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Mario Vargas Llosa en junio de  2010 (foto de Daniele Devoti;fuente: wikipedia)

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Carlos Malamud es Catedrático de Historia de América Latina de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano

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Liu Xiaobo, Premio Nobel de la Paz 2010, en el año 2008 (fuente: wikipedia)

Liu Xiaobo, Premio Nobel de la Paz 2010, en el año 2008 (fuente: wikipedia)

Barack Obama, Premio Nobel de la Paz 2009, en enero de 2009 (foto de Pete Souza; fuente: wikipedia)

Barack Obama, Premio Nobel de la Paz 2009, en enero de 2009 (foto de Pete Souza; fuente: wikipedia)

Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, en octubre de 1980 (foto procedente del diario <i>Clarín</i>; fuente: wikipedia)

Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, en octubre de 1980 (foto procedente del diario Clarín; fuente: wikipedia)


Análisis/Política y sociedad latinoamericana
¿Quién teme a Mario Vargas Llosa?
Por Carlos Malamud, lunes, 1 de noviembre de 2010
La concesión del premio Nobel de literatura a Mario Vargas Llosa ha desatado un alud de esperpénticas reacciones, tanto desde la izquierda como de la derecha. En ambas se nota la intolerancia frente a la disidencia, a pensar y ser de forma diferente, precisamente uno de los valores que con más ahínco defiende el escritor galardonado. Los adjetivos vertidos desde una cierta izquierda no tienen desperdicio, como tampoco las descalificaciones contra toda la izquierda que surgen desde las filas de algunos pensadores de derecha. La irracionalidad no es monopolio de nadie y la descalificación del contrario, cada vez más el enemigo, está ganando tales méritos que en poco tiempo puede ser declarada “patrimonio de la humanidad”.
Escribe Germán Sainz en Formaciones, Ideas y reflexiones desde la derecha que “La reciente entrega del Premio Nobel de Literatura al peruano Vargas Llosa ha generado más de una polémica a nivel del círculo de los intelectuales y la academia. Pero por sobre todo se ha visto notoriamente el rechazo unánime de la intelectualidad de izquierdas respecto a un “inmerecido galardón” para alguien que no pertenece al grupo de los “elegidos” del mundo cultural de la hegemonía. No es sin embargo el interés de quien escribe, recaer sobre este episodio en particular sino el haber constatado que LA IZQUIERDA (y las mayúsculas hacen al eje vertebral del asunto), intenta por todos los medios mantener el halo de pureza en torno a su propia esencia cuando de invocar su nombre se trata. Hemos señalado en más de una ocasión que la conquista cultural de la izquierda tiene uno de sus núcleos duros en la conquista previa del lenguaje, sin el cual no puede lograrse una imposición posterior de los principios filosóficos y valóricos que la definen. Pues la batalla lingüística ha marcado nuevamente la agenda en el caso que nos compete”.

La verdad que razonamientos de esta índole resultan esperpénticos y rozan la irracionalidad. Es verdad que fueron muchos los que en nombre de la izquierda se alzaron contra el premio concedido a Vargas Llosa, pero también los hubo quienes se alegraron sinceramente por el galardón, por su significado y por la justicia del mismo. Lo que ocurre es que quienes así se han expresado no pretenden monopolizar ninguna escuela de pensamiento ni se atribuyen la propiedad de la razón ni de la verdad revelada.

En la otra acera encontramos sandeces semejantes a las de Germán Sainz. Jimmy Joamer Querales, en Aporrea apuntó que “Hoy el mundo de la derecha se regocija con la tan anhelada noticia de que su más culto exponente y difusor de mentiras mediáticas de España para Latinoamérica ha sido laureado con el Premio Nobel de Literatura, así es, Vargas Llosa logra su cima ultraderechista y por su “excelente” forma de escribir sus sádicas pasiones de una manera chip ha ganado el ya no tan prestigioso premio que según mi óptica desde que se lo dieron a Obama para acá debería tener el nombre del Jefe de la Propaganda nazi Joseph Goebbels, sí, ese nombre le queda soñado como diría Nolia”.

Para destruir al contrario no hacen falta más alforjas que la voluntad de hacerlo y aquí se alistan, lamentablemente, una gran cantidad de voluntarios

Desde Gramma, el periódico oficial cubano, en un artículo titulado “Nobel de la literatura, Antinobel de la ética”, se señaló que “La Academia Sueca no sorprendió a nadie al conceder… el Premio Nobel de Literatura 2010 al escritor ¿peruano, español? Mario Vargas Llosa. Desde hace años su nombre sonaba en las cábalas, y el lobby en torno a su candidatura crecía. Nadie duda de sus aportes innovadores a la literatura universal desde las letras hispanoamericanas, desde sus textos iniciales, Los cachorros y La ciudad y los perros, hasta los más recientes. Pero lo que ha construido con la escritura lo ha ido destruyendo con su catadura moral, los desplantes neoliberales, la negación de sus orígenes y la obsecuencia ante los dictados del imperio. No hay causa indigna en esta parte del mundo que M.V.Ll. deje de apoyar y aplaudir. Si los pueblos votaran en Estocolmo, lo habrían hecho por el Antinobel”.

Para desacreditar más al premiado se recuerda que en 2009 el Nobel de la paz fue a Barack Obama y que en 2010 se le concedió al “disidente” chino Liu Xiaobo. Éste fue el camino seguido por Tomás Borge, ex comandante sandinista y actual embajador de Nicaragua en Perú, que manifestó: “Vargas se merece el premio Nobel con creces. Desde hace tiempo le debieron dar este premio por su calidad literaria, pero creo que desde el punto de vista ideológico, si hay algún premio que darle sería el de Chespirito (cómico mexicano), por sus concepciones atrasadas”.

Por estos derroteros también incursionó el presidente boliviano, Evo Morales, quien no sólo criticó la parcialidad del jurado y su sesgo pro imperialista, sino también que había llegado a la conclusión de que a él jamás le darían el Nobel de la Paz, un premio que nunca “va ser para movimientos sociales o personalidades anticapitalistas y antiimperialistas” y que está convencido de que “a esta altura son muy sospechosas estas premiaciones”. Es más, manifestó tener información de que las Madres de la Plaza de Mayo estaban muy bien colocadas para ser elegidas, dada su condición de “grandes defensoras de los derechos humanos”. Pese a ello, insiste Morales, tampoco fueron elegidas. Olvida el presidente boliviano, que en 1980, en plena dictadura militar argentina, el Nobel de la paz fue a manos de Adolfo Pérez Esquivel, un significado defensor de los derechos humanos.

Podría seguir buscando testimonios a diestra y siniestra, ya que el territorio de la sinrazón es vasto y extenso. Sin embargo, sería un viaje de escasa trayectoria dada la inanidad de los testimonios, todos cíclicos y repetitivos. Unos y otros buscan descalificar al de enfrente, no discutir con él. Uno puede coincidir con Vargas Llosa en muchas cuestiones y disentir en tantas otras. Pero todo es posible en el mundo de las ideas y los argumentos. Para destruir al contrario no hacen falta más alforjas que la voluntad de hacerlo y aquí se alistan, lamentablemente, una gran cantidad de voluntarios.
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