En las paginas de política internacional de los periódicos de medio mundo, en los noticiarios radiofónicos y televisivos se está hablando estos días de una vuelta a la Guerra Fría, a la diplomacia propia de aquel periodo reciente de nuestra historia. ¿Qué fue la Guerra Fría?, ¿cuándo surgió?, ¿en qué consistió? Responder a estas preguntas a grandes rasgos es lo que pretendo hacer a continuación.
Tras la II Guerra Mundial, por primera vez en siglos, el poder no descansaba en media docena de potencias eminentemente europeas, sino en Washington y Moscú. La estabilidad internacional iba a depender en el futuro de la capacidad de entendimiento entre la URSS y EEUU, dos estados de dimensiones continentales, recién elevados a la nueva categoría de superpotencias y máximos adalides del socialismo y del capitalismo, del comunismo y del liberalismo, ideologías y sistemas excluyentes. La rivalidad, hostilidad y competencia en todos los terrenos entre EEUU y la URSS, apoyados en sus bloques respectivos, fueron un factor clave en las relaciones internacionales y la política de las décadas posteriores a 1945. Aunque no existió un enfrentamiento bélico directo entre ambos países, sí hubo un estado de tensión permanente, múltiples enfrentamientos indirectos y una continua competencia en el terreno militar, diplomático y del espionaje, situación que se definió con el concepto de “Guerra Fría”. Elemento fundamental de la misma fue la existencia del equilibrio del terror, ya que la posesión por ambas partes de una enorme fuerza militar y sobre todo de armas nucleares con un poder de destrucción global, servía como elemento de persuasión para evitar el estallido de una guerra directa, que hubiese resultado letal para la humanidad.
Aunque existe un amplio debate sobre los orígenes de la Guerra Fría, parece evidente que la principal causa de la misma fue la propia existencia de dos grandes potencias con ideologías e intereses antagónicos, que se temían mutuamente al tiempo que deseaban aumentar su influencia. Acostumbrados a encontrarse rodeados de países capitalistas hostiles, los soviéticos estaban ante todo preocupados por asegurarse un cinturón defensivo que evitara un nuevo ataque directo a la URSS, además de observar con desazón la posesión de armas nucleares por los EEUU y el anticomunismo militante de sus gobernantes, sin renunciar a un plazo más largo al triunfo mundial del ideal comunista. Por su parte los norteamericanos desconfiaban de la expansión rusa en el este europeo y temían que el contagio comunista se extendiese a otros países, al tiempo que estaban firmemente decididos a asegurar su hegemonía económica y política en la mayor parte del mundo. En ambos casos se trataba tanto de la preocupación por asegurar la propia seguridad como del deseo de alcanzar una hegemonía política.
La URSS se encontraba en 1945 con una oportunidad histórica tanto de extender el comunismo como de asegurar la seguridad de sus fronteras. Ahora que sus tropas habían liberado todo el Este europeo de la dominación nazi,
Stalin buscó obtener ventaja de ello para extender el imperialismo soviético. Contó para esto con la fuerza del Ejército Rojo, la diplomacia soviética (apoyada en un servicio secreto omnipresente) y los partidos comunistas de toda Europa, fieles a la disciplina internacionalista. La expansión del imperialismo soviético se extendió a Polonia, Checoslovaquia, Hungría y Rumania, países fronterizos con la URSS, a los que se sumaron la zona alemana oriental, la rusófila Bulgaria, Yugoslavia y Albania. Entre 1945 y 1948, a la espera de encontrar una solución permanente para el problema alemán, la URSS culminó el proceso de satelización de la Europa Oriental. En estos países, los gobiernos de coalición antifascista de primera hora fueron progresivamente eliminados por los partidos comunistas. La progresiva instalación de regímenes prosoviéticos culminó en febrero de 1948 con el golpe de Praga. Con estos pasos quedó formado un bloque socialista, antagónico al liderado por EEUU. Además en 1947 se había constituido por representantes de ocho partidos comunistas europeos la Oficina de Información Comunista (Kominform), en sustitución de la Komintern.
La influencia soviética en Europa Oriental despertó una preocupación creciente en Occidente, denunciando
Churchill ya en 1946 la caída de un “Telón de Acero” desde el Báltico al Adriático y la necesidad de una respuesta por los países de lengua inglesa. Se extendió el temor de una amenaza comunista sobre Europa Occidental, acrecentado por el hecho de que países como Francia, Bélgica o Italia se encontraban en pleno caos económico y político, contando con partidos comunistas que tenían responsabilidades de gobierno tras su destacada participación en la resistencia. En realidad operó nuevamente una combinación de temor y un deseo de asegurar una situación de poder. Esto último vale especialmente para los EEUU, que vincularon la defensa del “Mundo Libre” frente a la amenaza comunista con el mantenimiento de su hegemonía política, militar y económica en la mayor parte del mundo.
Explosion termonuclear de bomba de hidrogeno (vídeo colgado en YouTube por cerbatanaserbuena)La posición de los EEUU quedó definida con claridad en 1947. Ese año el presidente
Truman declaró su voluntad de apoyar económica, política y militarmente a Grecia (en plena guerra civil entre el gobierno derechista y la guerrilla comunista del ELAS) y Turquía y, por añadidura, a todos los gobiernos resistentes a la presión soviética (doctrina Truman). Al tiempo se anunció el llamado Plan Marshall (por el nombre del secretario de Estado), un programa de ayuda a Europa con el fin de evitar el colapso económico, garantizar la recuperación y mantenimiento del sistema capitalista en el viejo continente, así como asegurar la hegemonía política y económica de EEUU. En Europa, los gobiernos belga, francés e italiano excluyeron a los partidos comunistas (en este último caso estaba prevista una intervención militar de EEUU si comunistas y socialistas ganaban las elecciones de 1948). A partir del verano de 1947, el clima de las relaciones internacionales se enfriaba irreversiblemente.
Por su parte Stalin declaró que el Plan Marshall no tenía otra finalidad que aislar a la URSS, rechazando los países socialistas las ayudas americanas. Como contrapartida en enero de 1949 se creó el COMECON, organismo de integración económica de los países de este bloque. En octubre de ese crucial año tuvo lugar también la victoria en la guerra civil china de las fuerzas comunistas de
Mao Tsé Tung frente a los nacionalistas del Kuomintang, dando lugar a la fundación de la República Popular China. Las fuerzas nacionalistas derrotadas, que habían contado con el apoyo de EEUU, se refugiaron y formaron un gobierno propio en Taiwán.
La cuestión más espinosa era el futuro de Alemania. Apenas tres años después de la derrota de
Hitler, la política occidental consistía progresivamente en insistir menos en la desnazificación y más en la reconstrucción de la potencia germana. En junio de 1948 los tres aliados occidentales acordaron unificar económicamente el territorio bajo su control, primer paso para la creación de una Alemania pro-occidental como baluarte anticomunista. Esto violaba los acuerdos previos y era inaceptable para los soviéticos, que deseaban una Alemania unida y favorable a la URSS. Por tanto reaccionaron mediante el bloqueo terrestre de Berlín (la capital alemana, enclavada en mitad de la zona soviética, estaba también dividida en cuatro zonas de ocupación). Los EEUU respondieron a su vez estableciendo un costoso puente aéreo para mantener abastecida la ciudad, en medio de una gran tensión. Ante el fracaso del bloqueo, Stalin decidió abandonar la tentativa en mayo de 1949. La división de Alemania era ya un hecho, pues ese mismo año se crearon la República Federal en el oeste y la República Democrática en el este.
La dinámica de bloques se reforzó con la creación de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), acordada en Washington en marzo de 1949. Se trataba de una organización militar permanente integrada por EEUU, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Canadá, Francia, Islandia, Italia, Noruega, Portugal y el Reino Unido, formando una alianza frente a los soviéticos. Los EEUU prosiguieron en el Pacífico con su política de alianzas militares con la creación en 1951 del ANZUS (Australia, Nueva Zelanda y EEUU) y en 1954 de la SEATO (Organización del Tratado del Sudeste Asiático). Tras la entrada de Alemania Federal en la OTAN en 1954, el bloque socialista respondió en 1955 agrupándose en el Pacto de Varsovia, alianza militar integrada por la URSS, Alemania Democrática, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumanía y Albania.
En cualquier caso la “Guerra Fía”, tras abrirse paso entre 1945 y 1949, quedó consolidada en 1949, año en que la URSS experimentó con éxito la bomba atómica, lo que suponía el final del monopolio nuclear norteamericano y abría paso al equilibrio del terror. La escalada en la investigación y construcción de armas de destrucción masiva continuó en los años siguientes: en 1951 los norteamericanos probaron la bomba H, de mucho mayor poder destructor, que sus rivales soviéticos obtuvieron dos años después. Este equilibrio nuclear impidió un choque directo, pero dio alas a una escalada en el recelo y en la competición militar de ambos bloques, sin impedir el estallido de tensos conflictos y virulentos enfrentamientos durante la década de los cincuenta.
El conflicto más grave fue la guerra de Corea (1950-1953), resultado de la división de la península asiática en dos zonas, soviética y americana, tras la guerra mundial. En 1948 los EEUU auspiciaron la proclamación en el sur de la República de Corea, mientras en el norte se fundó una República Popular de Corea controlada por los comunistas. Dos años después, tras la retirada de las tropas de las potencias ocupantes, el ejército del norte invadió y ocupó la mayor parte del sur. El conflicto se internacionalizó: EEUU y sus aliados respondieron enviando a Corea un ejército bajo mandato de la ONU, mientras que la amenaza a la frontera china originó la entrada en la lucha de tropas de este país en apoyo de los norcoreanos. Ante el peligro de generalización del conflicto y las amenazas de emplear armas atómicas, en 1953 se acordó un armisticio y se volvió a la división anterior en dos mitades, dejando tras de sí cinco millones de muertos.
La Guerra Fría acabó cuando desapareció la URSS como tal, cuando el sistema económico e ideológico defendido y representado por la URSS pasó a ser historia.