Luego de leer la critica de Justo Serna a la novela de Mario Vargas Llosa, Travesuras de la niña mala, me llamó la atención su siguiente afirmación: "Creo que es la parte menos valiosa de la obra: ese contexto de un sociologismo y de un historicismo enfáticos. En cambio, cuando la novela abandona la radiografía urgente haciendo explícitos los recursos del folletín, entonces..."
Como peruano e inmigrante --resido en Canadá-- mi interpretación de la obra necesitaba de ese entorno socio-político para capturar la esencia de lo que en mi opinión Mario Vargas Llosa ha querido transmitir: "La niña mala representa a Perú".
La genialidad de la obra, desde mi perspectiva, reside en la parábola mediante la cual se asimila la atracción dolorosa e idealista que tiene un hombre de conceptos claros --Ricardo Somocurcio--, enfermo de amor por una mujer que sabe arribista pero que le provee de gozo, con la atracción, no menos dolorosa e idealista, que tienen otros peruanos de objetivos claros que residen en el extranjero por una patria --Perú-- en la que se saben forasteros y donde no es muy difícil adivinar el trato agresivo y egoísta que recibirán si insisten en estrechar sus lazos con su país --el mismo trato que recibiría Paul Escobar y Alberto Lamiel, el sobrino idealista llegado de MIT para "hacer patria"--
Es bueno recordar que pese a todo el trabajo profesional de Mario Vargas Llosa desplegado a lo largo de su vida, fue un advenedizo improvisado quien le arrebato la posibilidad de convertirse en presidente de Perú, gracias al voto popular.
Puede que mi particular contexto y entendimiento de la realidad política/económica peruana me hallan llevado a esta interpretación, pero de cualquier modo, es el autor el único que puede darnos el verdadero sentido de la obra.
Saludos cordiales
Dagoberto Torres
Oakville, Ontario (Canadá), 1 de enero de 2008