En claro contraste, el presidente del país que
expropió el petróleo en 1938 y legó al mundo la Doctrina Estrada, calificó las
decisiones de otro Estado soberano de “irresponsables” y “muy poco racionales” y
sentenció que “no van a hacer bien a nadie”. Al hacerlo violó la Constitución,
esta vez no en temas electorales como en ocasiones anteriores, sino en lo
relativo a los principios de la política exterior mexicana, entre ellos el de no
intervención y autodeterminación, establecidos en el artículo 89, fracción X;
violó también distintas normas del derecho consuetudinario
internacional.
Pero una aproximación seria y respetuosa para
todas las partes sobre el diferendo entre el Estado argentino y Repsol pone de
manifiesto que existe una importante diferencia de visión, objetivos y lógica de
la empresa privada y el Estado nacional.
Con la lógica del mercado, la empresa privada
busca una pronta, segura y elevada tasa de retorno de su inversión y desde Adam
Smith se reconoce que el afán de lucro es el motor de la actividad económica de
los particulares. El Estado, particularmente en países democráticos, tiene que
garantizar el interés nacional y los intereses de la sociedad, en especial de
los grupos desprotegidos, por encima de otra
consideración.
El interés individual y el interés colectivo no
siempre son compatibles, en especial cuando están en juego los recursos
estratégicos de una nación. Por eso los países que permiten que sus recursos
naturales sean explotados por empresas privadas deben contar con leyes, sistemas
y órganos reguladores suficientes y eficaces para que el interés de los
particulares no lesione los intereses de la comunidad ni envenene el medio
ambiente.
En Argentina, la disminución de las inversiones
y actividades de YPF-Repsol, explicable por los problemas financieros de España,
había reducido la producción petrolera de 111 millones de barriles en 2009 a 100
millones en 2011 y la de gas, de 10.7 millones de metros cúbicos a sólo 8.8
millones entre los mismos años, lo que provocó importaciones de hidrocarburos
por cerca de 10 mil millones de dólares: casi
todo el superávit comercial del país.
Éste es un claro ejemplo de las diferencias de
óptica e interés. Para Repsol fue conveniente reducir sus gastos de capital, que
dan frutos en el mediano y largo plazo, pero para Argentina, esa misma decisión
puso en riesgo el abasto al mercado interno y los precios de los combustibles,
en perjuicio de los hogares, que utilizan grandes volúmenes de gas en el
invierno. Además, la falta de inversiones de YPF-Repsol impidió aprovechar las
grandes reservas de gas shale en La Patagonia, que le habían sido concesionadas.
Durante dos años, las autoridades argentinas negociaron sin éxito con Repsol,
hasta que no quedó más remedio que la expropiación.
El tema es relevante para México porque tenemos
importantes reservas de gas shale o gas no convencional provenientes de lutitas
en la frontera con Texas. Su explotación requiere fuertes cantidades de arenas
especiales, maquinaria pesada, agua a presión y agentes químicos para romper y
mantener abiertos los conductos por donde fluya el gas, así como disponer del
agua contaminada. En Texas, esa agua se retira en grandes contenedores debido a
las demandas de agricultores y ganaderos de ese Estado.
La exploración y explotación del gas shale
tiene ventajas y retos para nuestro país, pues en la frontera norte no existen
agua suficiente ni caminos adecuados para el transporte de materias primas y
maquinaria pesada. Además, es preciso adecuar la legislación ambiental y hacer
efectiva su aplicación para evitar que el agua utilizada contamine los suelos y
mantos acuíferos de la región. Antes de permitir cualquier forma de
participación privada en la explotación del gas shale, el Estado mexicano
debería constituir un organismo regulador con funciones y recursos suficientes
para otorgar los permisos y fiscalizar la operación.
Respecto a Repsol-España, llama la atención que
cuando Pemex aumentó su participación accionaria al 10%, fue acusado de atentar
contra la“españolidad” de la empresa y cuestionada su alianza con la
Sacyr-Vallehermoso. Ahora que Argentina expropia las acciones de YPF-Repsol, la
acusan cometer “ilícitos” y de atentar contra la libre empresa y los tratados
internacionales. Por eso la posición asumida por el presidente Calderón no sólo
contraviene la Constitución sino que tampoco es congruente con los intereses de
México.
Las presiones a Argentina son similares a las a
que se ejercieron contra México, Irán, Bolivia y otros países cuando decidieron
rescatar el control nacional de sus recursos estratégicos. Mientras, en España
la ola "nacionalista" arrastró incluso al líder del Partido Socialista. Ni modo,
pueden más los intereses e las grandes empresas que las diferencias entre las
ideologías opuestas.