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David Morley: Medios, modernidad y tecnología (Gedisa, 2008)

David Morley: Medios, modernidad y tecnología (Gedisa, 2008)

    TÍTULO
Medios, modernidad y tecnología

    AUTOR
David Morley

    EDITORIAL
Gedisa

    TRADUCCCION
Margarita Polo

    OTROS DATOS
Barcelona, 2008. 317 páginas. 24,50 €



David Morley (1949) es profesor de Medios y Comunicación en el Goldsmiths College de Londres y uno de los principales renovadores de los estudios culturales y sobre medios

David Morley (1949) es profesor de Medios y Comunicación en el Goldsmiths College de Londres y uno de los principales renovadores de los estudios culturales y sobre medios


Reseñas de libros/No ficción
David Morley: Medios, modernidad y tecnología (Gedisa, 2008)
Por Bernabé Sarabia, lunes, 2 de marzo de 2009
Reúne este volumen un conjunto de ensayos destinados a clarificar varios de los debates clave en los campos de los estudios sobre medios de comunicación y sobre la cultura. Apoyado en una perspectiva interdisciplinar que abarca desde la sociología a la antropología y las teorías sobre comunicación, David Morley aborda las grandes cuestiones que la aparición de las nuevas tecnologías plantea en el desarrollo cultural del siglo XXI.
Con una larga obra a sus espaldas traducida a quince idiomas y con muchos de sus libros editados en bolsillo, David Morley es uno de los pensadores británicos más brillante de su generación. Nacido en 1949, comenzó sus estudios universitarios en la London School of Economics (LSE). Corrían los primeros años 70 y la actividad política de esos años, 1972 y 1974, estaba marcada por las gigantescas huelgas impuestas por los sindicatos mineros británicos. El gobierno conservador de Ted Heath tuvo que declarar la “semana de tres días”: únicamente había electricidad para mantener la industria británica tres días a la semana. En este clima de crisis política, Morley creyó oportuno enfocar su doctorado hacia el papel de los medios de comunicación en el conflicto. En la LSE no fue capaz de encontrar un director de tesis, y algo semejante le sucedió en el Goldsmith College, influenciado sobre todo por la etnometodología de Harold Garfinkel. Tras varios intentos, contactó con Stuart Hall y el llamado Media Group en Birmingham, que en aquellos años se reunía los miércoles por la mañana. Como es bien sabido, Stuart Hall era entonces el director académico, y alma mater, del legendario Center for Contemporary Cultural Studies (CCCS), de la Universidad de Birmingham. En el hoy, por desgracia, clausurado CCCS llevó a cabo en la década de los 70 una investigación destinada a analizar el popular programa televisivo de la BBC Nationwide. Dicha investigación se ha convertido en un referente obligado para quien esté interesado en el análisis de las audiencias en televisión.

Profesor en el Goldsmith College de la Universidad de Londres, Morley ha enseñado y dado conferencias en numerosas universidades esparcidas por todo el mundo. Desde su interés inicial en los análisis de la audiencia y la recepción de la televisión, Morley ha ido ampliando su horizonte de investigación y reflexión hasta alcanzar las diferentes formas de consumo audiovisual y mediático. Al mismo tiempo ha entrado de lleno en uno de los territorios sagrados de las ciencias sociales inglesas y norteamericanas, el de los estudios culturales. Cuestiones planteadas por la llamada postmodernidad -postmodernismo para muchos- o por las políticas de la identidad han sido abordadas por Morley con osadía y brillo.

Morley entra en el debate sobre la modernidad para argumentar que el proyecto de progreso que se inicia en Europa con la Ilustración no debe contemplarse desde una perspectiva eurocéntrica

Medios, modernidad y tecnología apareció en 2007 bajo el prestigioso sello británico Routledge. Por desgracia, la editorial Gedisa ha tenido la desvergüenza de suprimir, y no decirlo, las dos primeras partes de la edición inglesa. En total se han cargado desde la página 15 hasta la página 132. En la primera de las partes suprimidas, Morley comienza por establecer la relación entre los estudios culturales y las ciencias sociales. Tras esta introducción, el lector se encuentra con una excelente entrevista realizada en Berlin en 1997 por Johannes von Moltke. En la segunda parte suprimida, Claudio Flores, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, presenta una excelente entrevista en torno a los problemas metodológicos y a las prácticas de investigación de los estudios sobre medios de comunicación. Este texto, en el que ambos autores discuten el trabajo cotidiano de análisis e interpretación, así como el de observación de los medios en su influencia social, hubieran enganchado especialmente a quienes leen con el lápiz en la mano. No dudamos de las restricciones comerciales que sufren las editoriales, pero el lector especializado requiere un trato más transparente, y en Gedisa llueve sobre mojado. Hace unas semanas sacaron a la calle La fotografía y otros ensayos, una más que excelente recopilación de Siegfried Kracauer (Frankfurt, 1889 - Nueva York, 1969), tomada de su obra Das Ornament der Masse con criterios que no quedan del todo claros.

Nuestro volumen comienza, tras una Introducción que ofrece una visión de conjunto de la obra, presentando la importancia de los datos empíricos en la construcción de los estudios culturales. En esta primera parte, titulada “La geografía de la modernidad y la orientación del futuro”, Morley entra en el debate sobre la modernidad para argumentar que el proyecto de progreso que se inicia en Europa con la Ilustración no debe contemplarse desde una perspectiva eurocéntrica. En su opinión, el origen chino de innovaciones como la del papel y la imprenta, la pólvora y la brújula magnética dan pie a considerar, junto al conocimiento aportado por la ciencia musulmana medieval, que la geografía de la modernidad no es fruto exclusivo de la Europa Occidental.

La desoccidentalización de la modernidad la contempla Morley como un requisito necesario para entender la actualidad de los estudios culturales e, incluso, como algo indispensable para hacer inteligible el mundo actual

Morley pretende demostrar que si la modernidad económica se encarnaba en la Venecia del siglo XV, el Amsterdam del XVII, el Londres del XVIII o el Nueva York del XX, hoy la modernidad de Asia oriental es tan central como la que configuran Europa y Estados Unidos. La desoccidentalización de la modernidad la contempla Morley como un requisito necesario para entender la actualidad de los estudios culturales e, incluso, como algo indispensable para hacer inteligible el mundo actual.

En la segunda parte, “Domesticidad, mediación y tecnologías de lo nuevo”, Morley se deshace de la carga filosófica con la que abordaba su reflexión sobre la modernidad para bajar a niveles más concretos de las cuestiones que construyen la identidad personal y colectiva desde la cotidianidad tomada en sus aspectos más simbólicos y domésticos. Este segundo tramo del libro pone al lector frente a las tecnologías que conforman y, por qué no decirlo, determinan su vida. El interés de Morley se centra en las “historias íntimas” de cómo vivimos los nuevos medios de comunicación y los distintos aparatos y recursos que se utilizan en el día a día de cualquier persona. El televisor, la nevera, el ordenador y, por fin, el teléfono móvil como centro del universo quedan expuestos ante el lector con una sagacidad ante la que no cabe más que descubrirse y asombrarse.

En la tercera parte, “Tecno-antropología: iconos, tótems y fetiches”, se vuelve y revisa desde una perspectiva simbólica una serie de objetos como el televisor, el ordenador o el teléfono móvil, a los que Morley ya se había referido y ahora se empeña en deconstruir. Para ello recoge la crítica de videoartistas como Nam June Paik o Bill Viola, que muestran lo que la televisión tenía de fetiche en los años cincuenta. Ahora los tótems de las “tecnotribus” de la modernidad son el teléfono móvil, los reproductores portátiles de MP3, iPods, iPhones o ciertos ordenadores.

La posición de Morley se desliza hacia una negación de distintas dicotomías que han sustentado un buen número de posiciones académicas y políticas. De este modo, la contraposición Este/Oeste queda difuminada. Lo mismo sucede con la clásica dicotomía tradición/antigüedad o, incluso, moderno/premoderno

Por último, en el segmento de texto que el autor ha denominado “Coda” se comienza por desmentir la teoría tanto hegeliana como weberiana que contempla el proyecto ilustrado como esfuerzo de modernización paralelo a una tensión secularizadora de la sociedad. Morley ve a Estados Unidos como una sociedad intensamente religiosa. Dicha fe, por paradójico que pueda parecer, habría tenido mucho que ver con el “fundamentalismo del mercado”, consecuencia del maridaje entre la economía positivista, apoyada en la creencia en la “teoría de las elecciones racionales”, y un “modelo despojado de subjetividad humana en la forma de hombre económico”. Dicho racionalismo científico tendría su origen, para Morley, en el culto decimonónico del positivismo debido a Augusto Comte y al conde de Saint-Simon.

Aunque podría parecer que Medios, modernidad y tecnología pierde tracción debido a que varios de sus capítulos están rehechos a partir de escritos elaborados a lo largo de varios años, lo cierto es que esa amenaza de incoherencia se salva en la medida en que Morley se agarra siempre al significado e importancia que los estudios culturales tienen para comprender la actividad humana. Al mismo tiempo el lector goza de la aguda capacidad de Morley para establecer relaciones entre los objetos que amueblan nuestra vida. Al igual que John Hartley, Morley afirma que no se puede analizar el contenido de los programas de televisión sin considerar otros muebles domésticos como la nevera, la lavadora o el teléfono móvil.

Como les sucede a un buen número de los académicos dedicados a los estudios culturales, una perspectiva básicamente anglosajona, Morley es un decidido defensor del “giro geográfico”, según el cual el modelo occidental ha perdido su potencial explicativo y su capacidad para proporcionar instrumentos de análisis a la historia y a las ciencias sociales. La lectura eurocéntrica de la historia es criticada y rechazada constantemente en este volumen. Algo que al lector en español no puede extrañarle tras la lectura de la compilación de Morley, Curran y Walkerdine Estudios culturales y comunicación (Paidós, 1998), en la que se hace una cerrada defensa de la hibridación cultural. Es evidente que la posición de Morley se desliza hacia una negación de distintas dicotomías que han sustentado un buen número de posiciones académicas y políticas. De este modo, la contraposición Este/Oeste queda difuminada. Lo mismo sucede con la clásica dicotomía tradición/antigüedad o, incluso, moderno/premoderno.

Junto a esta capacidad provocadora, que también es evocadora, el lector vuelve a gozar en este volumen con la especial capacidad para mezclar el análisis micro con la perspectiva macro. Morley tiene el don de amalgamar el detalle concreto tomado de su aguda visión de la vida cotidiana con la gran teoría. Nos hace entender con claridad y viveza tanto el significado de la pérdida de un teléfono móvil como la gran teoría de Wallerstein sobre la decadencia de Estados Unidos.
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