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Playa de Las Catedrales

Playa de Las Catedrales

    AUTOR
Xosé María García Palmeiro

    LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO
Monforte de Lemos (Lugo), 1956

    CURRICULUM
Licenciado en Historia y periodista, profesión que ejerce desde 1974 en diferentes empresas de prensa, radio y televisión. Autor de diversas publicaciones y ensayos sobre temas de comunicación, sociedad, cultura y del sector de la comunicación. Es Director de Comunicación del Consello da Cultura Galega (CCG) y columnista de los diarios Galicia Hoxe y Xornal de Galicia, además de vicepresidente de la Asociación de Periodistas y Estudiosos del Camino de Santiago (APECSA)

    OTRO AUTOR
Xosé Manuel Santos

    BREVE CURRICULUM
Doctor en Geografía por la Universidad de Santiago de Compostela. Ha realizado estancias de investigación en diferentes países como Reino Unido, Canadá o Brasil, y trabajado en diferentes proyectos internacionales de ámbito turístico. Actualmente es director del Centro de Estudios e Investigaciones Turísticas de la Universidad de Santiago de Compostela



Xosé María García Palmeiro

Xosé María García Palmeiro

Xosé Manuel Santos

Xosé Manuel Santos

Souto de Retorta

Souto de Retorta

Catedral de Mondoñedo

Catedral de Mondoñedo

Pedra Abaladoira

Pedra Abaladoira

Sargadelos

Sargadelos

Estatua de Álvaro Cunqueiro

Estatua de Álvaro Cunqueiro

Marqués de Sargadelos

Marqués de Sargadelos


Magazine/Nuestro Mundo
A Mariña lucense (Galicia)
Por Xosé María García Palmeiro y Xosé Manuel Santos, lunes, 2 de marzo de 2009
A Mariña es un hermoso territorio repleto de encanto y magia que bien merece ser descubierto y gozado en cualquier época del año. Situada al norte de la provincia de Lugo, agrupa dieciséis municipios en un espacio de 1.660 kilómetros cuadrados, delimitado al norte por el mar Cantábrico —una bella llanura litoral y la rasa— y al sur por las sierras de O Xistral, Pousadoiro y Lourenzá, por donde discurren las cuencas de los ríos Masma, Ouro y Landro. Como señalan los autores de la guía A Mariña irrepetible,, Xosé María García Palmeiro y Xosé Manuel Santos, la suavidad del clima, el poderoso y permanente atractivo del mar y el verdor de una vegetación exuberante en montes y valles en eterna convivencia con el agua son reclamos suficientes para suscitar el interés del viajero e invitarle a hacer parada y fonda.
Cómo es A Mariña

La comarca de A Mariña abarca un amplio espacio de unos 1.660 km2 que se extiende al norte de la provincia de Lugo con una delimitación bastante clara. De este a oeste, se desarrolla entre el río Eo, que establece la divisoria con el Principado de Asturias, y el Sor, que marca el cambio hacia la provincia de A Coruña. Por el norte, A Mariña limita con el mar Cantábrico, que tiene su frontera occidental en la vecina Estaca de Bares, y que es el claro referente marítimo. Por el sur, las montañas de las sierras septentrionales gallegas cierran este interesantísimo territorio.

La delimitación que, grosso modo, demarca esta unidad nos está hablando ya de diversidad: ríos y rías, mar y montaña ayudan a conformar unos paisajes naturales de extrema belleza en los que se intercala la intervención humana, visible en los campos de cultivo, en los verdes prados, en las minúsculas aldeas, en iglesias, monasterios y castillos o en las villas históricas de Ribadeo, Viveiro o Mondoñedo.

Ría de Ribadeo

Ría de Ribadeo

A Mariña es una pequeña joya casi desconocida para los viajeros, que incluso ignoran, con frecuencia, que Lugo es una provincia con salida al mar. Tal vez las deficientes comunicaciones que durante mucho tiempo dificultaron la visita a este espacio hayan contribuido al escaso conocimiento de estas tierras. Pero este mismo motivo es el que ha permitido que la comarca, al mantenerse alejada de los grandes desarrollos turísticos, conserve unos paisajes naturales y culturales impecables, motivo de sorpresa continua para quien se acerca a estos parajes.

Sin embargo, este alejamiento de los grandes mercados turísticos no es sinónimo de pobreza ni de estancamiento. Al contrario, estamos ante uno de los territorios más dinámicos, no sólo de la provincia sino también de Galicia. El sector primario tiene un protagonismo muy especial, sobretodo la ganadería y la pesca. Esta última cuenta con importantes infraestructuras: puertos como los de Burela o Celeiro son hoy la base de una flota que faena en aguas internacionales y se ha especializado en especies como el bonito o la merluza procedente de los bancos del Gran Sol. También la industria, que tiene su principal protagonismo en la fábrica de alúmina-aluminio de San Cibrao, genera un significativo movimiento económico. Y, por supuesto, el turismo, que ha sabido jugar sus bazas sin caer en la masificación que afecta a buena parte del litoral español.

Este dinamismo económico tiene su reflejo en un movimiento demográfico positivo que nos deja una población próxima a los 80.000 habitantes. Además del crecimiento natural hay que significar la importancia de la inmigración que, en esta comarca, no es nueva. Prueba de ello es la gran colonia caboverdiana, que se concentra sobre todo en Burela, relacionada con la pesca y que es un ejemplo magnífico de integración y convivencia.

Patrimonio natural

A simple vista, en A Mariña podemos distinguir claramente tres grandes ámbitos espaciales: la costa, los valles y las montañas. Estas tres unidades conforman un conjunto armonioso y en plena interacción. Las rías de Ribadeo, Viveiro y O Barqueiro penetran tierra adentro siguiendo el curso de los ríos Eo, Landro y Sor, respectivamente. Las sierras septentrionales, con el imponente macizo del Xistral, se deslizan hacia el mar y alimentan numerosos cursos de agua de escaso recorrido pero de cristalina belleza, como son, por ejemplo, el Masma y el Ouro además de los ya citados. Esta proximidad al Cantábrico nos deja también espectaculares miradores a los que merece la pena asomarse.

La costa de Lugo se caracteriza, en general, por su carácter rectilíneo y el dominio de una amplia llanura litoral, particularmente en su parte más oriental, donde escasean los abrigos naturales. Mientras, en su sector más occidental la montaña se acerca mucho al mar, lo que da lugar a fuertes desniveles; además encontramos grandes entrantes, como los que conforman las rías de Viveiro y O Barqueiro, así como otros pequeños sectores muy protegidos y que favorecieron el establecimiento de poblaciones al amparo de la vida en el mar, como es el caso de Burela y Celeiro.

En cualquier caso, a lo largo de todo su trazado nos encontramos con un rosario de playas de extraordinaria calidad. Sin duda, la más conocida y visitada es la de As Catedrais (Las Catedrales), en la parte oriental de la comarca, pero otras muchas de diferentes características sirven para el baño y el descanso de turistas y residentes. Aquí hallamos algunos de los mejores arenales de Galicia, que tienen como valor añadido su escasa masificación. Éste es uno de los grandes atractivos turísticos de la comarca aunque no es, ni mucho menos, el único.

Los valles conforman una segunda unidad. Están formados por ríos de corto recorrido y trazado sur-norte que nacen en las sierras septentrionales y, con el tiempo, han contribuido a generar amplios espacios en los que se concentra una parte importante de la actividad humana. Ésta se ha dirigido sobre todo a las actividades agropecuarias y, gracias a la pluviosidad y a la elevada humedad, ha dado origen a una fuerte especialización ganadera. Por supuesto, merecen una especial atención los ríos, con sus bosques galería de vegetación caducifolia y su riqueza piscícola, que los hace atractivos para los aficionados a la pesca.

Finalmente, nos encontramos con las montañas que cierran por el sur todo este conjunto y que contribuyen a darle ciertas particularidades naturales. La sierra de O Xistral es el macizo montañoso más imponente, pues supera ligeramente los mil metros de altitud en su punto más elevado. También nos encontramos otras alineaciones de menor tamaño más próximas al litoral y que son especialmente interesantes por actuar como miradores naturales. En algunos de los puntos altos de estas montañas septentrionales encontramos restos de la acción del hielo. Tal vez el elemento más llamativo sean las amplias extensiones de turberas que forman uno de los espacios naturales de mayor valor y atractivo, considerando siempre su fragilidad.

Por lo que se refiere a estos espacios naturales, ya hemos dicho que en esta comarca existen lugares de enorme interés en los que se entrecruzan paisajes de montaña, valles y un litoral absolutamente espectacular. El valor ecológico de las turberas del Xistral (especialmente en el municipio de O Valadouro), así como las del macizo de A Toxiza (Mondoñedo) o de los montes de Os Cabaleiros, exige un especial cuidado cuando las visitemos. Estas elevaciones montañosas, muchas veces próximas al litoral, nos dejan impresionantes miradores naturales: el de San Roque (Viveiro), el de Santa Cruz (Ribadeo), el del monte Castelo (Viveiro) o el de Padornelo (Mondoñedo), además de las panorámicas que se observan desde otros muchos puntos, como puede ser el monte de A Frouxeira (Alfoz), con unas perspectivas auténticamente increíbles.

En el lado contrario de las elevaciones montañosas nos encontramos con las playas, casi ochenta, que suman más de veinte kilómetros de longitud. Pero, además, el paisaje litoral es diverso, como lo demuestra la confluencia de las famosas catedrales de la playa de Augas Santas; la tranquilidad de la ría de O Barqueiro o los estuarios de los ríos Sor y Eo, que acogen una gran riqueza de flora y fauna.

Los ríos nos ofrecen también entornos de espectacular belleza a lo largo de su recorrido, con bosques galería y aguas cristalinas, entre los que destacan los de algunos tramos, del río Sor.

Tanta riqueza natural ha propiciado la existencia de espacios protegidos bajo el amparo de diferentes figuras. Así nos encontramos, por ejemplo, con la Reserva de la Biosfera del río Eo compartida con las vecinas tierras de Burón y Oscos. Además, la ría de Ribadeo figura como un humedal protegido, la playa de As Catedrais como monumento natural, y en el Souto da Retorta (Chavín-Viveiro) se pueden admirar los impresionantes eucaliptos de más de 150 años de antigüedad. Las referencias a las joyas naturales de A Mariña serían muy largas de describir, así que tan sólo citaremos algunas de las más representativas, como son los LIC (Lugares de Interés Comunitario) de los ríos Foz-Masma, Ouro o Landro, o el de la sierra de O Xistral, de enorme valor ambiental con sus turberas y paisajes de montaña que se extienden también por los macizos próximos.

Desembocadura del río Sor

Desembocadura del río Sor

En cuanto a la vegetación, aun siendo cierto el claro predominio del eucalipto (no en vano esta comarca fue pionera en su cultivo como lo demuestran los viejos ejemplares de Chavín), todavía se observan importantes masas de especies autóctonas. Los bosques galería de los ríos son un magnífico ejemplo, pero también lo son otros parajes como la Fraga das Furnas (O Valadouro), rica en acebos, o la de As Reigadas (A Pontenova), entre otras.

También nos encontramos con formaciones graníticas muy singulares, como las del macizo de A Toxiza, con su famosa Pedra Abaladoira o las del monte Castelo (Viveiro), que forman una pequeña ciudad encantada. Las caídas de agua son otro recurso excepcional, sobre todo la del denominado Pozo da Ferida (Viveiro-Xove) con una caída vertical de 30 metros, o la del Pozo da Onza (O Valadouro).

Al hablar de espacios naturales no podemos dejar de destacar el que tal vez sea uno de los más espectaculares de Galicia, las cuevas del Rei Cintolo en Mondoñedo, ejemplo magnífico de formas calcáreas, tan escasas por estas tierras. A lo largo de sus más de siete kilómetros y sus varias galerías, se pueden observar formas curiosas esculpidas por la acción del agua durante miles de años. Su extraordinaria singularidad hace que la visita sea muy difícil y esté restringida.

En definitiva, la naturaleza ha sido muy generosa con A Mariña y sus habitantes han sabido conservar y transmitir esta herencia. Senderos y caminos históricos nos sirven para conocer todos estos rincones de singular belleza. Pero la vía por excelencia de este territorio es el Camino de Santiago en su vertiente septentrional, que atraviesa esta comarca desde Ribadeo en dirección a Mondoñedo.

Patrimonio cultural

Si la naturaleza ha sido tan generosa con este espacio de A Mariña, el ser humano ha sabido aprovechar todas estas bondades para desarrollar una intensa actividad cuyas huellas pasadas son muy visibles. Por supuesto, tenemos que hacer referencia a las tres villas históricas que estructuran la comarca, Ribadeo, Mondoñedo y Viveiro. Cualquiera de ellas merece una visita pausada para admirar sus conjuntos monumentales. Ribadeo es un núcleo muy dinámico que está experimentando un rápido crecimiento pero ha sabido conservar buena parte de sus valores arquitectónicos representados en obras civiles y religiosas, como puede ser la magnífica Casa dos Moreno, auténtico símbolo de esta interesante población.

Por su parte, Viveiro se encuentra en el otro extremo de la comarca, en A Mariña Occidental. Se trata de otro núcleo histórico de gran importancia reflejada en su increíble patrimonio construido. Su seña de identidad es la famosa Puerta de Carlos V, pero hay otros muchos elementos que dan una especial armonía a esta pequeña ciudad, como su plaza Mayor o el convento de San Francisco. El plateresco, el barroco, la arquitectura medieval, el modernismo o el regionalismo son algunos de los estilos que nos podemos encontraren Viveiro.

De Mondoñedo se debe decir muy poco porque su monumentalidad necesita ser contemplada en directo para entenderla. Su glorioso pasado como sede episcopal está presente en cada uno de sus rincones. La historia contemporánea no ha sido justa con esta pequeña ciudad, inmerecidamente olvidada, aunque ello haya contribuido a mantener intacta su extraordinaria belleza. Sin duda, su gran joya es la catedral de la que fue obispo, entre otros, San Rosendo. Otros muchos edificios de enorme interés artístico conforman uno de los centros urbanos históricos más singulares de Galicia. A este hecho se une una lista importante de personajes ilustres que nacieron o vivieron en este núcleo del interior de A Mariña, entre los que destaca el gran contador de historias Álvaro Cunqueiro.

Aparte de estas tres villas citadas, nos encontramos con otros núcleos que merecen también ser visitados. Es el caso de la pequeña localidad marinera de Rinlo, muy cerca de Ribadeo, o del propio San Cibrao. Además, entre las numerosas aldeas que salpican toda la comarca existen buenos ejemplos que nos muestran un patrimonio popular de gran mérito, frecuentemente con claras influencias asturianas. Dentro de la enorme variedad existente es posible observar las típicas construcciones marineras, las sorprendentes casas de indianos o los robustos pazos distribuidos por toda la comarca, como el de Vilaxe o el de Carrocide, entre otros.

Continuando con la riqueza del patrimonio material, existen en la comarca numerosos ejemplos de arte civil y religioso desde época antigua. Así nos encontramos con el conjunto megalítico de las mámoas de Vilacampo, en O Valadouro; o, en el mismo municipio, el dolmen de O Padornelo; o, en Foz, el castro de Fazouro.

Avanzando en la historia, este territorio de la Galicia septentrional nos transmite su papel esencial en tiempos pasados. Así, vale la pena visitar la torre fortaleza de A Seara, en Alfoz, o el castillo de A Frouxeira, vinculado a la vida del mítico mariscal Pardo de Cela, uno de los grandes protagonistas de las guerras irmandiñas.

Dentro del patrimonio religioso nos encontramos con piezas de enorme valor y que todavía hoy sorprenden por su monumentalidad a pesar de poder estar localizadas en ámbitos rurales. Sin duda habría que destacar la iglesia de San Martiño de Mondoñedo, en Foz, que fue la primera sede episcopal de este territorio hasta su traslado en el siglo XII al actual Mondoñedo. De enorme importancia en la historia de Galicia, su valor arquitectónico es indudable al estar considerada hoy como la primera catedral construida en España y todavía en pie. Por citar otros ejemplos, podemos hacer referencia al monasterio de San Salvador, en Lourenzá, cuya fachada barroca es del mismo autor del Obradoiro, Fernando de Casas; o la iglesia de A Ponte, en Arante (Ribadeo), famosa por sus magníficos frescos; o la capilla románica de Santa Filomena en la parroquia de O Cadramón (Valadouro), en plena sierra de O Xistral.

Generosa oferta de playas

Todo el litoral de A Mariña, casi cien kilómetros de tentadora convivencia con el mar, brinda la posibilidad de disfrutar de numerosas playas de fina arena blanca, bien dotadas de servicios y merecedoras de la Bandera Azul de la Unión Europea. La referencia principal, emblemática, también en Galicia, es la de As Catedrais (Las Catedrales), antaño playa de Augas Santas (Aguas Santas), en el municipio de Ribadeo, pero la relación es larga e incluye calas solitarias y escondidas, arenales tentadores, islas, cabos, acantilados, estuarios y miradores que conforman un litoral único. Son casi ochenta playas desde la ría de Ribadeo, frontera administrativa entre Galicia y Asturias, en la desembocadura del río Eo, a la de O Barqueiro, donde muere el río Sor, en el límite de las provincias de Lugo y A Coruña.

La llamada de los castros

Sin excavar en su inmensa mayoría, permiten adivinar perfiles bajo ondulados montículos que, en algún caso, dejan ver aspectos de las edificaciones. A Devesa, San Miguel de Reinante, Fazouro, Viveiro y O Vicedo, así como otros puntos de la costa de Lugo y el occidente de Asturias, guardan abundantes estructuras que de forma significativa se proyectan en el topónimo castro. El de Fazouro se muestra sólo en parte en un área excavada de cuatrocientos metros cuadrados. Al este de la playa de Arealonga, el viajero encuentra, no perfiles, sino muros que configuran edificaciones castreñas. En este caso, aparece un único recinto defendido por un foso, excavado en el istmo, que aísla y protege un asentamiento que conoció su postrera ocupación a finales del siglo III d. C. Las huellas surgen por doquier y, en la toponimia, la palabra castro constituye un revelador indicativo de su existencia. En Alfoz, el de Castro de Ouro, sobre el que se asentó el castillo del mariscal Pardo de Cela. En Cervo, el castro de Rueta, junto a la playa del mismo nombre. En Ourol figuran los de Penagateira (Bravos), Paredes y O Carrasco (O Sisto) y O Goio (Xerdiz). Más atrás en el tiempo se sitúan las mámoas (monumentos funerarios prehistóricos) de Penido Vello (Miñotos), Veiga das Moles (Ambosores-San Pantaleón) y Cristo dos Callós (San Pantaleón). En A Pontenova encontramos los castros de Vilar, Goios, Vilaboa, Santo Estevo, A Picota, O Pico da Serra y Salmeán. En O Vicedo surgen los de Punta do Castro, Tarroeira y Suegos. También dólmenes y mámoas.

Patrimonio industrial

Un aspecto relativamente desconocido de esta comarca es su papel como pionera en la industrialización española, al igual que otros territorios cantábricos como Asturias o el País Vasco. Entre las huellas de este pasado reciente tal vez sea el elemento más significativo el Conjunto Histórico-Artístico de Sargadelos. Lo que en su origen fueron unos altos hornos con un devenir conflictivo en las relaciones entre su promotor, el marqués de Sargadelos, y el pueblo, es hoy un conocido centro de creación cerámica que conserva el legado de su actividad pionera. Pero el trabajo y el comercio del hierro nos han dejado otras piezas de gran valor: las minas de A Silvarosa (Viveiro), herrerías como la de Bravos (Ourol) y Bogo (A Pontenova); el cargadero de mineral de Ribadeo, adonde llegaba el tren desde Vilaoudriz con el material para ser exportado a Europa; y precisamente en Vilaoudriz (A Pontenova) es donde se encuentran los imponentes hornos de limonita.

Además, el patrimonio industrial no se puede entender sin la riqueza del mar, que nos ha dejado también una rica herencia. Como parte de ella citaremos la ballenera de
Morás (Xove), activa hasta la década de 1970; las originales y espectaculares cetáreas de Rinlo (Ribadeo); o las antiguas fábricas de salazón que salpican todo el sector costero de la comarca, particularmente en su parte más occidental.

Una parada en cada puerto

Desde Ribadeo a O Barqueiro, junto a la generosa oferta de playas, el viajero se encuentra con distintas realidades portuarias. La ría que recibe las aguas del Eo cuenta en el litoral ribadense con el puerto pesquero y comercial de Mirasol y el deportivo de Porcillán, desde donde parten las embarcaciones con destino a Castropol o As Figueiras, en la margen asturiana. El faro de la isla Pancha alerta en la bocana de la ría, sobre la que se asienta la estructura del puente de los Santos, feliz punto de unión entre Asturias y Galicia desde los años 80 del siglo pasado.

Tradición pesquera impregna también el puerto de Rinlo y, desde luego, los de Foz y Burela.

Puerto de Burela

Puerto de Burela

Por su parte, San Cibrao y Xove están vinculados a la actividad de Alúmina. San Cibrao tiene su faro en Punta Atalaya. Es un faro nuevo, construido junto al primitivo, que se hizo necesario tras la instalación de Alúmina y el puerto de Morás, junto con el de Portocelo (Xove).

Burela gira particularmente en torno al bonito y su costera, y Celeiro alberga movimiento y capacidad pesquera. El faro que alerta de la ría de Viveiro se ubica en Punta Roncadoiro. Los siguientes se hallan en Estaca de Bares y Ortegal. Consignamos también las realidades portuarias de O Vicedo, O Barqueiro y Bares para completar un itinerario que pone al viajero en contacto con los auténticos labradores del mar.

Un viejo idilio, el del mar, que en Nois nos habla de la pesca de la ballena. Sabemos que en esta costa la pesca de la ballena franca data, por lo menos, de la segunda mitad del siglo XIII.

Personajes ilustres

Antonio Raimundo Ibáñez, primer marqués de Sargadelos (Santalla de Oscos-Asturias, 1749-Ribadeo, 1809). Figura central de la actividad comercial marítima entre el puerto de Ribadeo y los del mar Báltico, fue el gran impulsor del primer proyecto industrializador de Galicia. Proyectó una siderurgia en Sargadelos (Cervo), donde construyó el primer alto horno de la industria española. Puso en marcha también una fábrica de cerámica y loza que utilizaba el caolín de la zona y acarició la posibilidad
de crear fábricas textiles y de vidrio. Su asesinato, el 2 de febrero de 1808, es, según el historiador Xosé Ramón Barreiro Fernández, «una de las páginas más oscuras de la historia de Galicia» y se relaciona con la llegada, unos días antes, de una columna francesa a Ribadeo. La extendida idea de su presunto afrancesamiento y los ecos de la conflictividad social que habían suscitado sus proyectos están ocultos tras su asesinato, que supuso la eliminación del más importante y decisivo industrial español de su tiempo.

Nicomedes Pastor Díaz (Viveiro, 1811-Madrid, 1863). Es uno de los precursores del Rexurdimento (renacimiento) de la literatura gallega en su dimensión poética, pero fue también un hombre de acción y destacado político, varias veces ministro y siempre defensor de los derechos de Isabel II. Su estatua preside la plaza Mayor de Viveiro, donde nació, y donde quiso que sus restos reposaran, acompañados por la musicalidad de las aguas del río Landro que él tan bien supo cantar.

Antonio Noriega Varela (Mondoñedo, 1869-Viveiro, 1947). Poeta «de sobrio y perfecto verso inspirado en el arcano, sólo a los grandes desvelado, del alma de la Galicia labriega », en ajustada expresión de Otero Pedrayo. Conocido como «o poeta da montaña» (el poeta de la montaña), en su bibliografía destaca el poemario Do ermo. Puso escuela e impartió docencia en Chavín (Viveiro) y en otros lugares.

Manuel Leiras Pulpeiro (Mondoñedo, 1854-1912). Médico y escritor. Conocido como «o médico dos pobres» (médico de los pobres), cultivó la poesía siguiendo las pautas del Rexurdimento (renacimiento) literario del idioma gallego. Compiló y recogió material lingüístico en las tierras mindonienses.

El obispo san Gonzalo, O Bispo Santo (siglo X). Está vinculado a la basílica de San Martiño de Mondoñedo y es recordado de forma permanente por su contundente y decisiva intervención, milagrosa en la tradición popular, que neutralizó y hundió casi todos los barcos integrantes de una razzia invasora nórdica. Dice la tradición que el obispo, ciego, anciano y de andar dificultoso, fue llevado hasta un outeiro, un altozano, desde el que se divisaba la flota enemiga. El camino, en compañía de las gentes necesitadas de auxilio y protección, necesitó de interrupciones para el reposo momentáneo y la oración. Y en cada una de las pausas de la marcha y en el rezo itinerante del rosario, cuenta a cuenta, la multitud comprobaba cómo el mar devoraba una a una todas las naves de la flota invasora hasta diezmarla por completo. Sólo a una le fue dada la oportunidad de regresar y dar cuenta admonitoria del prodigio que supuso algo más que un momentáneo alivio para las gentes que aún no divisaban el año mil de la era cristiana. Una romería honra cada año la memoria de san Gonzalo y el recuerdo de su gesta.

Osorio Gutiérrez, O Conde Santo (siglo X). Noble gallego, primo de san Rosendo e impulsor y fundador del monasterio de San Salvador de Lourenzá y de su iglesia en el año 969. Peregrinó a Jerusalén y de allí mandó traer un sarcófago paleocristiano (siglo V) con el propósito de que le sirviera de definitivo lugar de reposo en la hora de su muerte. Así se hizo y en ese sepulcro fueron depositados sus restos, venerados por la devoción popular.

Pedro Pardo de Cela (decapitado en Mondoñedo el 17 de diciembre de 1483). Fue poderoso señor de estas tierras en el siglo XV, desde su fortaleza de A Frouxeira (Alfoz) en los momentos finales de la Baja Edad Media, y se convirtió en el último resistente frente a la acción unificadora de reinos dispersos y centralizadora de acciones político-administrativas de los Reyes Católicos. En momentos de incertidumbres en el acceso al trono, O Mariscal se posicionó del lado de doña Juana la Beltraneja y firmó así su sentencia de muerte. Fue detenido y condenado a la pena capital y ejecutado en la plaza Mayor de Mondoñedo. La tradición popular sostiene que su cabeza golpeó por tres veces las piedras de la plaza que configuran la fachada principal de la catedral mientras se le escuchaba decir: «credo, credo, credo» (creo, creo, creo). Un poco antes, los mensajeros portadores de su indulto fueron interrumpidos sagaz y oportunamente por dos canónigos en un puente cercano conocido desde entonces como A Ponte do Pasatempo (el puente del pasatiempo).

José María Alonso Trelles y Jarén (Ribadeo, 1857-Montevideo, 1924). Conocido bajo el pseudónimo de El Viejo Pancho, emigró a Uruguay en 1875, donde desarrolló su actividad periodística, política —fue representante electo en el Parlamento Nacional— y poética. Su poemario gauchesco Paja brava le convirtió en un poeta nacional y popular. Cultivó también el teatro Juana de Ibarbourou (Montevideo-Uruguay, 1892-1979). Hija de Vicente Fernández, emigrante gallego originario de Lourenzá. Poeta de variados y hondos registros líricos, fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura de Uruguay y su obra se equipara con las de la chilena Gabriela Mistral y la argentina Alfonsina Storni. Sus verdaderos apellidos eran Fernández Morales, pero adoptó el apellido de su marido. La biblioteca de Lourenzá, inaugurada en 1963, lleva su nombre y el de su padre, por indicación de Dionisio Gamallo Fierros.

Antón Villar Ponte (Viveiro, 1881-A Coruña, 1936). Escritor y periodista, fue un destacado defensor de Galicia desde su trabajo en las Irmandades da Fala, por él creadas en A Coruña en 1916, y en la articulación política del galleguismo. Diputado en Cortes en 1936, trabajó intensamente en la puesta a punto del primer, y fallido, Estatuto de Autonomía de Galicia. Fue director del periódico A Nosa Terra.

Ramón Villar Ponte (Viveiro, 1890-A Coruña, 1953). Escritor y político, hermano de Antón, con quien colaboró activamente en las Irmandades da Fala. Publicó Doctrina Nazonalista (1921).

Maruja Mallo (Viveiro, 1902-Madrid, 1995). Maruja Mallo es una de las pintoras españolas más importantes del siglo XX. Transgresora y polémica, fue una creadora comprometida con las vanguardias y el surrealismo. Fiel a la II República, se ve obligada a exiliarse y viaja a América en 1936. Regresa a España en 1965 y se instala en Madrid, donde continúa su dedicación artística y donde, en sus últimos años, recibió numerosas muestras de reconocimiento, entre los que sobresalen las medallas de oro de Bellas Artes (1982) y de la Xunta de Galicia (1991).

Luis Tobío Fernández (Viveiro, 1906-Madrid, 2003). Formó parte del grupo fundador del Seminario de Estudos Galegos, institución de gran importancia para el conocimiento y el análisis de la realidad gallega, truncada por la guerra civil. Jurista y diplomático al servicio de la II República, integró el equipo redactor del anteproyecto de Estatuto de Autonomía en 1936. Forzado a exiliarse, vivió y enseñó en Estados Unidos, Cuba, México y Uruguay, desde donde regresó a España en 1963. Dejó numerosas y significativas aportaciones a la cultura gallega y una exhaustiva investigación sobre la figura del conde de Gondomar.

Álvaro Cunqueiro Mora (Mondoñedo, 1911-Vigo, 1981). Es una de las más originales, genuinas y sugeridoras voces de la narrativa, el periodismo y la poesía gallegas de todos los tiempos. El autor de Merlín e familia o las Crónicas del Sochantre, señor de antiguos, amplios y profundos saberes, se propuso con su obra que Galicia viviese mil primaveras más. Por la grandeza y la sabia sensibilidad de su palabra que acompaña el rumor del eco de sus pasos por la ciudad que amó sobre todas. Por el Mondoñedo que seguirá contemplando eternamente sentado ante la catedral, en el paisaje por el que rodó la cabeza de O Mariscal.

Dionisio Gamallo Fierros (Ribadeo, 1914-Madrid, 2000). Ensayista, poeta, crítico literario y profesor, fue un intelectual y un docente inteligentemente activo. Tuvo muy destacada participación en las gestiones que culminaron en la puesta en marcha del Instituto Laboral de Ribadeo en 1954. Este centro, el primero de carácter público en A Mariña, jugó un papel determinante en la extensión de la enseñanza secundaria en una zona hasta entonces dependiente en exclusiva del Seminario y de unos pocos centros privados.

Francisco Fernández del Riego (Lourenzá, 1913). Editor, narrador y académico, es una figura clave de la cultura gallega del siglo xx. Fue pieza importante en la puesta en marcha de la editorial Galaxia y eslabón decisivo en el contacto con la Galicia del exilio en tierras americanas. Incansable dinamizador de la cultura gallega a través de numerosas publicaciones y artículos, a él se debe la propuesta de celebrar cada año, desde 1963, el Día das Letras Galegas.

Daniel Cortezón Álvarez (Ribadeo, 1927). Escritor con amplia producción literaria en novela, ensayo y teatro. Como narrador destacamos Ribanzo, As covas do Rei Cintolo (1955) y A vila sulagada (1981), premio Blanco Amor. Entre sus ensayos figura Pantocrática galiciana y otras cuestiones (1956). Destaca especialmente como autor teatral con una extensa producción en la que sobresalen El obispo ciego (1962), Pedro Madruga (1971), Xelmírez ou a groria de Compostela (1972) o Crónica del rey don Pedro (1974).



Nota de la Redacción: agradecemos a Alhena Media la gentileza por permitir la publicación de este capítulo correspondiente a la guía de Xosé María García Palmeiro y Xosé Manuel Santos, A Mariña irrepetible (Alhena Media, 2009), en Ojos de Papel.
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