VUELOS DE ÁGUILA Águila visionada en brazos del destino,
deja a mi cuerpo volar en nítidos albores
y cantos de libertad.
Abraza fragancias de regias melodías
concebidas en la piel desnuda de mi
seno
y sé luz etérea en brisas de mi pecho,
para acariciar el ingenio de
tus poéticos vuelos.
Águila de un recuerdo y humor dorado.
Transparencia de blanco plumaje
que reviertes mi sendero con brillante
claridad,
eleva la vibración inspirada de tus poemas
y sé aroma de
espiritual alimento
con mensajes de integridad.
Águila con alas de
ángel,
engrandece cielos de fulgores
en despiertas fragancias de amor
y en corrientes del río de la vida
que mecen sus aguas en bosques
sonrientes,
y hacen de la frialdad de albergues,
tibios corazones que ya
no izan al viento
nube alguna de interferencias para la luz.
Vuelos
de águila. Blanca flor de lis,
besa el calor humano nacido en las estrellas
y eleva a niños perdidos al seno de sí mismos.
Niños perdidos en selvas
de hojas secas
acurrucadas en mentes de mercurio
y globos de ojos
verdes.
Sin sueños ni nubes,
los vuelos de águila despiertan
melodías blancas.
Bellos nenúfares de unión.
Imagen de palmeras que ojos
físicos no ven.
Chispitas poéticas de espacios sin cuerpo.
Caricias de
una visión de bolas de Energía.
Amor y Color.
Presencia. Presencia.
AMOR COMPARTIDO Amor universal.
Amor compartido en carencias y abundancias.
Amor creador de frutos
dorados
mecidos en olas de ascensión y besos apasionados.
Fascinación de
abrazos amantes de sinceras procedencias.
Amor nacido en noches y días
grandes
sin traumas ebrios de abandono.
Amor crecido entre bruma gris
para unificar espigas oro de valerosos trigales,
risas y mares de
lágrimas.
Amor desarrollado con el empuje de seguir adelante
feliz pese
a todos los pesares.
Amor concebido en el cielo
de hombres y mujeres
con ecos unificados,
nobles creadores de alimento fortalecedor.
Dulce
remedio de sanación placentera.
Amor fluido del alma.
Arma y escudo
infalible de ricas fragancias.
Polvo de estrellas conectado a la Tierra.
Pilar melodioso que abraza el pasado
de niñas y niños somnolientos
prestos a despertar.
Amor sublime de generosa entrega
hecha en dulces
oleadas de gracias eternas.
Amor compartido en océanos de dicha.
Llave interna que abre canales de plata,
círculos y espirales. Riqueza
del espíritu.
Amor que vuela con alas de esperanza
y suspiros de
libertad en cuevas de marfil
trocadas en auroras carmesí y carrozas de ideas
sin espejismos de vanas ilusiones.
Amor. Amor creador, bellamente
entrelazado
más allá de la materia más allá de toda prueba.
Amor de
Vida Sabia.
Amor libre de deseos que aquí quedan.
Amor sin miedo.
ESTRELLA DEL DESIERTO Al vivir el
presente sin descontrol que me mueva
en direcciones contrarias a donde el
viento me lleva,
vivo en rutas de mi pájaro de fuego.
Me elevo al
horizonte del desierto interno
y en sus estancias me adentro
para formar
oasis en su flor estrella.
En carro brillante con alas de plata,
me
subo a la cima de una cumbre de esperanzas,
para llenarme de ideales en el
otoño de la vida
y en tardes de mis días soleados.
Días vividos como
Luceros de afortunados retiros.
Refugio de un templo interior alzado a
visiones celestes
en que la voz amante de un susurro habla de inmensidad,
y canta ofreciendo al oído alientos a vivir sin miedos
blancos poemas de
amor, fluidos en la vida diaria
sin la irrealidad de los sueños ni tristes
ideas o conceptos.
Las notas de una estrella consumidora de silencios
guían mi desierto hacia nuevos horizontes
que acarician mis sienes
prendidas
a fulgores blancos de firmamentos perdidos,
para que pueda
mirar más allá de otras huellas
marcadas por experiencias y olvidos del
pasado
que ahora labran mi destino.
Hoy, la voz chirriante del yermo
me armoniza vacíos
y expande mis alas en dirección a astros que me guían,
al darme voluntad y coraje para cruzar desiertos
de ardientes arenas sin
tibieza de estepa.
Sin impedirme el temor ser brasa o hielo,
encender
íntimos fuegos o congelar el tiempo
en que luces del día acarician frías
noches del alma.
Cuando se eclipsan sombras de dudas
con resplandores de
estelas vivas
y despiertan fragancias que trasforman mi vida.
FLUIDOS CELESTES
Con amor fraterno dedico este poema
a la
generosidad incondicional
de mi hermano Bernardo.
Genial
artista del arte de hacer reír
a quienes aprecian la valía de su
nobleza
y la capacidad innata de hacer bellos,
incluso los
momentos más duros del vivir.
¿Qué otro presente puedo buscar
si hoy la eternidad sostiene
los brazos de mi esperanza,
y me da a
beber alimento
de la Fuente emanada
del jardín de las Delicias?
Bebo fluidos celestes
en notas de tu apoyo incondicional,
y en
miradas de tus mimos
nacidos para que ría mi alma
y viva mi alegre
corazón.
Con vapores celestes
y ocurrentes metáforas
alimentas
la gracia de tu don.
Gracia sabia
que hace despertar en las conciencias
la danza de la alegría
y la firme seguridad de ser luz y amor.
Gracias, hermano, por ser como eres,
por la innata alegría que
emites
y por la fuerza espiritual que transmites.
Gracias te da una vez
más
mi ancestral hermandad.
VUELOS DE
COLORES En vuelos del viento y aras de la vida
pude fluir
estremecida de gozo
al soltar barros del pasado, dolores
y lodos
consumidores de energía,
así vacié mochilas gastadas de rodar
entre
impotentes bloqueos y amarguras
mantenidos sobre mi espalda
ya cansada
de llevar tan dura carga.
Así quedó detenido el eco chirriante
de
arrastrados pasos del recuerdo
y en el aire conseguí crear espacio añil
en noches de nívea luna,
para llenarlos del arrullador cantar
de mi
cielo estrellado.
Vuelos de colores hechos en espacio abierto.
Pensamientos que arropan mi desnudez,
y sensaciones de no ser lo que
fui,
me hacen difuminar sombras temerosas
y liberarme de piedras oscuras
donde tantas veces en el ayer tropecé.
Vivencias felices ahora vivo
de saber que no soy quien antes creí ser
en mis sueños infantiles.
El presente me habla de hologramas
y de sueños irreales protagonizados
por creencias
marcadas en el mapa de mi viejo aprendizaje.
Hoy, la
poesía de mis alas se mueve
en corrientes de olas con ritmo oceánico
y
sin amarres me permito volar
en amplios canales de luz que abrazan mi
infinitud.
BOLA DE LUZ No hay muerte que me haga
morir
ni sueños que me hagan sentirte fuera de mí,
Padre-Madre Luz.
Con la convicción de Tu Presencia,
dejo de oír voces limitantes
y vivo sin miedo la vida que he de vivir,
vibrando en plenitud
y
dándote gracias por no alejarte de mí.
Cuando empecé a sentirte dentro,
Bola de Luz,
me adentré en Tu Fuente y me hiciste saber quién soy,
los
vuelos de mi mundo crecieron,
así como el servicio en alguna labor
que
puedo hacer con estilo inspirado,
voluntad, constancia y amor.
Mundo
interior transmutado por servicios altruistas.
Mundo liberado de noches
deprimentes y tormentas de
[pasión,
con sencillos milagros y
reconciliadora aceptación
de lecciones cotidianas
embellecidas por la
escuela de la vida,
donde se juega a ser bebé
y a romper los juguetes
para poder crecer.
ESPERANZA Cuántos
horizontes perdidos
en la mirada de mis sueños.
Cuántas vistas de
alboradas
se diluyeron en caminos
que no sonreían a la vida.
Cuántas costumbres añosas,
dogmas y hábitos caducos
restaron
alegría a mis años
de juventud devocional.
Cuántas veces se perdió
mi sonrisa
en auroras de arenas negras,
en distancias centinelas y
nostalgias ignoradas
que reprimieron mi primavera.
Cuántas lágrimas
anónimas
cansadas de rodar en el silencio
de nubes perforadas por la
suave luna
que sin permiso traspasó mi tiempo,
cayeron en la siembra de
mi campo.
Lágrimas y olvidos.
Gotas de ansiedad y tristezas
que
bailaron su propia danza
al son de una guitarra perdida
en el deseo de
ser rasgada
con esperanzas virtuosas.
Esperanza en un mañana
fugitivo del futuro hecho hoy,
danzaron al ritmo armónico
de notas
bajadas de cielos
que me traen recuerdos bellos,
para sentar el presente
en veredas
de luminosos archivos eternos
que me permiten vivir sin
muerte,
entre alegrías sin disfraces,
y verdades que me acunan
al
deslizarse mi actual poesía.
Nota de la Redacción: agradecemos a
Ediciones
Carena en la persona de su director,
José
Membrive, la gentileza por permitir la publicación de
estos poemas del libro de Nicolasa,
Vuelos de
águila (Carena, 2011), en
Ojos de
Papel.