A fines de enero de 2009
Ramírez fue acusado de
recibir, a través de sus familiares, algo menos de medio millón de dólares de la
empresa Catler-Uniservice, adjudicataria en julio de 2008 de una planta
separadora de gas natural valorada en 86 millones de dólares. Veinte días
después, en un acto político con cocaleros,
Evo Morales dio su particular
explicación de los hechos, y para ello daba entrada, a la teoría del complot, ya
que, según sus palabras: “ha habido presencia de la CIA en YPFB y algunos de
nuestros compañeros han sido atrapados por esa infiltración externa”. Sin dar
demasiados detalles, ni aportar evidencias o más explicaciones, agregó: “después
de que fracasaron en sacarnos del Palacio, mediante el voto, mediante un golpe
de Estado Civil ahora vienen con el sector de Yacimientos, con el sector
petróleo. No me equivoqué, pero yo había pensado que iba a haber un paro de los
petroleros para dejarnos contra la pared y contra el pueblo boliviano. No había
sido esa sino otra forma. Cualquier momento vamos a denunciar
nombres”.
Resulta cuanto menos curioso que en un sistema democrático, las
elecciones y el intento legítimo de llevar a una determinada opción política a
triunfar en las urnas sean
definidos como
“un golpe de Estado Civil”. En realidad, en la
singular
interpretación presidencial, todo se debe al deseo de
venganza del imperialismo que no perdona el gesto soberano del gobierno y el
pueblo bolivianos al nacionalizar el sector de hidrocarburos, un sector
estratégico para el país. Por eso, “a los corruptos que estaban dentro de
Yacimientos” se los protege legalmente, se los defiende “desde el exterior,
desde Estados Unidos… con gente, abogados desconocidos, pero expertos en
defender a los delincuentes, a los corruptos. Es el grupo que representa al
capitalismo salvaje, que representa a las grandes transnacionales, a ellos no
les interesa la pobreza, no les interesa la vida ni la humanidad sino cómo
acomodar el capital en pocas manos. A nosotros nunca nos van a perdonar su
sistema su modelo sus representantes nunca nos van a perdonar si hemos empezado
a dignificar a los bolivianos”.
El presidente Rafael Correa dijo: “Hablemos claro: Sullivan era
el director la CIA en
Ecuador”
Muy
pocos días después
Morales volvió a la carga y, nuevamente sin pruebas,
acusó al ex gerente de Comercialización de YPFB,
Rodrigo Carrasco, de ser
el principal "espía infiltrado" de la CIA en la empresa. Se trataría de un
individuo muy peligroso que por su entrenamiento "cuenta con una gran capacidad
para construir redes de corrupción". El gran error de
Ramírez fue haber
desoído de forma continua los llamamientos sistemáticos del presidente
Morales para apartarlo de su puesto de responsabilidad en la empresa.
En Ecuador, a lo largo del mes de febrero de 2009, el gobierno expulsó a
dos funcionarios de la embajada de Estados Unidos. Primero a
Armando
Astorga, al que acusó de pretender inmiscuirse en la designación del jefe de
una unidad de la Policía dedicada al combate del contrabando, y unos días más
tarde a
Marck Sullivan, de quien el presidente
Rafael Correa dijo:
“Hablemos claro:
Sullivan era el director la CIA en Ecuador”. Este último
caso también estuvo relacionado con cuestiones policiales, especialmente por
diferencias con el relevo del responsable de la Unidad de Investigaciones
(UIES). El ministerio de Relaciones Exteriores declaró persona non grata a
Sullivan al descubrir que se había cometido una “intromisión inaceptable
en los asuntos internos del Estado”.
Sullivan recibía información
privilegiada de jefes policiales ecuatorianos sobre el narcotráfico y llegó a
condicionar la cooperación logística y económica a la UIES al nombramiento de
funcionarios recomendados por la su embajada. Finalmente, retiró de las
dependencias policiales unos ordenadores con información vital sobre el
tema.