Una
vez más, la editorial barcelonesa Alba
vuelve a traernos una nueva y deliciosa rareza para su colección Rara Avis,
una novela que se lee en un suspiro y que sorprende por su frescura a pesar de
que hayan pasado más de sesenta años desde su primera
publicación.
Y las cucharillas eran de
Woolworths
(1950) narra la historia de Sophia y Charles, dos jóvenes veinteañeros que se conocen en un tren y deciden
casarse. Son atolondrados,
inocentes, optimistas y creen en el amor, pero poco a poco, con el día a día de
la convivencia, se darán cuenta de que el matrimonio no trae más que límites y
sinsabores. Barbara Comyns,
una escritora que para el editor Luis Magrinyá tiene un perfil “muy
Alba”,
sitúa su historia en el Londres
bohemio de los años 30, en plena Gran Depresión, lo que acerca las penurias de los personajes a la realidad
actual de crisis que vivimos en España y el resto de Europa. La historia de
Sophia y Charles es la de un matrimonio que no empieza precisamente con buen pie
su vida en común: no encuentran trabajo, les es muy difícil llegar a final de
mes y pagar el alquiler y las facturas… Y encima son artistas.
El
fin de ese matrimonio que tiene como único soporte la inexperiencia de sus
protagonistas y un amor naïf llega con el primer hijo, Sandro, momento
en el que la actitud de Charles, inmaduro y egoísta, muestra el crecimiento
personal desigual de los dos personajes y quita la venda a la sufrida Sophia.
Un
cuento de hadas perverso
Barbara
Comyns construye Y las cucharillas eran de Woolworths
en forma de cuento de hadas, lo
que consigue mediante la construcción de
los personajes (en la historia hay brujas en forma de suegra, hadas madrinas
en forma de herencia y ogros representados por la pobreza) y el peculiar tono de la novela. Este se
basa en su toque optimista y
despreocupado, un tono coherente con el propio espíritu de la protagonista
quien, pese a las desgracias y dificultades, es capaz de contar su historia
trasmitiendo la felicidad que sintió en esos momentos. Surge en el lector la
duda de si la ignorancia es lo que permitía ser feliz a la Sophia joven e
inexperta, que no podía enfrentarse de otra manera a su realidad, lo que se
confirma en la actitud de la Sophia narradora, más experimentada y, en cierta
medida, estoica.
Ese
tono también se sustenta en la búsqueda
sutil de la confidencia. La historia comienza en el momento presente de la
protagonista, quien tras contarle a una amiga su historia, se dispone a ofrecer
al lector, en el mismo tono de confidencia que ha mantenido con su
interlocutora, el relato de su vida en común con Charles y las vicisitudes que
ha tenido que travesar durante su matrimonio. Ese tono de “tú a tú” lo moldea
Barbara Comyns a su antojo, jugando incluso a interpelar al lector a través de
su personaje-narrador como, por ejemplo, en el
capítulo IX, cuando interrumpe la narración y explica de manera irónica: “Aunque ya he llegado al capítulo nueve, este
libro no parece crecer mucho. Creo que parte se debe a que no hay
diálogos”(pág. 57).
En
las novelas también existe la “dramedia”
La
novela, pese a sus momentos de humor, recoge la historia de una serie de decepciones.
La historia de Sophia y Charles parece que tendrá una cierta narración
humorística por el componente atolondrado de sus personajes, pero el lector, una
vez que asiste a la sucesión de momentos dramáticos (enfermedades, penurias
económicas, abortos…), se da cuenta del que la novela es algo muy distinto a lo
que parece. Por ello, podemos entender que Y las cucharillas eran de Woolworths es
una especie de “dramedia”, al modo de muchas series de televisión actuales que
combinan drama y comedia.
En
este sentido, esas decepciones que relata la narradora-protagonista se resumen
de manera certera en el propio título de la novela. Hay una idea que recorre la
historia de Sophia; su matrimonio fue algo parecido a las cucharillas a las que
hace referencia el título: como los almacenes Woolworths, que prometían más de
lo que realmente eran, el matrimonio de Sophia es algo con lo que tendrá que
conformarse, ya que ella quería unas cucharillas de plata para su ajuar y
finalmente tuvo conformarse con unas cucharillas de grandes almacenes.
Pobreza
y felicidad
Otro
de los temas principales, además del matrimonio, es la pobreza en todas sus
manifestaciones. Sophia relata de una manera despreocupada toda una serie de
desgracias inherentes a la falta de dinero. Se trata de una novela de “economía
de subsistencia”, donde sus personajes se enfrentan a facturas, cortes de luz y
gas, frío, mudanzas y comidas escasas. El mundo de Sophia y Charles es por
desgracia patente para muchos en nuestros días, donde gestos como caminar de un
punto a otro de la ciudad porque no se tiene dinero para pagar el autobús, como
le sucede a la protagonista, es cada vez menos infrecuente gracias a las
políticas hacia el transporte público de nuestros gobernantes actuales.
Pese
a ello, la narración en primera persona del personaje de Sophia, quien pese a
las decepciones y desgracias no deja de mantener un aire optimista, impregna la
novela, convirtiendola en una curiosa y brillante narración capaz de mezclar en
la misma coctelera desgracias y felicidad, dando lugar a una novela fresca y
luminosa que te deja una sensación entre agridulce y divertida. Una muy
recomendable rareza.