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    AUTOR
Juan Luis Cebrián

    GÉNERO
Ensayo

    TÍTULO
El fundamentalismo democrático

    OTROS DATOS
Madrid, 2004. 182 páginas. 14 €

    EDITORIAL
Taurus



Juan Luis Cebrián

Juan Luis Cebrián


Reseñas de libros/No ficción
Un panfleto de Juan Luis Cebrían
Por Juan Antonio González Fuentes, viernes, 15 de octubre de 2004
El principal borrón que cabe adjudicar a estas páginas del periodista y académico Juan Luis Cebrián está, a mi entender, en hacerlas públicas en una colección dedicada a acoger ensayos. Digo esto porque creo que cuando un lector se acerca a un ensayo espera encontrar un escrito, generalmente breve y sin el aparataje académico que requieren los tratados al uso, en el que el autor analiza un determinado asunto mostrando vastos conocimientos al respecto y una línea argumentativa que no se apoye sólo y exclusivamente en opiniones personales de radical parcialidad.
En este sentido, al libro que aquí comentamos el calificativo de “ensayo” le viene demasiado grande, y al tratarse de una suerte de opiniones del autor ensartadas una tras otra en el hilo narrativo del simple y partidista combate político, debería haberse publicado con mayor valentía y honradez intelectual en una colección destinada a publicitar panfletos; colección, por cierto, que ya estamos echando de menos los aficionados a la polémica, sea esta de la naturaleza que sea.

El término panfleto, que es ciertamente de origen incierto, aunque es probable que provenga de la forma anglo-latina panfletus, ha designado a lo largo de la historia diversas formas de texto. En Inglaterra, a partir del siglo XVII, tomó el significado de “libelo” o “escrito polémico”, y un siglo más tarde, tanto en Francia como en Inglaterra, pasó a designar directamente un instrumento escrito de controversia política. Y es en este último sentido en el que creo encaja a la perfección el libro El fundamentalismo democrático (Taurus, Madrid, 2004) de Juan Luis Cebrián, nombre que como ya sabe el lector ha sido clave en el periodismo político español a lo largo de las últimas décadas del siglo XX.

Sí, El fundamentalismo democrático es un panfleto político al uso, trufado por tanto de aseveraciones contundentes contra otros discursos políticos, y que quiere sostenerse por la pura fuerza de la opinión personal del autor, sin recurrir a ninguna otra legitimación o autoridad intelectual, sea esta la propia investigación o la apelación a autores solventes y de mayor fuste que el del propio autor del libro.
Si despojamos al entramado de los ropajes que nos desean vender encontramos la realidad, El fundamentalismo democrático es un panfleto político contra José María Aznar, el Partido Popular y sus seguidores, redactado por una de las mentes grises mediáticas más relevantes del socialismo español de las últimas décadas

En un capítulo final titulado “Atribuciones y agradecimientos”, Juan Luis Cebrián da unas explicaciones innecesarias para cualquier lector medianamente formado en la lectura de tratados y ensayos de raíz política. Nos explica que con su “ensayo” (el entrecomillado es mío) no ha pretendido realizar ningún trabajo de investigación ni tampoco establecer ninguna teoría sobre el poder y su relación con la sociedad, limitándose, asegura, a “describir el carácter contradictorio, y hasta perverso, de algunos fenómenos de la democracia moderna, y a tratar de explicarlos desde la comprensión de un ciudadano de a pie”.

Vamos a ver, el señor Juan Luis Cebrián, director durante varios años de uno de los diarios más importantes y respetados de Europa, El País, miembro de la Real Academia de la Lengua y, además, pieza destacada del entramado directivo empresarial del grupo Prisa, poderosísimo grupo de comunicación afín a la política del Partido Socialista Obrero Español, no es de ninguna manera un “ciudadano de a pie”, ni por tanto tiene una compresión como tal de algunos fenómenos de la “democracia moderna”.

En este sentido la falta de honestidad intelectual del autor de El fundamentalismo democrático es sencillamente proverbial. Uno no puede decirle a sus lectores que sus opiniones políticas, lanzadas en forma de ensayo o panfleto (aquí la distinción entre las dos formas me parece baladí), se emiten desde una posición intelectual y política de “ciudadano de a pie”, cuando esa aseveración no se corresponde ni por asomo con la realidad.

A estas alturas del texto espero haber señalado con alguna claridad el “disfraz” o “máscara” con la que se nos presenta Cebrián en su último libro, es decir, un ensayo escrito por un ciudadano de a pie que describe las contradicciones de algunos fenómenos de la democracia moderna. Si despojamos al entramado de los ropajes que nos desean vender encontramos la realidad, El fundamentalismo democrático es un panfleto político contra José María Aznar, el Partido Popular y sus seguidores, redactado por una de las mentes grises mediáticas más relevantes del socialismo español de las últimas décadas.
El texto de Cebrián está lleno de llamadas directas a esos valores genéricos que según la izquierda conforman en exclusividad su patrimonio conceptual: diálogo, tolerancia, paz, libertad…, conceptos que, precisamente desde el relativismo invocado por Cebrián, la experiencia nos enseña que cada cual a utilizado a lo largo del tiempo, tanto en la teoría como en la práctica, según su propia conveniencia o estado de ánimo

Si nos acercamos al libro de Cebrián aceptando el disfraz que éste nos ofrece, sus páginas no tienen el más mínimo interés, y en muchas momentos no hay por donde atacarlas si somos algo exigentes con la aplicación de rigor al aparataje conceptual que el autor maneja a sus anchas y sin pudor en favor de sus propias tesis. Así parece que Juan Luis Cebrián lee libros con la misma intención con la que según Ian Kershaw lo hacía Hitler: reafirmarse en sus propias ideas, buscar un criterio de autoridad en el que darse a sí mismo la razón.

Pero si leemos El fundamentalismo democrático como lo que verdaderamente es, un panfleto político de puño y letra de un famoso periodista cercano a los intereses políticos del Partido Socialista Obrero Español, entonces, el libro adquiere un interés inusitado, y casi podríamos decir que estamos ante una pequeña e inusual obra maestra del género en nuestra lengua.

La tesis fundamental de Cebrián es que José María Aznar, el Partido Popular y todas aquellas personas o sectores sociales, profesionales, culturales…, próximos a lo que se ha denominado como centro-derecha o derecha española, han aprovechado los ocho años de “gobierno Aznar” para sembrar la vida de nuestro país con semillas de odio, intolerancia, rencor, autoritarismo, violencia y un largo etcétera de otros males.

Esta forma de actuar de la derecha española responde para Juan Luis Cebrián a una clara línea de pensamiento político, uno de cuyos conceptos fundamentales es el de “fundamentalismo democrático”. A saber, y cito textualmente a nuestro autor: “…podemos aplicar el mismo calificativo (fundamentalista) a aquellas corrientes que pretenden aplicar de manera ortodoxa la doctrina de un partido político, y aun ejercer del mismo modo la acción pública. Según dicha consideración, fundamentalista es, en realidad, todo aquel que entiende que existe una única manera de ser, y una única manera de pensar… La democracia de nuestros días, heredera lejana del movimiento de los ilustrados, se aparta con peligrosa insistencia de los senderos de la duda, para revestirse de certezas cada vez más resonantes: mercado, globalización, competencia, son conceptos que describen esa nueva realidad en la que, finalmente, las diferencias entre tecnocracia y teocracia resultan simplemente alfabéticas, pues se reducen a dos consonantes.” Llegando a afirmar Cebrián que, a lo largo de los ocho últimos años de gobierno de la derecha en España, “…ha sido posible descubrir la existencia de una nueva teología del poder…”, que pretende hacer de la democracia una ideología, y de los dirigentes populares sus apóstoles.
Cualquier inteligente y habilidoso pillastre con algún curso de carrera universitaria a cuestas, una desarrollada capacidad retórica, media docena de libros abiertos por las páginas convenientes, alguna que otra consigna soplada al oído y unos sólidos intereses políticos, creo que sería capaz de, con los mismos argumentos y conceptos teóricos manejados por Juan Luis Cebrián, escribir un panfleto pero justo de signo contrario

Cebrián, en definitiva, denuncia en su panfleto que Aznar y sus diferentes equipos de gobierno han realizado una lectura en exceso ortodoxa y al pie de la letra de sus propias convicciones y de su programa de gobierno, y que la consecuencia inmediata de dicha actuación ha sido la crispación social y la generación de enfrentamientos y distanciamientos con quienes tienen apuestas políticas distintas. Cebrián acusa a los últimos dirigentes de la derecha española de haber convertido a la democracia en ideología, de atenerse con rotundidad a sus convicciones y valores, y de seguir a pie juntillas los postulados de lo que Cebrián llama la political correctness o corrección política.

En resumidas cuentas, según el “ciudadano de a pie” Juan Luis Cebrián, esta es la columna vertebral ideológica sobre la que se levantan los males y perversiones que el fundamentalismo democrático de Azar y sus gobiernos han inoculado a la sociedad española a lo largo de los últimos años,

Ante tal situación Cebrián aboga claramente por inyectar a nuestra sociedad un seguro remedio para preservar nuestra democracia libre del fundamentalismo democrático: el relativismo y la tolerancia, apostando claramente por la denominada “democracia de la duda” frente al ya definido fundamentalismo. En este sentido el texto de Cebrián está lleno de llamadas directas a esos valores genéricos que según la izquierda conforman en exclusividad su patrimonio conceptual: diálogo, tolerancia, paz, libertad…, conceptos que, precisamente desde el relativismo invocado por Cebrián, la experiencia nos enseña que cada cual a utilizado a lo largo del tiempo, tanto en la teoría como en la práctica, según su propia conveniencia o estado de ánimo.

Bien, vuelvo a reiterar que el libro de Cebrián hay que catalogarlo dentro de la hipotética sección “panfletos políticos”. Reitero esta cuestión porque es esencial a la hora de hacer cualquier comentario al respecto: estamos ante las arbitrarias e interesadas opiniones de un periodista político, y no perdiendo esta perspectiva debemos acercarnos y entender el libro que tenemos entre manos. No es lo mismo, sirva el ejemplo, que un químico nos asegure que el agua no se compone de hidrógeno y oxígeno e intente demostrárnoslo con tubos de ensayo en mano, a que un señor nos explique por escrito por qué prefiere el agua con limón al agua con cloro o carbonatada.

El problema del libro de Cebrián es que en él nos explica qué tipo de agua prefiere su paladar, pero lo hace lanzándonos al entendimiento fórmulas y conceptos de análisis de una ciencia que en absoluto domina, consiguiendo así un entramado teórico de floja consistencia y capacidad nutritiva más bien escasa. Para no extenderme en exceso apuntaré sólo tres cuestiones muy significativas y características de este panfleto. La primera es que Cebrián pasa por alto que los gobiernos de Aznar accedieron al poder a través de unas elecciones libres. La segunda es que utiliza con tendenciosa pillería y escasísima sutileza intelectual complejos conceptos o términos como fundamentalismo, democracia, corrección política, militarismo, globalización, etc… La tercera es que cualquier inteligente y habilidoso pillastre con algún curso de carrera universitaria a cuestas, una desarrollada capacidad retórica, media docena de libros abiertos por las páginas convenientes, alguna que otra consigna soplada al oído y unos sólidos intereses políticos, creo que sería capaz de, con los mismos argumentos y conceptos teóricos manejados por Juan Luis Cebrián, escribir un panfleto pero justo de signo contrario.

Un panfleto en el que, por ejemplo, se hablase de la “democracia de la duda” como del más adecuado terreno político para que un relativismo equivalente al “todo vale” sirviese para poco a poco resquebrajar el imperio de la ley y los cimientos de la democracia; para que en nombre de la corrección política y el respeto mal entendido a “todo y a todos” se socaven los fundamentos culturales y políticos de nuestra sociedad; para que en nombre de la tolerancia toleremos lo intolerable…; etc, etc…

¿Para cuando la colección de panfletos más arriba demandada? Lo aseguro, no nos íbamos a aburrir casi nunca.
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