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Ettore Scola: <i>Sucios, feos y malos</i> (1976)

Ettore Scola: Sucios, feos y malos (1976)
















Magazine/Cine y otras artes
Feos, sucios y malos (Ettore Scola, 1976). Sobre lo hipervisible. En el arrabal
Por Carlos Abascal Peiró, miércoles, 1 de junio de 2011
Ahora que ‘il Cavaliere’, tras el reciente ballottaggio, segunda vuelta de las municipales, digiere disgustado el aparatoso naufragio de su ‘Pueblo de la Libertad’, cuando –cabe especular- anotamos el colapso del bunga-bunga berlusconiano y su carnavalesca escenografía, conviene revisar un eco bizarro del posneorrealismo italiano, desolador ensayo social de vigencia inamovible. Brutti, sporchi e cattivi (Feos, sucios y malos, Ettore Scola, 1976).


Si el arranque de La Dolce Vita (Federico Fellini, 1960) alumbraba un paisaje horadado por rumorosas palas mecánicas, verticales bloques de hormigón –una periferia germinada en la modernidad, la plusvalía-, Ettore Scola, tres lustros después, despoja de máscaras a un desarrollismo impostado en la distancia cronológica, fogueo de un fango suburbial que factura chabolas, letrinas. Feos, sucios y malos ilumina una existencia de arrabal, la del clan Mazzatela y su hiperbólico patriarca, Giacinto, pobladores de la cloaca romana en la Roma de la década de los setenta. Retrato de una miseria insultante, plástica y repulsiva, rescatar hoy Feos… supone colisionar con un discurso desprejuiciado, ajeno a convenciones y lugares comunes.

Cuando en 1952 De Sica filmaba al retirado Umberto D., el espectador recogía el cabo emocional lanzado desde la pantalla y se compadecía ante la penuria, tomaba aire inundado por una piedad ya urdida en el guión, en la maestra puesta en escena. Scola rubrica el acta de defunción de aquel marchito Umberto D. Así, su cámara pretende (con)mover, perturbar, dar pasaporte a un horror despojado de todo componente romántico. Susan Sontag recuerda en sus ensayos como Leonardo da Vinci instruía a sus pupilos en la más despiadada representación del drama de la guerra: tan sólo mediante las más descarnadas composiciones –advertía el genio- se lograría agitar al espectador, puesto que el alarde hiperrealista destierra violentamente todo atisbo de piedad, diluida ésta en un pavor autónomo, traumático. Parte de la gramática audiovisual contemporánea ha reciclado reflexiones de este pelaje para asentar una obscena cultura de la ultravisibilidad que conduce –conforme a lo escrito por tantos- a una consentida neutralización del significado, o el ajusticiamiento de la idea de transcendencia. La estrategia sabe a legítima siempre y cuando exista un discurso bajo las imágenes, caso de Scola y su aguda crítica social.

Feos… hace suya tal retórica para sondear un modo particular de descifrar la sociedad italiana de su tiempo (de otros, del nuestro), un despiadado acercamiento distante de aquella misericordia de raigambre católica que latía bajo la poética neorrealista. El realizador de Una giornata particolare filma una Italia inédita partiendo de presupuestos (cuasi)inéditos. Dar con una obra que ensaye tal descorazonador tratado social no resulta en ningún caso asequible y mucho menos emulable. No detectamos en Feos… rastro de ese barniz que impone la temible ortodoxia de lo “políticamente correcto”, apenas se modula la ferocidad en el discurso, la desprejuiciada contundencia. En lo grotesco, en la descarnada (hiper)realidad que introduce Scola subyace una verdad execrable, tan necesaria como dolorosa, tan injusta como tolerada.

Y entretanto. En el tiempo del poder como negociación simbólica, imágenes que se reducen a imágenes componen el caricaturesco escenario político del país de la bota. Italia, sacudida hasta hace unos días por la siniestra iconografía del berlusconismo, bajo la festividad hortera que disipó la pulcritud del divo Andreotti para heredar su opacidad en las palabras, en los hechos, quiere apostar por el viraje. De lo hiperreal vaciado -tóxico- a la desafiante asunción de lo real. Las verdades que filmó Scola, además, siguen allá, tras la tramoya, apestadas y -como de costumbre- atrás, en el arrabal.



Ettore Scola: Sucios, feos y malos, 1976 VOSE (en comisaria y la pensión) (vídeo colgado en YouTube por cagarot)
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