Libro de Las Edades del Hombre. Obras maestras (vídeo
colgado en YouTube por cyltelevision)
La Quinta
Angustia Gregorio
Fernández
Hacia 1625
Madera policromada
146 x 202 cm
Monasterio de las Descalzas Reales. Valladolid
Dentro del
significativo grupo de Piedades labradas por Gregorio Fernández, ocupa un lugar
destacado ésta procedente de la capilla de la Soledad de la iglesia conventual
de San Francisco. Aunque este tipo de representación, como ya señaló Martín
González, era común en tiempos de Fernández e, incluso, con anterioridad —baste
recordar algunas obras de Juan de Juni, la Piedad sita en el retablo mayor de la
catedral de Astorga debida a Gaspar Becerra o la que ocupa el ático del retablo
mayor de la iglesia de las Angustias de Valladolid, realizada por Francisco del
Rincón—, lo cierto es que el maestro castellano consiguió dotar a esta escena de
una intensa y conmovedora expresividad.
En la parte posterior se dispone
la figura de la Virgen con las manos abiertas y el rostro dirigido hacia el
cielo manifestando dolor pero a su vez sabedora del hecho trascendental que
significa la muerte de su Hijo. Cristo, exánime, vence su cuerpo y brazo
derecho, dotados de una plasticidad admirable, sobre una de las piernas de la
Madre. Al gran virtuosismo acreditado por el maestro escultor hay que sumar la
espléndida policromía original visible desde que la obra fuera restaurada con
motivo de la exposición de «Las Edades del Hombre» en Valladolid.
La
Quinta Angustia de Gregorio Fernández es una obra realizada para ser vista de
manera frontal. Su destino como imagen para ser colocada en un retablo hizo que
el escultor no la tallara por la parte trasera aunque posteriormente se le
hicieran algunos arreglos para convertirla en uno de los pasos procesionales más
sobresalientes de la Semana Santa vallisoletana.
RedenciónMariano
Benlliure
1931
Madera policromada
Grupo: 250 x 154 x 300 cm;
mesa: 92 x 192 x 330 cm
Cofradía de Jesús Nazareno, vulgo «Congregación»
Museo de Semana Santa. Zamora
Del amplio número de pasos
procesionales que Mariano Benlliure talló a lo largo de su dilatada carrera, dos
fueron para la Semana Santa de Zamora. El titulado
El Descendido, del año
1879, pertenece a la Real Cofradía del Santo Entierro y fue ejecutado por el
artista cuando éste contaba con tan sólo quince años. El otro paso constituye
una espléndida obra de madurez denominada por él mismo
El Redentor camino del
Gólgota, si bien es cierto que, desde muy pronto, comenzó a ser conocido
como
Redención.
Presenta una composición magníficamente resuelta,
articulada mediante las figuras de Cristo, de tamaño natural y portando la cruz;
Simón de Cirene, que trata con su ayuda de hacerle al Hijo de Dios más llevadero
el camino hacia el Calvario (Mt 27, 32); y la Magdalena a los pies,
desfallecida. Las tallas fueron realizadas en madera de tilo y caoba de Cuba
patinadas al aceite.
A la pregunta de monseñor Tedeschini, Nuncio de su
Santidad en España, acerca de quién había sido el modelo para la figura de
Cristo, Benlliure respondió «…para las proporciones me he servido de un modelo
cualquiera, pero para la creación de la figura, lo que he visto en mi
imaginación cerrando los ojos. No he querido emplear mucho la policromía, sino
al revés. Así, el pelo de Cristo es de caoba natural, la túnica no es morada,
sino blanca, simbolizando la pobreza y la pureza».
Retablo
de San Ildefonso
Fernando Gallego
Hacia 1480
Madera dorada y tablas de pintura al óleo
Tablas
centrales: 137 x 131 cm
Tablas laterales: 131 x 103 cm
Santa Iglesia
Catedral. Zamora
Muy poco se sabe acerca de la vida de Fernando Gallego,
uno de los más reconocidos pintores hispanoflamencos castellanos. De su supuesto
nacimiento en Salamanca no se conserva testimonio fehaciente, tan sólo el hecho
de que la práctica totalidad de su carrera artística transcurriera allí aunque
atendiera también a encargos de localidades cercanas.
De este modo,
Gallego hizo para la catedral de Zamora dos espléndidos trabajos: uno fue su
Retablo mayor, compuesto de un gran número de tablas, de las que muchas
se han perdido, y otro el
Retablo de San Ildefonso, que tiene el valor
añadido de ser el único del artista que se conserva completo y en el espacio
para el que fue concebido.
Este último retablo fue un encargo para la
capilla de San Ildefonso, fundada años atrás por el cardenal Mella, de ahí que
el programa iconográfico recoja en lo fundamental la vida del arzobispo
toledano, patrono de la ciudad de Zamora. Consta de predela, dos cuerpos y tres
calles con guardapolvo enriquecido con pinturas en grisalla. En el cuerpo
inferior y de izquierda a derecha se representa la
Aparición de Santa
Leocadia, la
Imposición de la casulla a San Ildefonso y la
Adoración de las reliquias de San Ildefonso. En el cuerpo superior, en el
mismo orden, está el
Bautismo de Cristo, la
Crucifixión y la
Decapitación del Bautista.
Este retablo de Fernando Gallego, cuya
firma en caracteres romanos es visible en la parte inferior de la tabla de la
Imposición de la casulla a San Ildefonso, se fechó en el año 1466 hasta
que la relación de la tabla Crucifixión, con una estampa de Schongauer, retrasó
la cronología hasta la década de los ochenta.
Rey
David
Anónimo
Último cuarto del siglo XII
Piedra caliza
120 cm
Iglesia de
San Andrés.
Revilla de Collazos. (Palencia)
En la iglesia de San
Andrés de Revilla de Collazos (Palencia) se conserva esta estatua-columna que en
los últimos años se ha venido utilizando como atril. Probablemente proceda de
las jambas de una de las tres ventanas que tuvo la primigenia capilla mayor, de
traza románica.
Estructuralmente, la columna se alza a partir de un
plinto sobre el que descansa una basa decorada por una sola garra labrada en
forma de cabeza de animal felino que muerde la moldura inferior. En el fuste
aparece adosada la figura de un músico con una vihuela de arco, que
tradicionalmente se ha venido identificando como el rey David, a pesar de no
llevar corona. El segundo rey de Israel es representado frecuentemente tocando
un instrumento musical que varía según la época y el artista. Generalmente se
trata de un instrumento de cuerda, casi siempre una cítara, un arpa o una viola
e incluso, en ocasiones, un salterio.
Los tallos simétricos enroscados
que decoran el capitel se han interpretado como una alusión al árbol de Jesé, el
árbol genealógico que ilustra la descendencia de Jesús a partir de Jesé, padre
de David. También se ha considerado la posibilidad de que la imagen pudiera
corresponder a uno de los bienaventurados que entonan himnos de alabanza a Dios
en el jardín celeste.
El origen de las estatuas-columna tiene lugar en
la Francia de mediados del siglo XII, pero pronto comenzarán a difundirse,
estando ya presentes en territorio hispánico en apenas dos décadas.
Estilísticamente, ésta de Revilla de Collazos muestra la influencia de
los talleres que trabajaron hacia 1180 en la abadía de Santa María la Real de
Aguilar de Campoo.
Reyes de Judá
Hacia 1490
Óleo sobre tabla 97 x 360 cm (toda la predela)
Iglesia de Santa Eulalia.
Paredes de Nava (Palencia)
Estas tablas, consideradas entre lo mejor de
la producción de Pedro Berruguete, se conservan en la actualidad sólo por
razones económicas. Conformaban la predela de un retablo gótico dedicado a la
Concepción de la Virgen, que, en la segunda mitad del siglo xvi, iba a ser
sustituido. La suma de dinero que esto suponía no podía ser asumida por los
parroquianos, por lo que se tomó la decisión de reutilizar doce tablas en la
nueva composición, entre ellas las seis del banco, aunque se determinó tapar los
fondos dorados con paisajes. Así esta modernización permitió acometer la
realización de un nuevo retablo manteniendo unas tablas con unos fondos que ya
no convencían a la estética del momento. Esos fondos fueron eliminados en una
restauración realizada en los años 1963 y 1964.
En estas tablas se
efigian, de izquierda a derecha, los Reyes de Judá —Esdras, Josafat, David,
Salomón, Ezequías y Oseas—, representantes de la estirpe de la que
posteriormente nacería Cristo.
El alféizar situado delante de cada rey
unifica la composición, siendo éste el recurso utilizado por Pedro Berruguete
para paliar la falta de perspectiva impuesta por los fondos dorados. Con este
fin, sobre él se apoyan ropajes o diversos objetos que crean esa profundidad al
sobresalir del espacio pictórico mientras que en su frente podemos leer el
nombre de cada personaje.
A pesar del gran catálogo de obras atribuidas
a Pedro Berruguete, es escasa la documentación que certifica su autoría, siendo
los Reyes de Judá uno de esos ejemplos, aunque no ayuda a datar la obra al no
ser coetánea a su realización. En ella se refiere al pintor como «Berruguete el
Viejo», nombre por el que se le conocía en su época a fin de diferenciarlo de su
hijo Alonso.
Sagrada Familia con San
Juan
Círculo de
Andrea del Sarto
Hacia 1530
Óleo sobre tabla 137 x 102 cm
Santa
Iglesia Catedral. Burgos
No existe noticia alguna de esta tabla anterior
a 1866, momento en el que se adscribe la autoría a Andrea del Sarto y se sitúa
en su emplazamiento actual, la capilla de la Concepción o de Santa Ana de la
catedral de Burgos. Su presencia en este lugar se debe, probablemente, a una
donación de alguno de los patronos de dicha capilla.
Tabla de indudable
belleza y calidad formada por cuatro personajes: San José, la Virgen, Jesús y
San Juanito. Una Sagrada Familia en la que se insinúa, sin mostrarse
explícitamente, el destino final de Cristo. San Juan sujeta en su mano derecha
una filacteria en la que puede leerse «Ecce Agnus Dei» (He aquí el Cordero de
Dios), mientras que con su mano izquierda señala al Niño Dios. La concentración
en sus pensamientos del resto de personajes les hace partícipes de ese destino.
La mano de Andrea del Sarto no es aceptada actualmente para esta tabla.
Detalles que denotan una pericia inferior a la del maestro y la inclusión de
rasgos pertenecientes a su discípulo Pontormo, han llevado a negar incluso su
salida del taller, viendo a un autor que, después de 1530, supo conjugar la
delicada serenidad de Andrea del Sarto con la figura nerviosa de Pontormo,
aunque no se haya señalado ningún nombre.
Sagrada Familia
con Santa Magdalena y Santa Catalina
Maestro de la
Santa Sangre (atribución)
Hacia 1520-1525
Óleo sobre tabla 92 x 79
cm
Colegiata de Santa María la Mayor. Toro (Zamora)
Conocida
popularmente como Virgen de la Mosca por el insecto que nítidamente se aprecia
en la rodilla izquierda de la Virgen, esta tabla de composición exquisita, gran
detallismo y colorido preciosista, plantea varias incógnitas respecto a la
identificación de alguno de los personajes y al artista que pintó la obra.
Tampoco se ha clarificado cómo llegó a la colegiata de Toro.
Centra la
composición la imagen de una joven María, de larga cabellera rubia, sentada en
un trono con el Niño en su regazo, al que toca suavemente con su mano izquierda
mientras sostiene un fruto con la derecha. Apoyan en el trono de la Virgen, de
un lado, la Magdalena, con la tapa del bote de perfume en su mano izquierda y
dirigiendo la mirada al pequeño; de otro, San José, avejentado, con un libro en
sus manos. En primer plano, ocupando gran parte de la zona inferior derecha,
está sentada Santa Catalina de Alejandría, ricamente ataviada y con un libro
abierto sobre sus rodillas. Porta corona sobre un largo cabello dorado similar
al de la Virgen y bajo su vestido asoma la empuñadura y parte de la hoja de la
espada con que fue martirizada.
Es, por tanto, una obra flamenca de
primer orden en la que se observan influjos procedentes de Italia,
principalmente de tradición leonardesca.