Magazine/Cine y otras artes
Documento final
Por Eduard Cabré, lunes, 4 de abril de 2005
El Hundimiento es una cruda recreación de los últimos días de la vida de Adolf Hitler en su búnker. Interpretada magistralmente por el suizo Bruno Ganz sobre un guión del productor Bernd Eichinger y bajo la dirección de Olivier Hirschbiegel, el film se erige como uno de los más precisos y claustrofóbicos documentos que jamás ha dado el cine.
Eichinger ha basado el relato en dos libros. El hundimiento: Hitler y el final del Tercer Reich de Joachim Fest y las memorias Hasta el último momento: La secretaria de Hitler cuenta su vida de Traudl Junge y Melissa Müller. Con el primero logró desde el matiz al marco histórico y con el segundo, el enfoque humano y el hilo conductor. El film arranca con la entrada de la joven Traudl al servicio personal del Führer como secretaria, pero enseguida se sumerge, dos años después, en el infierno de un espectral Berlín, con los cañones rusos como sonido ambiente.
Olivier Hirschbiegel desarrolló su carrera en televisión desde 1986, en series de éxito como Rex: un policía diferente, y en el 2001 saltó al cine con Das Experiment en que ya dejó ver su gusto por las relaciones de poder entre los humanos y su hábitat. Se trataba de un experimento entre presos y carceleros para explorar las conductas humanas. Al año siguiente rodó Mein Letzter Film, preludio de este importante documento cinematográfico que sin duda pasará a la historia del género e incluso podría ser un referente historiográfico para entender uno de los episodios más célebres del siglo XX: el final del Tercer Reich.
Durante más de dos horas, el director nos encierra en el sistema de bunkers que construyó el Tercer Reich siguiendo al detalle los doce últimos días de la vida de un Hitler colérico, enfermo, traicionado
Al abordar este proyecto, director y guionista entienden que desde Alemania sólo puede tratarse la muerte de Hitler con rigor histórico, no hay margen para la aportación creativa, se debe explicar ese hundimiento de forma austera, próxima a una puesta en escena teatral. Este film es el primero desde 1956 ( Der Letzte Akt de G.W.Pabst) que recrea de forma directa la figura de Hitler en el cine alemán. Los responsables del trabajo aseguran haber "cruzado el umbral" sobre un tema hasta ahora tabú en el cine.
Se eligió al veterano actor suizo Bruno Ganz para hacer de Hitler. Actor solvente, fraguado en los escenarios europeos y con una importante carrera cinematográfica, especialmente con Wim Wenders con quien trabajó en El amigo americano, El cielo sobre Berlin y Tan lejos tan cerca y con prestigiosos directores europeos como Eric Rohmer o Werner Herzog. Ganz explica que se asustó cuando recibió la propuesta, pero que al leer el libro de Fest y las memorias de Junge se convenció. Uno de los ejercicios que practicó fue empaparse del acento, los silencios y la respiración de una grabación magnetofónica secreta que hizo un diplomatico finlandés tras una comida con Hitler. La interpretación es brutal, llena de matices, de pequeños y grandes gestos, los de la rabia, la soledad, la codicia, la traición, la infamia y sobre todo el fanatismo. La visión de un hombre que culpa a los alemanes de haberle elegido y que los abandona a su suerte con un desprecio absoluto en una actuación memorable.
Durante más de dos horas, el director nos encierra en el sistema de bunkers que construyó el Tercer Reich siguiendo al detalle los doce últimos días de la vida de un Hitler colérico, enfermo, traicionado. Las reuniones del alto mando con Josef Goebbels (Ministro de Propaganda), Albert Speer (Ministro de Armamento) y Heinrich Himmler (Ministro de Interior), desintegrándose como el país bajo la presión bélica internacional. Su boda con Eva Braun, la muerte de sus seis sobrinos a manos de su cuñada, Magda Braun y finalmente el suicidio. Casi todo ocurre bajo tierra y con el incesante retumbar del fuego aliado, pero cuando Hirschbiegel saca las cámaras a la superficie todo se precipita, ejecuciones, amputaciones y más bombas. Las salidas del búnker nos llevan al horror con las volkssterm (milicias populares alemanas) y las Juventudes Hitlerianas como única defensa de Berlín.
Reproducir esos espacios es una de las apuestas más importantes de la película, para el sistema de bunkers se adaptaron los sótanos de un estudio de sonido en Babaria, cerca de Munich, ahí se buscó el efecto claustrofóbico tan presente, mientras que la mayoría de los exteriores se filmaron en San Petersburgo donde todavía hay un gran centro histórico arquitectónicamente muy similar al del Berlín del final de la guerra.
Una de las fuentes principales del proyecto son las memorias de Traudl Junge, la secretaria personal que aparece siempre al lado de Hitler. En el montaje final, el film abre con la voz de Traudl sobre un fondo negro disculpandose por su ceguera ante el holocausto, ella durante todo el metraje es un personaje hermoso, interpretado por la alemana Alexandra Maria Lara, y al final, la imagen real de una Traudl envejecida hablando sobre ello sin miedo, es como un exorcismo personal, como una liberación.