El pasado 15 de junio, el libro
se presentó en sociedad en la librería Excellence de Barcelona (Balmes, 191),
“el lugar para las mentes inquietas”, tal como definió en su presentación la
responsable de comunicación, Hortensia, mientras sonaba la banda sonora de las
películas de James Bond.
El ponente, Ivan Vasilievitsch
Groznij, comenzó con sus disquisiciones:
Cuando hacemos un viaje tenemos
dos posibilidades para el “porqué“. La primera es alejarse del sitio donde
estuvimos antes del viajar. La segunda es acercarse al sitio nuevo con un fin
específico. Como casi todo en la vida nunca hay un motivo claro. En mi caso este
viaje a Barcelona ha sido el primero de mi vida que no me encantaba, y era
puramente por la segunda razón: la del fin específico. Yo siempre había salido
del lugar donde estaba entonces con un mínimo de entusiasmo porque el lugar
anterior no me daba más alegría. Esperaba que en el lugar nuevo chocaría con
algo nuevo que me dejase disfrutar de nuevo un poco de la vida.
Sesenta personas se desplazaron
al auditorio de Excellence, en el subsuelo, en un espacio dominado por los
blancos pentélicos, y en cuyos estantes se ofrecían como especias el cuscús de
El hombre en busca de sentido, del doctor Frankl; Repensar la pobreza, de Chitra Banerjee Divakaruni y La rebelión de las formas, de Jorge Wagensberg. De esas sesenta
personas, sobresalía una mujer, consumida por la ansiedad o la duda, que, a
veces, van de la mano. Entonces, poco antes de que el acto terminase, ella
preguntó si el dolor, en sí mismo, es bueno o es malo, porque si es bueno,
podría ser el dolor de un parto, para traer la vida, y si es malo, podría ser el
dolor por una muerte ocurrida hace muchos años.
Alicia.—El dolor es un mecanismo
del que se vale el cuerpo humano para protegerse. El cuerpo humano está
preparado para salir adelante, para que un drama no sea un cortocircuito y que
pueda seguir con su vida, con nuevas ilusiones, nuevas metas… La necesidad de la
vida es abrirse paso. Ese es el mandato.
Ulises.—El ser humano
evoluciona, aprende de sí mismo y progresa. Todo nuestro ser son vasos
comunicantes. Nos proponemos eliminar la agresividad y la angustia que no son
naturales y que también se heredan, de alguna forma.
Alicia, motivada por la música,
la pintura y la pedagogía, recuerda que, cuando tenía nueve años, pensó: “Soy
una niña y nadie me entiende. Cada vez que tenga un dolor lo enviaré a las nubes
en forma de flor. En algún momento podré recoger un ramo de flores”. Su vocación
investigadora quería amarrar el dolor, darle la vuelta y explicar su fondo y su
forma: “¿Qué es el pensamiento? ¿Qué soy yo?”.
Los autores de Rutas de salida (Ediciones Carena,
2012), Alicia Quaini y Ulises Diego, han desarrollado la técnica REMA
(Restructuración de Memorias Atemporales). Se trata de cambiar la estructura
mental para hacer tabla rasa de la memoria emotiva, sobre todo de aquellos
pensamientos “perturbadores”. En definitiva, modificar el comportamiento humano.
“Maximizar resultados y minimizar la conversación”, apostilla Ulises, quizá como
referencia a las eternas sesiones de diván de los psicoanalistas, cuyos
resultados, aun siendo concluyentes, tardan mucho en llegar.
Alicia
está escribiendo un segundo libro, esta vez de poesía amorosa. Se titulará El amor y la búsqueda de lo
infinito.