Pablo Beltrán de Heredia autor.

En efecto, gracias a parcelar con lógica los campos primordiales de actividad en los que Beltrán de Heredia se desenvolvió a lo largo de décadas, José María Lafuente ha logrado concretar un complejo y completo mapa topográfico cuya lectura permite, con facilidad y coherencia, seguir los principales avatares y las empresas cuya adición desvela el más perfecto retrato que hasta la fecha jamás nadie haya realizado de nuestro personaje. Un retrato lleno de colores, matices, detalles, luces y sombras bien subrayadas y perfiladas..., que estando perfectamente “cerrado” en sus resultados biográficos, desbroza y señala sin embargo algunos interesantes senderos por los que los investigadores pueden encaminarse con eficaz guía en un futuro inmediato. Con otras palabras, en sus rasgos más definitorios, Lafuente consigue enfocar y fijar quizá para siempre la figura y la obra poliédrica de Beltrán de Heredia, y a la vez sugerir, alentar e interesar a otros para que profundicen en aspectos concretos que, por sí solos, probablemente merecen estudios monográficos. Estamos pues, hay que confirmarlo ya sin ambages, ante una referencia bibliográfica indiscutible dentro del repertorio historiográfico referido a la vida cultural y política de Santander del periodo 1945-2000.

El material con el que Lafuente ha construido a golpe de sólida erudición su discurso biográfico tiene tres procedencias esenciales. Una al alcance de cualquier historiador o aficionado interesado en la materia, es decir, la variopinta bibliografía existente relacionada directamente con los temas abordados en este libro. Las otras dos, por circunstancias muy diversas y que no vienen al caso, sólo accesibles hasta la fecha para el propio Lafuente. Me refiero en primer lugar a la muy abundante documentación inédita, proveniente del archivo personal de Beltrán de Heredia que, desde hace algún tiempo, forma parte de la cada vez más copiosa e interesante colección documental de José María Lafuente. Y en segundo lugar a las horas y horas y horas de conversaciones mantenidas entre biógrafo y biografiado, algunas ya preservadas en forma de valioso documento audiovisual.

Deseo insistir en ello, no tiene sentido que desmenuce los pormenores del conjunto de páginas que el lector tiene ahora en sus manos. Mi papel aquí debe limitarse a alentar su lectura y a certificar su necesidad e importancia, otorgándome el lector, en este último sentido, el crédito que juzgue necesario. Acabo de utilizar poco más arriba las palabras “necesidad” e “importancia”, dos términos que aplicados al caso que nos ocupa son complementarios el uno del otro, pues los dos se alimentan mutuamente, los dos presentan el mismo origen, la misma dirección. Esta biografía/catálogo de Beltrán de Heredia es importante porque era necesaria, y era necesaria porque Pablo Beltrán de Heredia es importante. Así de sencillo.

Uno de los méritos más evidentes del esfuerzo llevado a cabo por José María Lafuente ha sido el de revelar, hilvanar y sistematizar cronológicamente, y en consecuencia poner de una vez por todas en auténtico valor, los hitos más señeros de la ingente trayectoria personal y profesional de Pablo Beltrán de Heredia. El resultado es, ya se ha mencionado, un concienzudo y certero retrato del hombre público, pero quizá por encima de ese retrato, deba situarse como aportación el descubrimiento (para algunos redescubrimiento) de la figura de un “activista” cultural y político de vital importancia en nuestra cercana historia regional, alguien sin el cual nuestra historia no sería desde luego la misma. Creo que nada más importante puede decirse de un hombre.

En efecto, la labor investigadora de José María Lafuente sirve hoy para arrojar la potente luz de un foco muy atento y curioso sobre la sombra recobrada de Beltrán de Heredia. ¿Sombra recobrada? ¿personaje esencial de nuestra reciente historia? Sí, estamos ante una constatada paradoja que de alguna forma deja indirectamente explicada Lafuente en estas páginas. Pablo Beltrán de Heredia es una moneda con cara y cruz, y cuando la lanzamos al aire y la recogemos en la palma de nuestra curiosidad intelectual, podemos encontrarnos con una o con otra. Esto también lo explicita con inteligencia y hondo respeto Lafuente en su escritura.

Por un lado nos encontramos ante un hombre de energía inagotable y multifacética, embarcado a lo largo de su dilatada existencia en impulsar con denuedo, y a veces casi alocado empeño, aventuras políticas y culturales de indudable importancia y proyección regional y nacional. Un hombre que ha sido, de una manera u otra, profesor, periodista, escritor, editor, coleccionista de arte, político, biógrafo, director de residencia universitaria, conferenciante, historiador, empresario, viajero, tipógrafo, comisario de exposiciones, antólogo, mecenas… Un hombre vinculado a instituciones y empresas tan significativas en la pequeña y gran historia cultural santanderina y española del último medio siglo como el Grupo Proel, la imprenta Bedia, la UIMP, colecciones de libros (El viento Sur, Clásicos de todos los años, o Ediciones Cantalapiedra), la Fundación Santillana, la editorial Taurus, la Biblioteca y la Sociedad Menéndez Pelayo, el periódico El País, la revista Peña Labra, la Escuela de Altamira… Un hombre cuya biografía intima y profesional está ligada a nombres como los de José Hierro, Julio Maruri, Carlos Salomón, José Luis Hidalgo, Pancho Cossío, Ricardo Gullón, Jesús Aguirre, Aurelio García Cantalapiedra, José María Gil Robles, Jesús Polanco, Eugenio Vegas Latapie, Don Juan, Joan Miro, los hermanos Bedia, Dionisio Ridruejo, Gerardo Diego, Enrique Sánchez Reyes, Ángel Ferrant, Lafuente Ferrari, Enrique Tierno Galván, Francisco Pérez, Eduardo Westerdhal, Pedro Sainz Rodríguez, Vicente Aleixandre, Willi Baumeister, Manuel Arce, Ciriaco Pérez Bustamante, Alberto Sartoris, María Corral, Llorens Artigas, Jiménez-Landi, Vázquez Díaz, Jorge Guillén, Mathias Goeritz, Ricardo Zamorano, Reguera Sevilla, Jesús Otero, Ignacio Fernández de Castro, Eduardo Rincón…, es decir, poetas, artistas, profesores, eruditos, críticos, políticos, escritores de raíz heterogénea y variada dimensión e ideología. Un hombre impulsor y sostenedor de pintores y artistas, de intelectuales y eruditos; organizador de exposiciones, muestras, charlas, conferencias, encuentros, coloquios, ciclos, cursos... Un hombre que dio a la imprenta un considerable número de páginas fundamentalmente de tipo memorialístico, y que posibilitó la publicación de decenas de libros de decenas de autores, entre ellos no pocos hoy de indiscutible relevancia en la literatura española contemporánea. Un hombre que en plena dictadura franquista no ocultó sus inclinaciones monárquicas, ayudó a trabajadores en apuros, no fue ni mucho menos santo de devoción de la policía, y tuvo el coraje de reivindicar públicamente libertad para editar libros sin censura previa. Un hombre de carácter muy difícil y controvertido, eficaz, frío, enérgico, malhumorado, casi inasequible al desaliento y a las dificultades; alguien incapaz de no tener algo permanentemente entre manos, y que en el Santander de su tiempo (el Santander de hasta ayer mismo, bien puede decirse) estuvo de algún modo involucrado en casi todo y con casi todos.

La descrita hasta aquí con tres brochazos es la “vida oficial” de Pablo Beltrán de Heredia, una vida llena de numerosas piezas sueltas, y a veces en apariencia inconexas, que en estas páginas Lafuente ha tenido la paciencia de ir juntando hasta crear un elocuente e imprescindible mosaico biográfico. Pero luego está también el otro lado de Pablo Beltrán de Heredia, ése que sólo va y ve por dentro y del que muy probablemente nunca se llegue a saber gran cosa. Pablo Beltrán de Heredia: un ser sumamente enigmático. Sí, todo un enigma compuesto por sombras, desajustes, una ausencia clara de sólidas raíces que lo apegasen a una geografía estática y reconocible (Salamanca, Madrid, Austin, Santander), una suma de desubicaciones físicas y espirituales, quizá un pálpito medular de desamor, una máscara de proverbial actividad que apenas dejó nunca que se atisbase al otro Pablo. ¿A qué Pablo? Al Pablo que necesariamente tuvo que experimentar silencios, soledad, placer, ausencias, penas, alegrías, tristezas, anhelos, miedos, satisfacciones, decepciones… Un Pablo que tuvo, claro, que vivir una vida al margen de libros y exposiciones, de tinta y papel de imprenta, de tertulias y conferencias, de apoyos y trabajos en beneficio de artistas y poetas, de refriegas políticas y pequeñas conspiraciones… La vida y la obra de Pablo Beltrán de Heredia es una compleja ecuación plagada de incógnitas y operaciones. Con su paciente esfuerzo José María Lafuente ha logrado organizar una fórmula biográfica sumamente precisa, muy útil para la investigación y también para la lectura del curioso. José María Lafuente, en mi opinión, ha despejado casi todas las incógnitas posibles en torno a Pablo Beltrán de Heredia (Guía de Gran Canaria, 1917-Santander, 2009). Ha recobrado con erudición y afecto la(s) sombra(s) que el propio Pablo fue y construyó a golpe de puestas en escena, silencios, despistes, equívocos, discursos y confesiones, cartas y documentos, actividades y proyectos…

Aún quedan incógnitas por despejar. Siempre existen en toda biografía, en toda vida, más si esta ha sido larga y rica en trabajos y acontecimientos. Pero la sombra ha sido recobrada, está entre nosotros como testigo curioso, vivo y principal de un tiempo, de una época, de una(s) historia(s). La sombra late. Misión cumplida. 

***

Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:

-LIBRO (novedad septiembre): P. D. James: Muerte en la clínica privada (Ediciones B, 2009)

-LIBRO: Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009).

-PELÍCULA: Niels Arden Oplev: Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (2009).

Más de Stieg Larsson:

-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)

-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


Comentarios









  • Suscribirse





    He leido el texto legal


  • Reseñas

    Shibumi, de Trevanian (reseña de Bernabé Sarabia)
  • Publicidad

  • Autores