Magazine/Música
Crítica del CD homónimo de "The Good, the Bad and the Queen"
Por Marion Cassabalian, domingo, 1 de abril de 2007
Un ex Blur, un ex The Clash, un ex The Verve y uno de los mejores baterista del mundo se juntan para dar a luz a un estilo nuevo, distinto y muy relajante. “The Good, The Bad and The Queen” invita a un viaje tanto melódico como melancólico.
Nadie podría adivinar que detrás de The Good, The Bad and The Queen se esconden cuatro artistas tan distintos como David Albarn, Simon Tong, Paul Simonon y Tony Allen. El primero de ellos es el genio de Blur que dio vida luego al excelente y sorprendente Gorillaz, un grupo de dibujos animados que pasa del reggae a la música electrónica (entre otros estilos) con una habilidad prodigiosa.
Inicialmente se pensó que este disco era otro proyecto en solitario de este cantante y músico inglés, pero la revista británica New Musical Express reveló a finales de julio del 2006 que se trataba en realidad de una de sus nuevas agrupaciones. Albarn se rodeó una vez más de Simon Tong, el ex guitarrista de The Verve y su brazo derecho desde que tocó durante la gira Think Tank de Blur sucediendo a Graham Coxon y participó al álbum debut de Gorillaz, Demon Days; también invitó a sumarse a esta aventura a Paul Simonon, el bajista de 51 años de los legendarios The Clash; y por si fuera poco, Albarn cuenta, para darle ritmo a este trío, con el pionero del afrobeat y baterista de África 70 y del maestro Fela Kuti, el nigeriano Tony Allen.
Es difícil imaginar el resultado de esta convivencia: cuatro artistas con personalidades muy marcadas y de una calidad más que reconocida; cuatro estilos de música muy distintos que abarcan desde el mejor punk de los años 70 (recuerden a Paul Simonon rompiendo su bajo en la portada del London Calling, probablemente uno de los mejores discos de la historia del rock) hasta el rock pop de The Verve, pasando por el funk africano endiablado de Tony Allen y las geniales mezclas y letras de Albarn… Pero The Good, the Bad and the Queen es otra cosa. Es algo más.
...canciones relajadas que crean ambientes, letras comprometidas que hablan de la realidad y de la vida en la gran urbe, melodías que enganchan gracias a la original voz del cantante, a la vez impactante y melancólica…
Los cuatro artistas tienen en común a Londres y esta influencia británica que se refleja en este primer trabajo. También tienen en común el hecho de ser grandes músicos con una carrera ya reconocida que les permite lanzarse en algo distinto, algo nuevo y difícil de encasillar.
El contenido del álbum es muy interesante aunque un poco monótono: canciones relajadas que crean ambientes, letras comprometidas que hablan de la realidad y de la vida en la gran urbe, melodías que enganchan gracias a la original voz del cantante, a la vez impactante y melancólica… La potencia de la guitarra de Tong, los arreglos y efectos de Albarn con el teclado y un bajo rotundo y sencillo sirven a dar relieve a un estilo que podría llegar a parecer un poco uniforme. Se echa quizás en falta más protagonismo de la batería de Allen, siempre presente pero en un segundo discreto plano.
Algunos temas merecen una atención especial: la primera canción, "History Song", descubre la peculiar voz de Albarn y abre la puerta de nuevo mundo sonoro. Desde el comienzo, uno entiende que se encuentra frente a algo desconocido y poco habitual en el mundo del rock. Los sutiles arreglos de hammond, los coros y el crescendo del conjunto dan ganas de subirse al tren de este curioso viaje…
Pero lamentablemente, los temas que componen el cuerpo principal del disco (“80’s life”, “Behind the sun”, “The butting song”, “Nature Springs”, “A soldier tale” y “Three changes”) se debaten dentro de un mismo ritmo demasiado monótono. Menos mal que aumenta un poco la tensión gracias a los ritmos electrónicos y el teclado de la tercera canción "Northen Whale", la original melodía y los arreglos del siguiente tema "Kingdom of Doom" y el peculiar ambiente de “Herculean”, el primer single del álbum.
Por fin, sube la carga emotiva en el penúltimo tema, “Green fields” (tema que recuerda un poco a los Beatles sobre todo por el claro sonido de la guitarra) que parece preparar al subidón de la verdadera joya de este álbum, el ultimo tema “The Good, the Bad and the Queen”.
El resultado es en definitiva un disco atmosférico pero con momentos de tormenta que gira en torno a la figura de Albarn, que seguramente hubiera podido grabar el mismo disco con músicos desconocidos. O no… de ahí su genialidad…