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jueves, 18 de junio de 2009
Relectura de Keynes: El modelo económico y social de la Europa Occidental (y II)
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[10486] Comentarios[0]
Los rasgos del crecimiento económico europeo tras la II Guerra Mundial fueron: crecimiento uniforme del PIB, crecimiento rápido del PIB per cápita, cambios significativos en la estructura económica, escasas interrupciones del proceso de crecimiento, constante presión inflacionista, niveles de desempleo reducido, rápido crecimiento del volumen de comercio y cambio drástico del papel gubernamental en la economía, a través del intervencionismo, con la extensión de la responsabilidad pública en el empleo y el crecimiento


Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Primera parte: Relectura de Keynes: El modelo económico y social de la Europa Occidental (I)

De esta manera, desde la posguerra el Estado amplió sus funciones significativamente hasta convertir su presencia en permanente, necesario para el mejor funcionamiento del sistema capitalis­ta. Las funciones económicas se articulan en torno a dos ejes: la actuación inversora y la actuación consumidora. A través del primer conjunto de medidas, la intervención estatal reduce los costes del capital privado: la inversión pública beneficia a la empresa privada en la medida en que con la financiación estatal se eluden desembolsos que de otro modo recaerían sobre el capital privado: 1) participación estatal en la creación de infraestructuras de comunicación y servicios públicos de suministros básicos; 2) financiación de la investigación científica y tecnológica, sobre todo la básica, más costosa y menos rentable; 3) nacionalización de empresas no rentables que suministran bienes necesarios; 4) gratuidad de la enseñanza básica y profesional; 5) cobertura pública de servicios y dotaciones sociales (se cubren necesidades básicas que de otro modo debían ser cubiertas con el salario); 6) control de la política laboral y salarial; 7) concesión de ayudas a las empresas privadas para reducir los costes de capital (primas a la exportación o el empleo, créditos privilegiados, precios favorables).

La actuación sobre el consumo se dirige a agregar demanda efectiva: los problemas derivados de la insuficiencia de la demanda privada son paliados con el consumo relacionado con el Estado: pedidos militares; pedidos vinculados a las infraestructuras, equipamientos colectivos y servicios sociales; sostenimiento del poder adquisitivo del personal público; cobertura social de los sectores de desempleados, enfermos y jubilados.

Este modelo económico aparece estrechamente unido al modelo social que se ha llamado del Estado del Bienestar (Welfare State), vigente desde la posguerra en las democra­cias occidentales. Este sistema implica la responsabilidad estatal para asegurar unos mínimos básicos de bienestar para sus ciudadanos, mediante la protección social. Los tres elementos básicos del EB son la interven­ción estatal en la economía para mantener un alto nivel de empleo, la provisión pública de una serie de servicios sociales de carácter uni­versal (educación, sanidad, pensiones, ayudas familiares, vivienda) y la asistencia social (servicios asistenciales para aliviar la pobreza y casos de necesidad excepcional). El EB supone la institucionaliza­ción del papel del gobierno en la contención de las desigualdades, en la prevención y alivio de la pobreza. En su evolución existen tres períodos diferentes:

1) 1950-1975, en que el consenso sobre el capitalismo de bienestar en los países occidentales permite la consolidación del Estado del Bienestar como modelo dominante del desarrollo social del mundo occidental;

2) 1975-1980, en que la crisis económica lleva a una crisis de confianza en el EB, debilitándose el consenso anterior;

3) 1980-2005, el período de poscrisis, marcado por la ruptura ideológica y la relativización del Estado del Bienestar (surgen planteamientos alternativos como respuesta a la crisis: neoconservadores y socialcorporativos).

William Beveridge hacia 1910 (foto wikipedia)

William Beveridge hacia 1910 (foto wikipedia)

La intervención estatal en la economía se fundó en las teorías económicas de inspiración keynesiana. No así el Estado del Bienestar, que nació de una extensión de esa interven­ción traducida en la hacienda redistributiva y asignativa, en la intervención pública en la distribución de la renta y en la asignación de recursos. Se trata de un tipo de política fiscal expansiva orientada al fin concreto y primordial del gasto social, de la educación y la sanidad, acabando por dominar la orientación social sobre la econó­mica en la concepción del EB.

La orientación social del keynesianismo obedeció a la nueva consideración que en la posguerra alcanzó la política social. Particularmente la seguridad social, que defendió en su obra el liberal inglés William Beveridge (1879-1963): se trataba de ampliar la protec­ción tradicio­nal de los seguros a un sistema de seguridad preventiva y fomentar así el bienestar general de todos los ciudada­nos. La seguridad social persi­gue librar al hombre de la necesidad me­diante la garantía de una renta regular en caso de riesgo social (en­fermedad, accidente de trabajo, muerte, vejez, maternidad, desempleo). Para ello, Beveridge propuso un sistema global y coherente con cuatro caracterís­ticas: universal, unificado y sencillo (igual cotización para todos los riesgos y personas), uniforme, y centralizado (un único seguro público). Mediante una financiación fis­cal complemen­taria de las cotizaciones, la política debía contri­buir a otras finali­dades como la concesión de prestaciones familiares y el man­teni­miento del empleo.

El consenso sobre el paradigma Keynes-Beveridge informó la política socioeconómica llevada a la práctica en muchos países occidentales por los partidos tanto de la derecha moderada como del centro-izquierda, si bien sus más fervientes defensores fueron los socialdemó­cratas. Su éxito aseguró el nivel de vida, el empleo, los servicios sociales básicos, al tiempo que incentivaba la producción y el mercado. El éxito se basó en que bajo tal sistema el sistema capi­ta­lista prosiguió su avance mejorando sus resultados y consagró la integración en la democracia liberal de las fuerzas obreras, satisfechas en la medida en que el sistema bajo esas pautas tendía a una transformación gradual de la sociedad. Constituía una forma de tener muy en cuenta por parte del capitalismo las reivindicaciones de la clase obrera, produciéndose un pacto entre capital y trabajo, que recibía seguridad y protección a cambio de aceptar la lógica de benefi­cios y mercado como principal sistema de asignación de recursos.

El EB presenta muy diversas variedades en virtud de su alcance y orientación. En la posguerra mundial hubo muy diversos estados o del bienestar, con estados más comprometidos o menos con el bienestar (nivel de gasto social); también hubo diferencias por el grado de desmercantilización de los derechos sociales y el sistema de estratificación que genera el EB, diferenciándose entre un modelo socialdemócrata o escandinavo (donde se alcanzó la mayor extensión del principio de universalismo y desmercantilización de los derechos sociales), otro conservador o europeo y un modelo liberal o americano (que algunos autores excluyen del EB).

***

Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:

-LIBRO: Jesús Pardo, Borrón y cuenta vieja (RBA Libros, 2009)


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


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