Por casualidad, como sucede con las cosas realmente trascendentales, Luis
María leyó
La vieja señorita del paraíso, una pieza teatral de propósitos
ilícitos y gusto relamido (“libertad primigenia, intacta, como la de los niños,
que sabe distinguir con claridad lo real de lo solo tangible"). La leyó con 17
años, la edad de los descubrimientos, y le inclinó hacia uno de los dos caminos
que se le presentaron en la encrucijada de su juventud. Luis era un escritor
incipiente, pese a la confusión inicial en elegir su trayectoria académica: “A
mi hermano y a mí nuestros padres nos ingresaron en un internado en Zaragoza. Él
ha acabado siendo entrenador nacional de fútbol de la Selección de Nicaragua,
por las carambolas del destino; había entrenado a equipos de tercera división en
España, como la Sociedad Deportiva Huesca. En mis inicios, yo me decidí por la
Teología, y recibía clases sobre los libros de la Biblia y el secreto de la
resurrección de Cristo. Me acabé licenciando por la Universidad Pontificia de
Salamanca”. (…hacerse preguntas: “¿Se arrepiente usted de todo lo que ha
hecho?”).
A los 24 años, aguijoneado ya por las estacas de la
dramaturgia, Luis María se llenó la cabeza de más y más preguntas (“¿odiar?”;
“¿no podemos elegir las circunstancias que nos tocan vivir?”; “¿cómo se hace
para intimar con Dios?”). El escritor que había querido ser, y que ya por las
dehesas de las fábulas se encaminaba, tomó prestado el anillo de su confirmación
como Pensador de la Cancillería de la Existencia Banal: el tiempo, la sociedad,
los sentidos y la razón, la individualidad, la libertad, el bien y el mal, la
conciencia, el amor, Dios y la muerte…, antología de proposiciones que toca en
El viejo que me enseñó a pensar (
Ediciones
Carena, 2010).
Se sacó la carrera de Filosofía por
la Universitat Ramon Llull y comenzó a escribir teatro, hipnotizado por la
farándula lorquiana, la sopa boba de Miguel Delibes en su magistral
Cinco
horas con Mario y la tensión acumulada en las obritas de Tennessee Williams:
Mañana cumple usted 18 años (sobre unas ancianas que sueñan en la
residencia en la que han sido ingresadas);
La despedida de mamá (comedia
en la que las hijas de una mujer desean que se muera para heredar su fortuna);
La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad (una parodia sobre la
televisión-basura), y
La vaca flaca (cómo se afronta una crisis económica
sin que te falte de nada)…
El Grup de Teatre Champagne está
representando
Querida esnifanía, sobre el abuso de las drogas… Luis María
Llena interpreta un papel a la medida de sus posibilidades: el Ligue.