EL SÉPTIMO AÑO
Se han cumplido el 20 de marzo seis
años de la invasión. Cuatro países fueron los ejecutores de la invasión hasta la
declaración oficial de derrocamiento de
Saddam Hussein el 1º de mayo de
2003: EEUU, Gran Bretaña, Australia y Polonia. Otras 36 naciones participaron
tras esa fecha, ninguna de sus tropas se sustrajeron de verse envueltas en
combates y de ser receptoras de ataques directos por alguna de las distintas
entidades político-militares que se han venido oponiendo aún a las fuerzas
locales que se comprometieron con la construcción del nuevo Estado-Nación.
Incluso, no olvidemos, se contaron entre las primeras bajas a funcionarios de
alto nivel de Naciones Unidas, algunos nombrados personalmente por el Secretario
General como el brasileño
Sergio Vieira De
Mello, Enviado Especial.
En el marco del derecho
internacional y las Naciones Unidas, solamente fueron reconocidas dos potencias
ocupantes, EEUU y Gran Bretaña, ambas conformaron el mando unificado de la
“Autoridad Provisional de la Coalición”. En la Resolución Nº 1483 del Consejo de
Seguridad (22/mayo/2003) se reconoció que “hay Estados Miembros dispuestos a
contribuir a la estabilidad y seguridad en Iraq mediante la aportación de
personal, equipo y otros recursos en el marco de la Autoridad”. Bajo esta
sombrilla se produjo el desarrollo político que desembocó en el envío a Iraq, en
el segundo semestre de 2003, de contingentes desde cuatro naciones de la Cuenca
del Caribe,
en virtud de
la gestión directa de los presidentes Bush y Aznar, a la que ya he pasado
revista.
En la Resolución Nº 1511 (16/octubre/2003)
del Consejo de Seguridad, cuando ya las tropas foráneas no ocupantes se
desplegaban en suelo iraquí, se inventa conceptual y oficialmente a “la fuerza
multinacional”. Reza su párrafo 13: “autoriza a una fuerza multinacional bajo
mando unificado a que tome las medidas necesarias para contribuir al
mantenimiento de la seguridad y la estabilidad en Iraq, incluso con el fin de
asegurar las condiciones necesarias para la aplicación del calendario y el
programa y para contribuir a la seguridad de la Misión de las Naciones Unidas de
Asistencia para Iraq, el Consejo del Gobierno de Iraq, y otras instituciones de
la administración provisional iraquí, y la infraestructura humanitaria y
económica fundamental…”. Como se aprecia, las tareas humanitarias pregonadas
como objetivos prioritarios de las tropas latinoamericanas, en aquel momento,
eran consideradas en el último renglón.
Sucesivas resoluciones
prorrogaron la existencia y presencia de la fuerza multinacional hasta la
Resolución 1790 (18/diciembre/2007), la cual, en función de la carta enviada por
las autoridades iraquíes el 7 de diciembre de ese año, pone una fecha límite: el
31 de diciembre de 2008. Incluso, el párrafo segundo de la Resolución advierte
que “pondrán fin a dicho mandato antes si el Gobierno de Iraq lo solicita”. No
hubo tal solicitud, y el 7 de diciembre de 2008 el primer ministro iraquí,
Nuri Kamel al-Maliki, giró su última misiva al respecto y el Consejo de
Seguridad en su Resolución Nº 1859 (22/diciembre/2008) pone punto final a la
fuerza multinacional. El jefe de gobierno iraquí fue comedido:
“En
nombre del gobierno y el pueblo de Iraq, expreso mi agradecimiento a los
gobiernos de los Estados que han hecho aportes a esa fuerza y a la fuerza misma
por los servicios prestados durante su presencia en el territorio, las aguas y
el espacio aéreo de Iraq”.
EL SENTIDO DE LA HISTORIA
No pocas investigaciones han dado cuenta de la emigración de artesanos
mudéjares quienes jugaron un papel protagónico en los proyectos arquitectónicos
de las colonias en el hemisferio americano, particularmente en los siglos XVI y
XVII. Tuvieron prohibido llevar a sus mujeres, de tal suerte que incubaron una
dinámica mestiza muy particular en los Virreinatos de Nueva España (México),
Nueva Granada (Colombia) y del Perú, y las Capitanías Generales de Cuba y
Guatemala (recordemos: ésta última comprendió desde Chiapas hasta Costa Rica).
Sitios todos donde se conservan las obras con claras influencias mudéjares, y en
algunas reconstrucciones genealógicas se identifican los ancestros tatarabuelos.
En la era independiente, particularmente en la segunda mitad del Siglo
XIX, entre las distintas corrientes migratorias hacia las Américas, fue
identificada una por su
pasaporte otomano,
los denominados “turcos". Los hubo turcos, sin comillas. Sin embargo, en su
mayoría fueron ciudadanos, y familias en algunos casos, provenientes de Egipto,
Siria, Líbano y Palestina, y con predominancia del credo
cristiano.
En la América Latina de finales del Siglo XX, los
descendientes en segunda y hasta tercera generación contaban con pleno y
profundo arraigo en sus sociedades y comunidades. El presidente colombiano
1978-1982,
Julio César Turbay, era hijo del libanés
Amin Turbay.
Simultáneamente,
Jacobo Majluta Azar, de madre libanesa, fungió como
vicepresidente de República Dominicana, y tras el extraño deceso de
Antonio
Guzmán fue presidente durante 43 días en 1982. Ahora bien,
Carlos Menem
Akil, descendiente directo de padre y madre sirios, fue el primer
“Adelantado” (“Almuqaddám”) al ser elegido gobernador de La Rioja en 1973
(reelegido en 1983), en su carrera hacia la presidencia argentina que conquistó
en 1989.
En la Centroamérica continental, Honduras eligió en 1998 a
Carlos Flores
Facussé como el primer mandatario de ascendente palestino, su madre
Margarita. El Salvador elevó el listón en este proceso cuando el 2004
compitieron por la presidencia dos ciudadanos cuyas familias emigraron desde
Belén y se asentaron, coincidentemente, en la misma ciudad de la región este del
país, Usulután. El electo fue uno de ellos, el hoy saliente presidente
Antonio Saca, de la derechista ARENA, y el otro era el legendario líder
comunista
Shafick Handal, candidato por la exguerrilla del FMLN,
fallecido el 2006.
Sin embargo, ni la entronización de estos
descendientes “turcos” en las élites económicas y empresariales, fenómeno que
hemos hasta ahora soslayado como gran telón de fondo (
Carlos Slim es su
contemporáneo abanderado global), ni esta preeminencia política, constituían un
marco mental, social e individual, que amortiguara el envío de tropas a Iraq. La
decisión constituyó una ruptura en la historia de los cuatro países
involucrados, y de toda América Latina. El respaldo a las fuerzas aliadas
durante la II Guerra Mundial, y el consiguiente alistamiento entonces de decenas
de efectivos (el famoso
“Escuadrón 201”
mexicano), no nos dijo nada a los centroamericanos, no era
más que una referencia historiográfica, vaga, casi olvidada, para entender
nuestro enlace con la primera conflagración mundial del Siglo XXI.
¿QUÉ QUEDA, QUÉ PERMANECE? Consumado el
repliegue español, se retiraron de Iraq tanto los dominicanos, como los
nicaragüenses y hondureños. Los gobiernos de estos dos últimos países,
responsables del envío de tropas, fueron relevados por gobiernos que imprimen a
su gestión un enfoque anti-estadounidense apuntalados por su alineamiento con el
esquema
Hugo Chávez-Alternativa Bolivariana (ALBA).
A
partir del próximo 1º de junio en El Salvador gobernará el
FMLN, orientado en ese esquema desde hace varios años por
medio de sus principales líderes históricos, así como de los ayuntamientos
municipales que administran, no por medio de su candidato,
Mauricio
Funes, presidente electo, que publicita su proximidad al presidente
Lula de Brasil (quien como sabemos en 20 meses ya no habitará
el Palacio de Planalto,
y
muy probablemente tampoco nadie de su Partido de los
Trabajadores).
El Salvador
esperó la conclusión de la fuerza multinacional para
replegarse. Los dos gobiernos salvadoreños comprometidos
con esta misión en Iraq han elevado a los más altos rangos tanto en el
Ministerio de la Defensa Nacional como en las Fuerzas Armadas a los oficiales
veteranos en Iraq, por encima de la mayoría de la oficialidad de cada tanda que
no fue enviada a Iraq. Once contingentes, de un semestre mínimo de duración,
fueron en total enviados a Iraq. Nueve de ellos compuestos por más de 350
efectivos. El último de 200 efectivos. Entre los años 2003 y 2009, alrededor de
4 mil salvadoreños permanecieron temporalmente en Iraq, que comprenden además de
la tropa al propio presidente Saca (por unas horas en el marco del octavo
contingente, el 23 de mayo de 2007), varios secretarios de defensa, decenas de
funcionarios civiles, periodistas, capellanes militares, etc. Los únicos
salvadoreños que permanecen en Iraq son aquellos contratados por empresas de
seguridad internacionales a título individual, en las cuales se han enrolado
soldados rasos veteranos de los primeros contingentes.
Dos importantes
temas originados durante la Guerra Fría permanecían en la agenda exterior de El
Salvador una vez se inicia la pacificación y la democratización en 1992. Uno,
resuelto por el mismo presidente
Saca, honrando sus ancestros,
fue regresar la embajada salvadoreña de Jerusalén a Tel Aviv. La visita que
realizó a Iraq fue un tramo del periplo que lo llevó por Medio Oriente, inédito
para un mandatario de El Salvador. Se establecieron relaciones plenas con
importantes actores de la región: Jordania, Qatar y la Autoridad Palestina. El
otro asunto es China y Taiwán, por el equívoco reconocimiento a Taipei como el
legítimo representante del pueblo chino desde el fin de guerra civil china hace
60 años, el cual aún persiste.
No se estableció una embajada salvadoreña
en Iraq. Y casi con seguridad no se abrirá por el nuevo enfoque sobre la guerra
allí del presidente
Obama, que desde la noche del 4 de noviembre pasado
reconfiguró la propia presencia de las tropas estadounidenses. Por ello, la
fuerza multinacional concluyó primero sus días.
Un sondeo de opinión
pública de USA Today/Gallup del 18 de marzo pasado, reportó que el 51 % de los
consultados tienen una apreciación positiva de la evolución de la guerra en
Irak, el doble de hace dos años. El 64 % cree que EEUU puede ganar la guerra.
Los comandantes de campo consultados por las cadenas informativas
estadounidenses responden unánimes a propósito del sexto aniversario del
conflicto: la guerra no se ha ganado, pero “la estamos ganando, con toda
seguridad”. Aparentemente, Iraq con sus 4.000 bajas estadounidenses, en el marco
de la crisis económica global, dejó de ser un problema prioritario en la
percepción del estadounidense promedio. El fantasma de “un segundo Vietnam” se
disipó. Agosto de 2010 es la referencia brindada por el presidente Obama para el
retiro sustantivo de sus tropas.
Los sondeos entre los iraquíes aportan
resultados mixtos. Hasta un 70% de los encuestados afirman que para el 2009 su
situación personal y del país es mejor que antes, pero creen que hasta el 2012
estarán sus instituciones con la capacidad para garantizarles seguridad, por lo
tanto aprecian una permanencia más prolongada de los estadounidenses, algo que
el propio Obama no ha descartado en su plan de retirada. Los ataques, donde
suelen morir fundamentalmente civiles, registran niveles inferiores respecto a
los años previos, pero continúan sin menor dosis de barbarie. A propósito del
sexto aniversario, varios bombazos en diferentes puntos de Iraq dejaron decenas
de muertos y cientos de heridos.
¿Nos toca a los centroamericanos, y a
los salvadoreños en particular por su prolongada presencia allá, comenzar a
olvidarnos de los iraquíes? ¿Tenemos por lo pronto tarea de sobra para no
distraernos de los coletazos de la crisis financiera global que por estos
parajes no son menos virulentos y, entre otros indicadores, ya muestran una baja
sensible en las remesas que envían los trabajadores migratorios particularmente
los localizados en EEUU, el cierre de maquiladoras textiles y el paro de nuevas
inversiones extranjeras?
¿Habrá tenido algún sentido haber empujado a
países pequeños, destrozados por conflictos intestinos bajo la Guerra Fría, a
asociarse con esta conflagración? ¿Tendrá sentido que en el futuro las grandes
potencias nos empujen a ser parte de turbulencias globales que en esencia
constituyen amenazas a su poder, aunque nos las vendan como “peligros a
Occidente”? ¿Nos pedirá el presidente Obama perdón por que su antecesor nos
llevó a Iraq mientras buscaba las armas de destrucción masiva? Difícil adivinar.
Si hacemos la apuesta en función del discurso del presidente Saca del 28 de
febrero pasado, en lugar de contrición, hay un singular orgullo expresado en un
impresionante desfile militar en el Estadio “Mágico González” de San Salvador:
“los cinco valientes miembros de la Fuerza Armada que entregaron sus
vidas en aras de la paz, son cinco héroes que sembraron la semilla del ejemplo
solidario de un pueblo amante de la paz, de la libertad, y la democracia…en Iraq
sus hijos agradecidos los recordarán como un país lejano pero amigo a la
vez”.