Les tengo una noticia:
no los hubo. Obama cumplió un ritual y punto. Como aquel embajador de Fundación e Imperio de Isaac Asimov que
visitaba las Regiones Nebulares para que los nativos sintieran que Trantor los
tenía en mente y en la Satrapía de Widemos analizaron sus discursos con un
algoritmo psico-lingüístico para encontrarlos ayunos de compromisos,
significados o mensajes, así el inquilino de la Casa Blanca nomás vino a darnos,
como diría Paco Calderón en Reforma,
una tacita de atole.
Veamos. La primer señal
es la comitiva: la Subsecretaria de Estado para América Latina; el asesor de
Seguridad Nacional; la encargada de los temas de Seguridad Interna, la
responsable de los Asuntos para América Latina, un montón de guaruras, otro de
periodistas y dos bestias. ¡Guau!
Obama ha tenido séquitos de mayor relevancia política en Little Rock, Arkansas.
Pero la verdadera medida de la importancia que tuvo el periplo fue que Michelle
se quedó en Washington, y todos sabemos que en esa pareja la de verdadero peso
es la señora. “Vieja, ahora vuelvo. Voy al patio a ver a unos cuates. Espérame a
cenar”.
¿Algo más? Mientras la
televisión noticiosa mexicana pasaba en vivo la llegada de Obama a México y
después su conferencia en el Museo de Antropología, en Fox News y en CNN se
hablaba de los hermanos Tsarnaev, se dieron
noticias de Kentucky y de Alabama, se dedicaron unos minutos al asunto de alguna
especie en peligro de extinción y quizá se habló del indignante maltrato a los
animales domésticos. Ahora bien, en justicia hay que decir que sí hubo
una mención a nuestro país y esto fue aproximadamente a 12:13 en International Desk cuando una reportera
desde Times Square probó los lentes
Google que pronto todos vamos a usar y exclamó: “Puedo pedir al sistema que
me diga en donde está el restaurante
mexicano más próximo… ¡y bingo, ya está!”
En cuanto a la prensa
escrita, de doce diarios defeños revisados, todos menos Milenio llevaron foto del encuentro
Obama – Peña Nieto y en nueve fue la nota principal, lo mismo que en cuatro
grandes rotativos estatales. Pero de 16 periódicos de otras tantas metrópolis
estadounidenses, sólo La Opinión de
Los Ángeles dio despliegue a la visita. En todos los demás fue una breve
mención. Pero eso sí, sin excepción todos publicaron notas de color sobre la
celebración del próximo “Cinco de Mayo” y algunos incluso proporcionaron la
receta del “margarita perfecto” para la ocasión.
¿Así o más
claro?
La mejor manera de ser eterno
Con tal título, Rosa
Montero publicó (El País, 12 de
abril) un artículo que me encantó (quizá porque me sentí aludido) y que comparto
en sus partes centrales:
“Acaba de llegarme el
e-mail de un lector al que con anterioridad no conocía. Es una carta formidable,
escrita con humor y brevedad, muy ágil y elegante. Además me gusta, claro está,
porque se las arregla para llenarme de generosas alabanzas en muy pocas líneas.
La firma un tal Óscar Corbacho; es argentino, vive en Buenos Aires, y él mismo
se presenta así: ‘Te digo que fui durante 30 años creativo publicitario, que
tengo siete libros de poemas con algunas distinciones y uno de cuentos y que
este año publicaré un volumen de sonetos en colaboración con otro poeta’. Pero
lo que me ha llamado la atención y de lo que quiero hablar es del principio de
la carta. El mensaje comienza de este modo: ‘Tengo noventa años y acabo de leer
La ridícula idea de no volver a verte, uno de esos libros que al terminar
uno siente que es una persona diferente, que le ha pasado algo importante y que
es para toda la vida’. Disculpen el bochornoso autobombo de copiar una frase tan
elogiosa hacia un libro mío, pero es que no he podido resistir el maravilloso
encanto de sus palabras: ¡Tiene noventa años! ¡Y dice que es una lectura que ‘le
ha hecho diferente’! ¡Y que será ‘para toda la vida’! Incluso si hubiera sido un
elogio dedicado al peor de mis enemigos literarios (aunque, la verdad, no sé si
tengo alguno), no hubiera podido por menos que copiarlo aquí, como muestra de
ese portento de vitalidad y de optimismo que es este hombre. Óscar Corbacho me
ha iluminado el día. […] Ya lo decía Oscar Wilde: ‘Lo peor de cumplir años no es
envejecer, sino que no se envejece’. O sea: uno no envejece nunca por dentro,
uno se sigue viendo igual de confuso y trémulo y vital que a los catorce,
mientras se va alejando cada vez más de la realidad de su propio cuerpo. Total,
que, como yo sigo sintiéndome igual a los sesenta, comprendo muy bien que a los
noventa pueda pasar lo mismo. Pero lo más genial de la frase de Corbacho es esa
alegría de vivir, esa capacidad para “cambiar”, ese entusiasmo con el que se
proyecta ‘para el resto de su vida’ como si fuera un futuro inacabable. Dan
ganas de aplaudir. […] Pero además está la disposición, la voluntad de seguir,
la decisión de asumir una actitud u otra. Ya se sabe que, tras haber sido
condenado a muerte, Sócrates se pasó la última noche de su vida aprendiendo a
tocar una complicada melodía con su flauta. Sus amigos, que estaban desolados,
le preguntaron para qué perdía el tiempo en eso. ‘¿Para qué va a ser?’,
contestó: ‘¡Para aprenderla antes de morir!’. No se me ocurre una manera mejor
de ser eterno.”
¡Bravo! Recordé la
reflexión del candidato perdedor en la serie The West Wing cuando decide que volverá
a presentarse en la siguiente ronda, pese a sus 70 años: “Los setenta de hoy son
los sesenta de ayer… ¡estoy en la edad perfecta!” (o algo así). ¿Y qué decir de
los hermanos Arturo y Gustavo Martínez? En 1956 viajaron en bicicleta de la
ciudad de México a Toronto (5,600 kms) y hace unas semanas, con setenta décadas
a cuestas, anunciaron que van a repetir la excursión ¡nomás pa’ver qué ha
cambiado en el paisaje! (La Jornada, 18 de abril). Siempre lo he
dicho, la edad es un estado de ánimo.
Molcajete…
¡Ya
es oficial! El 3 de mayo recibí el siguiente correo de la comandancia de los
vuelos a Marte: “Dear Miguel
Angel,
Congratulations!
We
are pleased to inform you that your application has been approved by a Mars One
moderator. This email confirms that you now have applied for a position in Mars
One’s astronaut selection program.”
Traducción:
soy candidato oficial para la primera colonia marciana (quien desee revisar
puede hacerlo en el sitio mars-one.com). Somos diez los mexicanos en la lista,
dos mujeres y ocho hombres; la mitad menor de 40 años y la mitad mayor (ojalá
resulten buenos compañeros de viaje). Llama la atención que 226 estadounidenses
hayan aplicado. ¿Será que los jóvenes quieren huir del paraíso? // ¡Úta, lo que
nos faltaba! Walt Disney pretende registrar la marca “Día de muertos” en EUA
rumbo a una película animada que Pixar producirá en el futuro. Aunque la
noticia, publicada el 7 de mayo (Reforma) fue desmentida al día
siguiente, prevengo desde ahora al pueblo de México: no se puede confiar en los
gringos, y menos en los jijos del
ratón. Fue esta empresa la más entusiasta colaboradora del macartismo y
durante la guerra fría produjo joyas como “Los tres caballeros” por órdenes de
los servicios de inteligencia del Pentágono. Y si esto no fuese razón
suficiente, recuerden mis lectores que La
Bamba y nada menos que el Himno
Nacional, son propiedad intelectual de unos güeros raspados color mostaza.
¡Llamo a boicotear el jáloguín!
¡Unidos no nos vencerán!