No es fácil responder esta pregunta porque los estudios culturales han estado
–y todavía lo están- lejos de constituir un proyecto bien articulado, capaz de
armar con solidez una nueva forma de ciencia social y de urbanizar un territorio
nuevo y lleno de brillantes promesas. Incapaz de superar la vieja división
académica de saberes, su programa de emancipación se ha visto sujeto a fuertes
limitaciones desde distintas y potentes trincheras ideológicas y universitarias.
No obstante, su relación con el pensamiento postmoderno, con la cultura de masas
y, en definitiva, con los fenómenos inherentes al consumo y a la globalización,
sitúa a los estudios culturales en la vía de paso de numerosas disciplinas, y
esta transversalidad es hoy día esencial para entender la complejidad y las
contradicciones que caracteriza a la sociedad del siglo XXI.
Si volvemos
a la pregunta de por dónde entrar en la biblioteca de los estudios culturales,
es evidente que después de lo escrito cualquier respuesta es arriesgada y quizá
errada. Pero si el lector insiste y acepta riesgos, mi recomendación es comenzar
por leer historia cultural. Y ya puestos a contemplar los estudios culturales
desde la perspectiva de los historiadores, el libro que tenemos entre manos es
un buen comienzo.
A primera vista parece un libro de
encargo en el que se le ha pedido a Burke que haga una recapitulación de los
principales jalones de su carrera académica en torno a lo que constituye tanto
la historia cultural como, de refilón, los estudios
culturales
Es cierto que podríamos partir desde otros autores y otros
textos. Es el caso del libro de Justo Serna y Anaclet Pons, La historia
cultural. Autores, obras, lugares (Akal, 2005),
más que interesante obra reseñada en su día en Ojos de Papel por Rogelio
López Blanco. Podríamos, sin duda, pero la veteranía es un grado, y como los
mismos Serna y Pons reconocen -pág. 200- “sin duda es Peter Burke quien más ha
insistido” en la historia cultural. Tanto ha insistido en sus distintas
publicaciones que a veces parece que se plagia a sí mismo. En todo caso, la obra
en la que hemos de adentrarnos ofrece varias ventajas. Salió a la calle el año
2004, subsume en buena medida ideas que han estado presentes en la obra de Burke
a lo largo de muchos años, es clara, fácil de leer y para ser relativamente
corta ofrece una visión del campo de la historia cultural y de los estudios
culturales muy completa.
Nacido en 1937, Burke se formó como historiador
en el St. Johns College de Oxford. (En ese mismo college estudiaría
también historia, Charles Powell). De ese vetusto y magnífico college
pasó a St. Antony’s, más moderno y pequeño pero con la ventaja de que todos sus
alumnos son graduados y extranjeros en su mayoría. Por St. Antony’s hemos pasado
un buen puñado de españoles. Juan Pablo Fusi y José Varela, en la época en la
que Raymond Carr era el warden, son una brillante ilustración de la
capacidad para formar historiadores del St. Antony’s College (Por desgracia su
cocina, y no digamos su bodega, han sido bastante mediocres, nada que ver con la
del mismo St. Johns o Merton y, ojo, esas cosas son importantes en
Oxford).
El servicio militar lo hizo Burke en Singapur entre malayos,
chinos e hindúes y con ello completó una formación en la que se mezclaban
distintos estilos de vida y variadas formas culturales. Cuando empezó a dar
clase a los 26 años en la Universidad de Sussex se encontró con una atmósfera de
izquierdas y muy interdisciplinar. Tanto sus años de formación como la misma
necesidad de encontrar un hueco en la densa y trabada historiografía británica
llevaron a Burke a escribir Cultura y sociedad en el Renacimiento (1972),
un homenaje a Raymond Williams que en 1958 había publicado Cultura y
sociedad. De la reflexión sobre la historia social de la alta cultura del
Renacimiento italiano y del descubrimiento de la necesidad de referirse también
a la cultura popular arranca la obra de Burke.
El siguiente jalón de este volumen
lo pone Burke en la consideración de “los problemas de la historia cultural”.
¿Sabemos qué es la cultura?
Pero volviendo a ¿Qué es la historia cultural?,
conviene señalar que a primera vista parece un libro de encargo en el que se le
ha pedido a Burke que haga una recapitulación de los principales jalones de su
carrera académica en torno a lo que constituye tanto la historia cultural como,
de refilón, los estudios culturales. No puede extrañar por tanto que esta obra
comience por considerar los rasgos básicos de “la historia cultural clásica”. De
la historia a la sociología y de ésta al arte. De Burckhardt a Max Weber y
Norbert Elías. Desde la sociología a Aby Warburg y la cultura popular.
El
siguiente jalón de este volumen lo pone Burke en la consideración de “los
problemas de la historia cultural”. ¿Sabemos qué es la cultura?, se pregunta el
autor. Su respuesta es esencial para entender los problemas que plantea el
estudio de su historia. Problemas de indefinición, de método y de objeto de
estudio que hacen que Burke se deslice buscando socorro en la antropología, un
socorro que en mi opinión no acaba de llegar (bastantes problemas tiene la
antropología como para ayudar a otras disciplinas).
La “Nueva Historia
Cultural” (NHC), desarrollada a partir de la antropología histórica y la
reflexión en torno a la construcción cultural de la realidad le sirve a Burke
para desgranar los múltiples temas que ha ido abordando la historia cultural.
Concluye Burke reflexionando sobre las paradojas con las que debe lidiar la
historia cultural, para acabar afirmando su esperanza no ya en la NHC sino en la
concepción más extensa de la historia cultural, todo un acierto si tenemos en
cuenta que la propia historia cultural conforma, como muy bien muestra Burke en
la páginas de este libro, una excelente vía desde la que circular a lo largo y
ancho de los estudios culturales.