Primero
Notre Père qui êtes aux cieux…
Avec les jolies
filles…
Jacques Prévert Pater noster. PAROLES
Un rodal de visiones.
Tira la tierra de su peso
humano,
saltan las piedras
y tiritan los corazones
revueltos de
paisajes en los ojos.
Rodal de patuleas
que martiriza
a todos
los creyentes.
La providencia nocturna
desaloja la soledad
y el
mundo en su cabeza,
rebaña a los hombres amoldados…
¡Qué bonitas las
cenizas
en el último esplendor
endomingado!
¡Jóvenes impolutos,
cuerpos percudidos!
Las piernas hablan
entre ellas, hijas del
sueño,
extendidas en el suelo.
La pasión de las tardes
fija las
horas vivas
y un revuelo de estrellas
bosteza entre los dedos.
Segundo(La muchacha que tenía la sonrisa triste)
Todo el espacio
daba abrazos a sus labios
y la luz íntima
ponía hermosuras juveniles
en las retinas.
Retenía los aires
del cansancio y el gozo,
se mecía en su perfil de aura.
Se
extendía un perfume
de bienestar
y penas perturbadas
en el pozo del
alma.
TerceroLas aguas dejan su rastro en la ventana,
trasladan el brillo del mármol
hacia el otoño de los corazones
y el
jardín
se recoge dentro de los sueños.
Se van las golondrinas
por las turbias cortinas del ocaso
y el pensamiento coge una aurora de
nubes
dentro del llanto que cae en la copa de vino.
Toda la fiesta
inútil y viciada
por el mandato mentido
de las
palabras.
Se derrama una sangre
tan ácida
como el cuchillo
del tiempo.
Cuarto(
En la memoria del tiempo aquel
con mi padre)
Con vino rojo.
Está llena la copa
y la
espera reconforta la ansiedad,
el mundo brilla alrededor
con colores
oscuros.
Corazón mío,
no te marches tan pronto.
De esta
melancolía está hecha la marea
que se lleva todas las cosas
y el viento
y la lluvia también.
Las flores cantan con un murmullo de aromas
que
traspasa el alma y los años.
¿Se han abierto ya los pensamientos?
¿cuánto queda de nuestra amistad?
¿quién comprende estos tiempos
de
oscuro corazón y sendero infernal?
Durante inciertos años
la vida y
la pasión lidian
en sombras, sangre y sol.
Entremezclados para
deshacerse
finalmente en un turbión
de muerte.
Y así pienso en
ti,
para sentir que no puedo olvidarte.
Te debo una oración íntima
junto a tu solitaria tumba
que está a más de mil kilómetros debajo de la
mar,
Desde entonces no tengo a quien decir mi dolor.
¡Qué pena que
no podamos encontrarnos
en un perfil del alma
donde podamos
reconocernos!
Mi casa está llena de polvo,
mis cabellos son una luna
plateada
que duele ausencias…
Anoche volví a ti en mis sueños
y
te vi alegre, mirándome con ilusión.
Nos miramos en un silencio
apenas interrumpido por el corazón.
A mis entornos vuelves
siempre que recorro los barandales
de los recuerdos.
En aquellos
parajes una noche de luna…
una colina de verdor como tú querías…
los
pinos que sembraste…
el color paternal de aquellos días…
Eran
tiempos de primavera y almendras.
Y de proyectos de alegría.
Dejemos
los ensueños ya.
Dejemos los murmullos y cantemos.
¿En que época
florecían las peonías
en el jardín de mamá?
¿sabrás donde encontrarnos
este año que viene?
Despedida eterna.
Nota de la Redacción: agradecemos a
Ediciones
Carena en la persona de su director,
José
Membrive, la gentileza por permitir la publicación de
estos poemas del libro de
José Luis
Ruiz,
Una sombra, una
ilusión (Carena, 2010), en
Ojos de
Papel.