Director: Rogelio López Blanco      Editora: Dolores Sanahuja      Responsable TI: Vidal Vidal Garcia     
Historial de visitas

· Lugares comunes latinoamericanos: el largo brazo de la CIA (Visitas 1)
· Lugares comunes latinoamericanos: ¡patria o antipatria! ¡revolución o muerte! ¡conmigo o contra mí! (Visitas 1)
· Lugares comunes latinoamericanos: Los inmigrantes llegaban masivamente sin visas ni restricciones (Visitas 1)
· Lugares comunes latinoamericanos: esa infinita sed de poder... y por mantenerse en él (Visitas 1)
· Anaclet Pons y Justo Serna: Diario de un burgués (Los Libros de la Memoria, 2006) (Visitas 1)
· Barack Obama: La audacia de la esperanza. Cómo restaurar el sueño americano (Península, 2007) (Visitas 1)
· Cormac McCarthy: La carretera (Mondadori, 2007) (Visitas 1)
· Bruce Bégout: Lugar común. El motel americano (Anagrama, 2008) (Visitas 1)
· Pasqual Maragall: Oda inacabada. Memorias (RBA Libros, 2008) (Visitas 1)
· Patrick McGilligan: Biografía de Clint Eastwood (Lumen, 2010) (Visitas 1)
· Jonathan Franzen: Libertad (Salamandra, 2011) (Visitas 1)
· Michel Houellebecq y Bernard-Henri Lévy: Enemigos públicos (Anagrama, 2010) (Visitas 1)
· Joe Bageant: Crónicas de la América profunda (Libros del Lince, 2008) (Visitas 1)
· “Sacando la filosofía del gueto”: Nietzsche, de Michel Onfray y Maximilien Le Roy (Visitas 1)
· Miguel Ángel Cáliz: Rupturas y ambiciones (E. D. A. Libros, 2011) (Visitas 1)
· Henry Kamen: "Del Imperio a la decadencia" (Temas de Hoy, 2006) (Visitas 1)
· Roger Belbéoch: Chernoblues: de la servidumbre voluntaria a la necesidad de servidumbre. Seguido de La sociedad nuclear (Malapata ediciones & Biblioteca Social Hermanos Quero, 2011) (Visitas 1)
· Juan Francisco Ferré: Providence (Anagrama, 2009) (Visitas 1)
· Martin Amis: El segundo avión. 11 de septiembre: 2001-2007 (Anagrama, 2009) (Visitas 1)
· Gabriel Pozo: Lorca, el último paseo. Claves para entender el asesinato del poeta (Almed, 2009) (Visitas 1)
· Todos tenemos un precio: El cristiano mágico de Terry Southern (Visitas 1)
· Christopher Caldwell: La revolución europea. Cómo el islam ha cambiado al viejo continente (Debate, 2010) (Visitas 1)
· Pilar Pedraza: Agustí Villaronga (Akal, 2007) (Visitas 1)
· En tierra hostil, película de Kathryn Bigelow (Visitas 1)
· Mark Bowden: Huéspedes del Ayatola. La crisis de los rehenes en Teherán (RBA Libros, 2008) (Visitas 1)
· Estar solos. Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, de David Foster Wallace (Debolsillo, 2010) (Visitas 1)
· Jordi Gracia: A la intemperie. Exilio y cultura en España (Anagrama, 2010) (Visitas 1)
· José Paulino Ayuso: Ramón Gómez de la Serna: la vida dramatizada (Editum, 2012) (Visitas 1)
· Erving Goffman: "Frame Analysis. Los marcos de la experiencia" (CIS, 2006) (Visitas 1)
· Ferran Gallego: "Todos los hombres del Führer" (Debate, 2006) (Visitas 1)
· Crítica de la película "El último show", de Robert Altman (Visitas 1)
· Pablo Pérez-Mínguez: "Mi Movida" (Lunwerg, 2006) (Visitas 1)
· Abel Hernández: Suárez y el Rey (Espasa, 2009) (Visitas 1)
· Javier Montes: Segunda parte (Pre-Textos, 2010) (Visitas 1)
· Tony Judt: "Posguerra" (Taurus, 2006) (Visitas 1)
· Honor, gestas y eternidad en el antiguo Japón: El samurái barbudo, de Kōda Rohan (Satori, 2012) (Visitas 1)
· Charles Dickens: Casa desolada (Valdemar, 2008) (Visitas 1)
· Philip Roth: Indignación (Mondadori, 2009) (Visitas 1)
· Robert Stone: Dog Soldiers (Libros del Silencio, 2010) (Visitas 1)
· Grupo de Estudios Estratégicos: Qué piensan los “neocon” españoles (Ciudadela, 2007)
(Visitas 1)

· Adrian Goldsworthy: César (La Esfera de los Libros, 2007) (Visitas 1)
· César Alonso de los Ríos: “Yo digo España” (LibrosLibres, 2006) (Visitas 1)
· Jesús López-Peláez Casellas (coord.): "Historia breve de las islas Británicas" (Silex, 2006) (Visitas 1)
· Olive Schreiner: Historia de una granja africana (milrazones, 2011) (Visitas 1)
· David Monteagudo: Marcos Montes (Acantilado, 2010) (Visitas 1)
· Fernando Savater: Diccionario del ciudadano sin miedo a saber (Ariel, 2007) (Visitas 1)
· Fernando Savater: "La vida eterna" (Ariel, 2007) (Visitas 1)
· Stella Gibbons: La saga de Flora Poste (Impedimenta, 2011) (Visitas 1)
· Javier Marías: Aquella mitad de mi tiempo. Al mirar atrás (Galaxia Gutenberg, 2008) (Visitas 1)
· Mike Figgis: El cine digital (Alba, 2008) (Visitas 1)
· Kevin Trudeau: "Alternativas naturales al gran negocio de la salud" (Temas de Hoy, 2007) (Visitas 1)
· Elizabeth Smart: En Grand Central Station me senté y lloré (Periférica, 2009) (Visitas 1)
· José Miguel López García: "El motín contra Esquilache" (Alianza, 2006) (Visitas 1)
· Jimmy Burns Marañón: Papá espía. Amor y traición en la España de 1940 (Debate, 2010) (Visitas 1)
· Elvira Lindo: Lo que me queda por vivir (Seix Barral, 2010) (Visitas 1)
· Ian Kershaw: Decisiones trascendentales. De Dunquerque a Pearl Harbor (1940-1941). El año que cambió la historia (Península, 2008) (Visitas 1)
· El no muerto en la sociedad de masas: Filosofía zombi, de Jorge Fernández Gonzalo (Anagrama, 2011) (Visitas 1)
· Ivo Andric: Un puente sobre el Drina (RBA Libros, 2010) (Visitas 1)
· Jorge Carrión: Los muertos (Mondadori, 2010) (Visitas 1)
· John Colville: "A la sombra de Churchill. Diarios de Downing Street 1939-1955" (Galaxia Gutenberg, 2007) (Visitas 1)
· Juan Antonio González Fuentes: La lengua ciega (DVD, 2009) (Visitas 1)
· Novalis o el corazón extranjero: Poemas tardíos (Linteo, 2011) (Visitas 1)
· Bélgica, de Chantal Maillard: los husos de la memoria (Visitas 1)
· Pilar Cernuda: Contra el talante (Debate, 2008) (Visitas 1)
· José Antonio Marina: "Anatomía del miedo" (Anagrama, 2006) (Visitas 1)
· Galileo y su viaje al centro del Infierno (Visitas 1)
· Kamila Shamsie: Sombras quemadas (Salamandra, 2011) (Visitas 1)
· Élmer Mendoza: La prueba del ácido (Tusquets, 2011) y Balas de plata (Tusquets, reedición 2011) (Visitas 1)
· Toni de la Rosa: La escuela rota. Racismo y exclusión en las aulas (Ediciones Carena, 2009) (Visitas 1)
· Cenizas en los labios, de Angelina Gatell: los paisajes de la memoria (Visitas 1)
  • Novedades

    Wise Up Ghost, CD de Elvis Costello and The Roots (por Marion Cassabalian)
  • Cine

    In the Loop, película de Armando Iannucci (por Eva Pereiro López)
  • Sugerencias

  • Música

    The King of the Limbs, CD de Radiohead (por Marion Cassabalian)
  • Viajes

  • MundoDigital

    La creación de contenidos web en la era de la economía de la atención
  • Temas

    Che Guevara, de Jon Lee Anderson (reseña de Rogelio López Blanco)
  • Blog

  • Creación

    Poemas de Besos.com, de José Membrive
  • Recomendar

    Su nombre Completo
    Direccción de correo del destinatario
Angelina Gatell: <i>Cenizas en los labios</i> (Bartleby, 2011)

Angelina Gatell: Cenizas en los labios (Bartleby, 2011)

    TÍTULO
Cenizas en los labios

    AUTOR
Angelina Gatell

    EDITORIAL
Bartleby

    FICHA TÉCNICA
ISBN: 978-84-92799-28-2. Madrid, 2011. 91 páginas. 10 €

    FICHA TÉCNICAS
ISBN: 978-84-92799-28-2. Madrid, 2011. 91 páginas. 10 €



Angelina Gatell

Angelina Gatell


Reseñas de libros/Ficción
Cenizas en los labios, de Angelina Gatell: los paisajes de la memoria
Por Marta López Vilar, miércoles, 1 de febrero de 2012
Hay libros que siempre nos acompañan, que siempre estuvieron ahí, con nosotros, antes de poder leerlos. Y hay poemas, libros de poemas, que ofrecen el calor bello del regreso a casa un día de frío. Ese calor que nos explica y nos ofrece un rincón de nuestra propia memoria que, quizás, nunca vivimos. Hay libros de poemas que son una casa, una biografía del adentro, una palabra que duerme a la espera de que alguien la despierte. Toda palabra, al fin y al cabo, busca su voz, su ortografía, su reconocimiento leve o intuido, como tarde o temprano un almendro busca helarse en la blancura del invierno. Todo esto se me vino no sé bien hasta dónde tras la lectura de Cenizas en los labios, de la poeta barcelonesa Angelina Gatell y que la editorial Bartleby nos presenta y a la que tanto le agradecemos los lectores de poesía que lo haya publicado.
Es un libro estremecedor. Y sé que lo es porque no sé hacia dónde fue una vez que lo leí. Reconozco haberlo leído varias veces y cada vez el libro desembocaba en un lugar diferente, pero todos míos. En el fondo sé –lo único que sé- es que yo me volví ese libro.

Cenizas en los labios (ver selección poemas) es un libro que reconstruye la memoria herida del amor tras la Guerra Civil. Amor que sobrevive y se explica a través del tiempo. De ahí la ceniza en los labios, lugar del beso y el deseo, pero también lugar donde se alojan los restos desvanecidos de algo perdido. Pero eso perdido no es el amor. Y no es que haya ido más allá de la muerte en un alarde quevedesco, es que no hay nada más lírico que saber que ese mismo amor no se fue nunca y a cada minuto va despertando esas palabras que esperan su sentido. Aquí las palabras se encadenan, los recuerdos se encadenan, se asimilan para ser siempre el mismo recuerdo. Nada más doloroso que ser una memoria, que cada objeto que miramos, cada verso que leemos, cada voz que oímos sean una sola memoria. Algo así –y digo ese “algo así” tan impreciso porque hablar de este libro con realidades sería devastarlo y envolverlo en niebla- ocurre en estas páginas. Reza la última estrofa de su “Preludio” –abierto por unos versos del gran poeta catalán Joan Margarit-:

   Y a la luz de un segundo,
rescatado del tiempo y de las uñas
de lo ya acontecido,
las arañas que viven en mis ojos
se distraen un momento
y, mientras voy limpiando las lentejas,
veo a los que me amaron.

Y es ahí cuando comienza el inventario nostálgico y hermosamente triste de todo lo perdido. Sólo eso nos reconcilia con el tiempo, nos podrá construir. Todo en esta elegía es bello, incluso la tristeza. No hay en estas páginas una autocontemplación de la herida en la búsqueda de su perpetua corriente de sangre. Aquí se busca lo esencial, como delicadamente apunta el verso de mi estimado poeta Miquel Martí i Pol. Como en Martí i Pol, éste es un libro de ausencias que atrae las presencias con la sencillez de aquello que es necesario, humildemente necesario. De pocos libros puede decirse que con la delicadeza de lo humilde se llegue al corazón del frío, también al otro corazón, al nuestro. Pero en este libro sí. Aquí se dibuja una España gris, agonizante, apenas calentada por un amor limpio, indemne, cada vez más amenazado con el hueco y el miedo, también por la penumbra. Un amor que extraviaba la voz que late en estos poemas. Un amor ininteligible, pero que llaga sin gritos, lentamente, como quien rompiera una tela de seda:

Y yo como naciendo en una
dimensión ignorada de mí misma,
todo lo más augurio, nebulosa,
girando en el espacio, extraviada
en el dulce dominio del asombro,
respirando palabras como flores
confusamente abiertas
y en los parterres de la tarde.
                        (Amor, no entiendo lo que dices.
                        Sólo sé que me duele…)

Saber tan sólo eso…como si algo se despertara desde esa tristeza y se hiciera así el lenguaje, pero de otra forma. Hablar de otra manera, convertirse en ciudad, al fin y al cabo:

Atravesados por el miedo,
indefensos, perdidos
en la ciudad que se llamó posguerra
recorrimos sus calles
[…]

¿Cómo puede amarse en medio de una guerra? ¿Cómo protegerse del constante temor a la muerte? Quizás con ese mismo amor que envuelve y que convierte en destello las presencias. Incluso un amor herido permanece:

   Tan gastado
quedó el amor,
la porción destinada a la muchacha
que fui, que soy allá en el fondo,
en donde aún fulgura tu destello.

Allá en el fondo es donde realmente somos. Y que un verso nos lo revele con esa sencillez de lo esencial provoca cierto estremecimiento. Por eso me convertí en este libro: porque como una fuente silenciosa –que no terrible- va manando su agua de memoria para filtrarse por las grietas de cada uno de nosotros. Y si no son por las grietas, por nuestros cuerpos hechos de roca porosa: sólida, pero que el simple viento puede atravesarla, también la fragilidad efímera del agua.

Pero hay memorias que están atravesadas de mucho dolor. Derrida ya supo que no había poema que no se abriera como una herida. Borges también lo supo al decir que la poesía nacía del dolor, ya que la alegría era un fin en sí misma. Y eso también, el dolor metálico y punzante, acontece en este libro. Pero ni tan siquiera la aterradora imagen de un campo de trabajo borra la profundidad de una mirada amada que es una presencia diferida de la esperanza:

Nada de lo que estoy nombrando
-ni otras cosas
que vendrían más tarde-,
enturbiaron tu mirada de ratón o de trasgo,
persiguiendo la cinta de mi pelo
como mínima réplica a la luz abolida
o leve
simulación de la esperanza.

Es difícil poder soportar tanta ternura sin cierta conmoción, ver cómo la voz poética cuida a través del tiempo esa misma ternura, que se vuelve agradecimiento de pureza en medio de una noche que parece no tener piedad de quien una vez floreció a la luz y que también en la soledad busca el abrazo:

Ahora, quieta aquí, en este andén tan frío,
-llámalo soledad-
mientras espero el tren que ha de llevarme,
eterna fugitiva, no sé adónde,
te pienso riente y cálido
como la noche en la ciudad aquella
que fue mía; como el mar que me tuvo
y apenas defendida de su abrazo
me dio su floración mediterránea
para enjoyar, violenta y enigmática,
la incipiente sospecha del poema.

En estos versos apuntados se aloja gran parte del mundo que existe en este libro. En medio de la soledad hay algo que aparece diáfano entre la devastación del vacío, de lo que no tiene nada alrededor. En este caso es la sonrisa acogedora del ser amado la que protege y alienta, pero también la que, como una invocación, atrae al poema que late aún sin alfabeto. Quizá ese sea el verdadero poema. Es incipiente y es sospecha. Algo intangible pero existente, como ese hablar de otra manera que mencionaba al inicio de este texto. Ocurre en estas páginas que se ve el amor en medio de la desolación. Por ello no pude evitar que sonaran dentro de mí los acordes de “La sinfonía de las lamentaciones” de Gorecki, concretamente el tercer movimiento. A esa sinfonía se le une el amor de este poemario y he ahí el acontecimiento. A pesar de que este movimiento clama el dolor de una madre por la pérdida del hijo muerto, existe el mismo desgarro, la misma exaltación delicada y puntiaguda. En la poesía siempre hay resonancias y aquí resonaba esta pieza sin cesar.

Este libro está lleno de ecos, de presencias que siempre acaban de abandonar una estancia a la que siempre llegamos tarde. Lo que ocurrió queda grabado en una fotografía –“La vie au bout du compte est une / Mauvaise photographie (1)" escribió Louis Aragon en su libro Chambres- o en una pantalla de cine: 

De pronto se ilumina aquella tarde
igual que una pantalla.
                         Borbotean
sus aguas y aparecen rostros, faros
apresurados, voces sin sonido…

Fue con Manuel, contigo, con Vicente…

Las sospechadas presencias del poeta, historiador y filósofo Vicente Ramos y del poeta Manuel Molina, junto a la de Miguel Hernández –los anteriormente citados, amigos y estudiosos de su obra- se alojan en un pretérito que no se ha ido. Como plasma en el tríptico “Tres instantáneas”, introducido por un hermoso verso del poeta alicantino Jacinto López Gorgé: “Mi corazón, mi casa, mi memoria…”, todo se detiene en el tiempo. El poema que abre este tríptico, “Tu corazón”, concluye con el reconocimiento de esa palabra que se ha vuelto ceniza y que hace difícil su dibujo:

                                                 Recorría
calles desiertas, miedos…No encontraba
más paz que mi vacío… 
                                    
                                    Es la hora
de la verdad y no sé cómo decirla.

No saber decir la verdad es lo mismo que reconocer que la poesía –que es memoria aquí- somos nosotros. ¿Cómo podernos explicarnos nosotros delante de un espejo? ¿Acaso no necesitamos del otro para que nos nombre? En esa distancia entre yo y los otros está el poema, nuestra historia. El poema “Tu memoria” termina con este estremecedor verso: “Yo también estoy sola. En otra nieve”. Siempre en otra parte. Igual, pero diferente. Igual, pero más lejos. En la disimilitud gemela es donde arde la memoria que abrasó los labios a través del tiempo:

Tengo miedo de entrar en la memoria
como quien entra en una casa oscura
donde el tacto confunde los objetos
donde el eco equivoca los sonidos.

Regresar al recuerdo como quien regresa a una casa abandonada hace tiempo, intentando reconocer en cada rincón la parte que dejamos para que vuelva “a suceder lo sucedido”. Y ese regreso no como salvación, sino como muestra de haber vivido, de seguir viviendo y queriendo, todavía.

Marta López Vilar, Madrid, 30 de enero de 2012




NOTA:
(1) “La vida a fin de cuentas es una / Mala fotografía”. La traducción es mía.
  • Suscribirse





    He leido el texto legal


  • Reseñas

  • Publicidad

  • Autores