Juan Antonio González Fuentes
La paz en Corea dio paso a una breve etapa de cierta estabilidad y distensión, favorecida también por la sustitución de Truman por el más pragmático Eisenhower y por la caída del salvaje dictador Stalin y el posterior ascenso del moderado Kruschev. Desde los años cincuenta se producen cambios de gran relevancia en el orden internacional, que determinan otra dinámica geopolítica. Como ya se ha dicho el equilibrio del terror, la presencia de dirigentes más moderados en ambas superpotencias y la doctrina de la “coexistencia pacífica”, formulada por Kruschev en 1956, favorecieron una estabilización de las relaciones entre EEUU y la URSS, que se tradujo en los encuentros entre las superpotencias celebrados en Ginebra (1955) y Viena (1961) o la visita del dirigente soviético a Norteamérica en 1959.
Otro cambio fundamental fue el introducido por el derrumbe de los imperios coloniales y el progresivo acceso a la independencia de nuevas naciones (descolonización), iniciado en Asia en la década posterior a 1945 y continuado en África en el decenio siguiente. Esto llevó a una extensión de la competencia ruso-americana al Tercer Mundo, tratando de conseguir nuevos aliados o de frenar la influencia del rival. La iniciativa estuvo en manos de los soviéticos, dado el atractivo de las ideas anti-imperialistas y comunistas para los países recién independizados o en lucha contra el colonialismo. Kruschev desplegó una activa política de apoyo a los pueblos del Tercer Mundo, ampliando las opciones del imperialismo soviético entre los movimientos de liberación nacional asiáticos y africanos (ayudas a la India, Egipto, Irak, Afganistán, Yemen del Sur, Argelia, Siria, Vietnam, Mongolia, Ghana, Mali, Guinea o Cuba). Además los rusos realizaron importantes progresos en la carrera armamentística (particularmente con el desarrollo de su flota de submarinos) y en la espacial (en 1957 pusieron en órbita el primer satélite artificial de la historia, el Sputnik). En un discurso en 1961 Kruschev expresaba su convencimiento de la que victoria comunista no llegaría mediante la guerra nuclear, sino gracias a las guerras de liberación nacional, que minarían al imperialismo. Su destitución en 1964 no alteró sustancialmente estos planteamientos.
La actuación de los EEUU se fundamentó en la teoría del dominó, que suponía que la caída de un país en manos del comunismo arrastraría inexorablemente a sus vecinos y desestabilizaría toda la región. Para combatir este peligro se recurrió tanto a la “pactomanía” (pactos militares anticomunistas) como a la aplicación de la doctrina de previsibles represalias.
La crisis de los misiles (1962) (vídeo colgado en YouTube por ManuTVX)
La situación de distensión no impidió el estallido de nuevos conflictos, como los de 1956 en Egipto y Hungría. En el primer caso el gobierno nacionalista de Nasser decretó la nacionalización del canal de Suez, ante lo que Gran Bretaña, Francia e Israel deciden ocupar el canal y la cercana península del Sinaí. La amenaza de la URSS a los agresores y la abstención de EEUU paralizaron el conflicto, acercándose Egipto a la órbita soviética. En Hungría se produjo una revuelta antisoviética, reclamando el presidente Nagy la salida de las unidades militares rusas y un régimen socialista independiente y pluralista, intento abortado por las fuerzas del Pacto de Varsovia ante la pasividad occidental. En realidad aquí se siguió la norma habitual, que dejaba hacer a la otra potencia en el área de su influencia, limitándose a protestas diplomáticas. Así, los soviéticos intervinieron en 1953 para acallar las protestas en Berlín Oriental, donde el descontento popular y la salida de muchos alemanes hacia Occidente impulsó a las autoridades de la RDA a levantar en 1961 el muro de Berlín. Por su parte los norteamericanos intervinieron militarmente en apoyo de los imperialismo francés (en Vietnam) y británico (en Malasia), además de sus habituales intervenciones en Iberoamérica, destacando la invasión de Nicaragua en 1953 (en defensa de los intereses de United Fruit) y la cobertura al intento de invasión de Cuba en 1961.
Precisamente la situación de Cuba llevó al conflicto más tenso, la crisis de los misiles de 1962, originada por la instalación de misiles nucleares soviéticos en Cuba. En 1959 había triunfado en la isla una revolución comunista encabezada por Fidel Castro, que poco después inició una política dictatorial y de impuesta socialización. Los EEUU vieron esta política como una amenaza a su posición, no sólo por perjudicar sus intereses económicos en la isla, sino también porque ponía en cuestión su dominio neocolonial sobre Iberoamérica. Por ello reaccionaron hostilizando al gobierno castrista y apoyando un intento de invasión de grupos antirrevolucionarios, derrotados en Bahía Cochinos. El resultado fue el acercamiento de Castro al bloque socialista y su alianza con la URSS, que dio lugar a la instalación de los misiles y al desencadenamiento de una tensa crisis. Tras bloquear la isla y amenazar con un conflicto nuclear a los soviéticos, Kennedy consiguió la retirada de los misiles soviéticos, correspondida con la retirada de los misiles norteamericanos en Turquía.
Frente al enfrentamiento entre bloques, la segunda mitad de los cincuenta presenció la emergencia de los países no alineados. En 1955 se reunieron en Bandung representantes de 29 países asiáticos y africanos que aspiraban a crear una tercera vía, formada por naciones independientes de la política de bloques y conocida como Movimiento de los No Alineados tras la conferencia de Belgrado de 1961, con Tito (Yugoslavia), Nasser (Egipto) y Nehru (India) como principales figuras. El movimiento tuvo una inclinación marcadamente antioccidental y anti-imperialista, defendiendo el derecho de autodeterminación de los pueblos colonizados, la solución pacífica de los conflictos internacionales, la cooperación económica y el reparto más equitativo de la riqueza mundial, así como rechazando los bloques antagónicos y sus intervenciones militares sobre otros países.
Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:
-LIBRO: Philip Roth, Indignación (Mondadori, 2009)
-CINE: Kevin Macdonald, La sombra del poder (2009)
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.