Si en el verso introductor de Juan Ramón Jiménez, la llama emblematiza la
persistencia amorosa, en la obra de Miguel Veyrat aspira literalmente a ser
“Hembra / misteriosa / raíz” (2) que alcanzan su destino:
Hasta la herida /
que ensancha / la sangre / de los verbos (3).
La canción del verbo
de “aquel que habló” (4) no sigue el camino barroco del desvelar y revelar sino
el aliento invisible o claroscuro de un “/y destierro del silencio/” (5) que
entroniza su final en un “/entierre así su raíz/” (6). De modo que el infinitivo
vuelca su raíz de infinito dibujando “la tercera vía”, no la unitiva sino la
ajena, la que libera al Ser de su no ser perdido en el “camino de sed terrestre”
del rimbaudiano “je est un autre”, de una alteridad devuelta al ser uno mismo el
devenir del
Soi-même comme un Autre (7) que nos brinda el filósofo
francés Paul Ricoeur y que retoma aquí Miguel Veyrat escribiendo “la experiencia
del sufrir, del gozar, del percibir, del moverse en la práctica y en la prueba
del cuerpo como cuerpo vivo (8).”
Asistimos entonces al albor de la luz
de la llama, al que nos aleja de la lectura del Ser o no Ser “poderes” o “no
poderes” y que toma el rumbo de avivarnos hacia la comprensión de nosotros
mismos ya que “ Nos entendemos como sujeto hablante y como sujeto que actúa
contándonos” (9).
Recordemos que Miguel Veyrat ha sido un gran reportero
especialista de geopolítica nacional e internacional, desenvolviendo la maestría
del relato crítico periodístico para adentrarse en el entendimiento de las
fracturas del mundo. En su obra poética, y peculiarmente en
Conocimiento
de la llama emprende su pluma un nuevo vuelo, el de alcanzar la vida
íntima de cada uno mediante Una Voz arcana que constituye a su vez “la forma
declarativa de la memoria”, aunando “la vida común” bajo sus múltiples formas.
La dicha forma declarativa de la memoria selecciona su lugar de
entendimiento, el del dominio de la poesía que pone su origen en un
reconocimiento de un “nuevo eros”, al que ya iniciaban los versos de la
Antología Palatina –
un nuevo Eros combatte contro un altro / Eros con la mía
furia, – y que encuentran su justificación existencial en el pensamiento de
Heidegger, lector de Hölderlin y la Esencia de la Poesía que le conlleva a
declarar dicha formula:
Poesía es la fundación del Ser por la palabra
(10).
El camino tomado por el advenimiento del periodista en ser poeta
cobra el paso de la pasión iniciadora, que le predestina a la promesa del
encuentro con el misterio, guiándole por el camino no de la resurrección sino el
de la rectificación del error que somos en la incomprensión de uno mismo y de
los demás:
Rectificando / encontrarás / la piedra / oculta (11).
Nos plasma la llama del conocimiento no sólo en el volver a escuchar las
voces del pasado literario que fundamentan nuestra cultura como las de Virgilio,
sino en una llamada anhelante “Donde habita la sombra” (12) del “Suspendido
tiempo,/ verbo contenido” (13), que inicia a la lectura del “/para devolverle a
la vida su sentido/” (14) haciendo que el hombre obre con lo inconcluso de su
ser. De modo que la palabra “herida” altere su cuerpo sonoro y ofrezca un nuevo
cántico el de la “hiedra”, como trepar poético en la interioridad de un
encabalgamiento que afirma la caída de la “Medida” en el “inútil amor”de la
paréntesis de una vida hasta lograr ser
Pasión de la tierra (15).
LA HIEDRA
(16) Aunque quizás un cuerpo,
Un hecho nuevo, una piel
Desborde las compuertas
Y en tropel, por la
hiedra
Estallen rosas de sus dedos.
La muerte sería entonces
Igual a sí misma,
Y nuestro réquiem postrero
Una curva desde el
cuerpo
Hasta el abismo,
Acantilado luminoso, diálogo
De la mente en
su arco que termina
En blancas puertas que abre
La memoria : De nuevo
Podrías ser tú el ser del ser,
En ruptura
Impetuosa de los gritos.
(la vida mientras tanto,
seguirá trepando
asida al muro: Medida
inútil del amor.)
Esta última estrofa en forma de pensamiento
intimista, dibuja el horizonte del
Sueño sin fin (17), que prepara el
salto colectivo del “/regresamos/” a la vida, en “Un intenso fulgor” (18) que
enciende
la última línea rerum, la que se nos da en el tiempo, “/al parto
de la aurora/” vislumbrándose “/en la frontera del alba/”, como Introito a
AGNIS-IGNIS:
AGNIS-IGNIS
(19)
Introito
Aquel que combatía
Al fuego con el fuego,
Al parto de la Aurora,
Blanco toisón lo opone.
Mi lobo libre y rojo
Furiosamente
luchaba
Contra la espada inflamada:
Ángel del tiempo
Y portavoz de
la muerte,
En la frontera del alba.
Conocimiento de la llama
inicia al lector de Miguel Veyrat al introito de unas Vísperas (20) del
conocimiento humano, al roce con ese “ áspero viento / de amor” capacitado para
“(…) alimentar llamaradas / en los campos de la niebla” (21) del entendimiento,
dejando la voz poética el rastro de La huella del nómada (22):
Así es el
viajar del hombre,
Temeroso de sombras y evidencias:
Para cruzar los
desiertos,
Loco de amor transtorna
La razón de las palabras.
Progresivamente,
Conocimiento
de la llama enciende los albores de nuevas incursiones
poéticas que inspiran el paso al regreso desde un más allá volcado o invertido
hacia el más acá, en el vuelo invocado de la
Razón del
mirlo.
NOTAS
(1) Miguel VEYRAT, “Una voz arcana”, Conocimiento de la llama.
Palma de Mallorca: La Lucerna, 2010. (Las formas verbales referidas se
encuentran en “Una voz arcana”.)
(2) Miguel VEYRAT, “La herida”,
Ibid.
(3) Ibid.
(4) Miguel VEYRAT, “Canción del verbo”,
Ibid.
(5) Ibid.
(6) Ibid.
(7) Paul RICOEUR,
Soi-même comme un autre, Paris: Editions du Seuil, 1990
Cf. El
filósofo francés advierte que alteridad e ipsidad van íntimamente vinculados:
Soimême comme un autre suggère d’entrée de jeu que l’ipséité du soi-même
implique l’altérité à un degree si intime que l’une ne se laisse pas penser sans
l’autre, que l’une passé plutôt dans l’autre, comme on dirait en langage
hégélien. (p. 14).
(8) Paul RICOEUR, “La liberté et ses institutions”,
Qui est libre?, Éditions Orphéus / L’Harmattan, 2002, p. 10.
(9) Ibid., p. 14. T. del texto francés: Nous nous comprenons comme
sujet parlant et comme sujet agissant en nous racontant”.
(10) Cf.
Conocimiento de llama empieza por éstas dos citas: la traducción de S.
Quasimodo de la Antología Palatina IX 449, y la de Martín Heidegger.
(11)
Miguel VEYRAT, “Iniciación”, Ibid.
(12 Miguel VEYRAT, “Donde habita
la sombra”, Ibid.
(13) Miguel VEYRAT, “ Ouros”, Ibid.
(14) Miguel
VEYRAT, “Su nombre en la memoria” (Rapsodia para contrarlo), Ibid.
(15) Miguel VEYRAT, “Pasión de la tierra”, Ibid.
(16) Miguel
VEYRAT, “La hiedra”, Ibid.
(17 )Miguel VEYRAT, “Sueño sin fin”,
Ibid.
(18 )Miguel VEYRAT, “En un intenso fulgor”, Ibid.
(19 Miguel) VEYRAT, “ Agnis-Ignis”, Ibid.
(20) Miguel VEYRAT,
“Vísperas”, Ibid.
(21) Ibid.
22 Miguel VEYRAT, “La huella
del nómada”, Ibid.
Nota de la Redacción: Esta reseña se ha publicado
originalmente en la Revista de Investigación y Crítica Estética,
Cartaphilus,
9 (2011), pp. 199-122, a cuyo director,
Vicente
Cervera, igualmente que a la catedrática de Poesía
Española de la Universidad de Orléans,
Françoise
Morcillo, queremos expresar públicamente
nuestro agradecimiento por permitir su publicación en
Ojos de
Papel.