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Luis Farnox: <i>Un viaje espiral</i> (Ediciones SIAL, 2012)

Luis Farnox: Un viaje espiral (Ediciones SIAL, 2012)

    TÍTULO
Un viaje espiral

    AUTOR
Luis Farnox

    EDITORIAL
Ediciones SIAL

    OTROS DATOS
ISBN: 9788415014898. Madrid, 2012.134 páginas. 16 €



Luis Farnox

Luis Farnox

Rogelio Blanco es doctor en pedagogía, licenciado en antropología, en filosofía y letras y diplomado en sociología política (foto gentileza editorial Berenice)

Rogelio Blanco es doctor en pedagogía, licenciado en antropología, en filosofía y letras y diplomado en sociología política (foto gentileza editorial Berenice)


Reseñas de libros/Ficción
Luis Farnox. Viaje poético elíptico
Por Rogelio Blanco Martínez, jueves, 4 de octubre de 2012
Luis Farnox es un reconocido músico polivalente, un agente cultural atento a todo movimiento o iniciativa que emana en los colectivos creadores españoles. Se trata de un lector incisivo que se muestra incómodo en la rutina. Creativo y agitador no se deja atrapar en áreas culturales monolíticas o estancas; constantemente se crea y recrea motivado por la lectura atenta que realiza de cuanto le rodea. Comprometido e inquieto ningún área o género es capaz de encerrar su fortaleza. Precisa de todos los géneros y formalidades. Músico, flamenco o rockero, de plaza o de salón, desarrollando espectáculos monográficos o, mixtos, recogiendo la tradición o lo más innovador, recogiendo textos clásicos o elaborando propios y novedosos se manifiesta en un constante viaje vital.

Los viajes, según división clásica suelen dividirse en lineales o circulares. El lineal arranca en un punto alfa  desde el que el viajero transita imparable a otro omega. No tiene regreso al punto de salida o casa matriz. Es la vida, en deambular desde el orto al ocaso o es la peregrinatio de quién, por razones propias o ajenas, pierde la patria de origen y posiblemente logra otra, la patria de destino. Si no lograra ni una ni la otra, su lugar sería el permanente exilio. El segundo viaje, el circular, se arranca desde un punto, recorre espacios elegidos o impuestos y el viajero regresa cargado de experiencia al punto de origen. Es el viaje de Ulises como paradigma. Sin embargo, Luis nos muestra otro, el viaje elíptico, que él denomina “espiral”. No se trata de un viaje circular ni lineal en los que la sucesión de aconteceres es previsible, grosso modo, en los que los grandes hitos se prefiguran o se limitan a cumplir “los ritos de paso” culturales. El viaje en espiral se somete a la didáctica, a la contradicción, pues coge y recoge cuanto se encuentra. La espiral es abierta, flexible, acogedora, integradora, recibe y dona, elabora y propone. El sujeto agente es protagonista y la catarsis le asedia, debe purificarse tras cada andadura. Recibe la vida como metanoia, pues la sorpresa le tienta y está obligado a recibirla.

 

Una vez más el creador de Viaje espiral, Luis Farnox, responde a su prototipo, el creado en sí y por sí mismo, pero sin caer en la epsidad, en el ensimismamiento, pues al ser “su viaje” elíptico deja puertas abiertas. Es generoso y necesitado de los congéneres. Es participativo. Estamos ante un viaje poético, sin duda, y el autor así lo pretende. Un viaje con múltiples carteles de salida y de regreso, hacia lugares ignotos o conocidos. Este viaje de Farnox, además, es metafísico. Nos conduce a las entrañas del ser, propias o extrañas. Es vital por su necesidad de abrir  veredas nuevas, por volver sobre las pisadas, girando y abrazando cuanto le rodea.

 

El poemario, en 134 páginas, es la expresión de un viajero intrépido y libre, de ahí la abundancia de voces, formas y costumbres que recoge y que bien expresa Ramón Irigoyen en el prólogo que lo introduce más la advertencia preliminar del propio autor. Es un conjunto de poemas polimorfo, atrevido y sorprendente en el que las metáforas vuelan a golpe de guiños literarios en versos libres o en unos sonetos, métricamente perfectos, donde el autor manifiesta, otra vez, su pericia en el manejo de los registros clásicos. Para enriquecer tanto creatividad, o si los versos no fueran modo suficiente, los ilustra con sus “dipoemas",  dibujos propios que dan otra faceta más del creador  y que acompañan a los poemas de modo independiente o ajenos, mas son una invitación al lector a que se implique en el resultado creativo.

 

El autor en la “advertencia” da las claves: “Viaje espiral es un trayecto sin itinerario, una travesía de luz y sombras. Para ser narración contiene demasiadas claves líricas, para ser poesía utiliza demasiados vínculos narrativos. Contiene referencias bíblicas, teorías imposibles, conjeturas inadmisibles, alusiones a zombis sentimentales, demonios celestiales, ángeles animales (…) y todo esto no es casual (….) intencionadamente caótico. Con ello se busca escapar constantemente de la vía sin llegar al descarrilamiento” (pág. 14-15).

 

Juegos de palabras, imágenes, variaciones, reflexiones, mantras, alusiones, seres regresados, etc. van circulando en espiral y en un ritual de riquezas en los que la lectura final de un poema conduce al siguiente u obliga a retroceder a otro previo o para complicarse con el autor en un permanente vaivén poético imparable.

 

El lector, pues, se hace cómplice entre la humanidad de los mil rostros, que aparecen tras tópicos poéticos (amor, libertad, llanto, protesta, muerte,…) que dejan en evidencia la orfandad del rey mendigo de la creación, el hombre. Tanta abundancia de recursos, contenidos y formas raramente se recogen en tan poco espacio. Luis Farnox lo logra, para ello hubo de recorrer su propio viaje (vida-muerte-vida), una peregrinatio propia y experiencial, de ahí que el poemario nace en lo auténtico, no es folklórico ni hueco. Responde a la experiencia que pedía Gabriel Celaya para la poesía como metaforización de la realidad.

 

Desde esta experiencia límpida se adentra en “el río de Heráclito”, no lo obstruye, sobre él fluye y se deja llevar “en travesía de luz y de sombras”, de palabra; palabra vinculada a la música. Quizá Fernox se vincularía heréticamente, con Prisciliano, quién defendía que antes que la palabra (verbum) existía la música, la melodía de las esferas. Al menos en nuestro caso valga la unión de música y palabra, que sean en el tiempo.

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