España vive inmersa desde hace meses en la que tal vez sea la peor crisis económica desde el
crack de 1929. La crisis es desde luego de alcance internacional, pero se está cebando en economías tan débiles por su dependencia como la española. Los datos con los que nos despertamos todos los días son demoledores y angustiosos. Ya nadie niega con rotundidad que se puedan alcanzar los cinco millones de parados, cuando antes de las navidades se nos aseguraba desde el poder que no se alcanzarían los cuatro ni por asomo. Decenas, cientos de empresas cierran cada día o presentan regulaciones de empleo. En torno a 6.000 nuevos parados se suman cada día al creciente colectivo. Miles y miles de trabajadores autónomos tienen que cerrar sus pequeños negocios porque nadie las paga las facturas emitidas. Ni se compran ni se venden pisos, casas, automóviles..., y la economía de las empresas adyacentes a estos sectores en pleno desmoronamiento queda congelada. Por vez primera en 15 años España no sólo no crece sino que pierde un 1% de su riqueza. Los bancos no conceden créditos a las pequeñas y medianas empresas para que éstas puedan disponer de liquidez inmediata y así poder aguantar el tirón. El dinero inyectado por el gobierno en la banca se destina a tapar agujeros negros de la propia banca. Ya hay miles de familias, de hogares en los que no entra ni un solo ingreso. Cientos de miles de inmigrantes se están quedando sin trabajo, sin prestaciones y no disponen del colchón de la ayuda de sus familias, con lo que muchos están abocados a la delincuencia y el trapicheo al margen de la ley. Así podría continuar y continuar lo peor es que dicen que esto no ha hecho más que empezar, y que la posible recuperación tardará meses, años en llegar.
Comisiones Obreras (CCOO)
Otro de los elementos que más desazón y desconfianza produce es la inoperancia del gobierno de
Rodríguez Zapatero, su falta absoluta de respuestas, de ideas, de acciones. El gobierno socialista de España parece conformarse con decir que la culpa de lo que sucede es del resto de las economías mundiales, y que eso sí, seguirán pagando las prestaciones sociales a cuanto parado se sume a la cola del paro. Es decir, se limita a decir que cumplirá, ni más ni menos, que con su obligación, al menos hasta que la caja se quede tan sólo con telarañas.
Y ante esta debacle, ante este panorama desolador que sufren especialmente los más débiles, los trabajadores y autónomos, ¿dónde están los sindicatos, las asociaciones que deberían luchar por los derechos y el bienestar de los trabajadores?
Unión Genral de Trabajadores (UGT)Que yo sepa hasta no hace mucho tiempo en España había sindicatos, fundamentalmente dos, Comisiones Obreras (CCOO), de filiación comunista y cercano a Izquierda Unida, y la Unión General de Trabajadores (UGT), de filiación socialista y muy, muy cercano al Partido Socialista. Pues bien, insisto en la pregunta que puede dividirse en otras varias: ¿dónde están los sindicatos?, ¿para cuándo las movilizaciones?, ¿para cuándo demandarle al gobierno Zapatero respuestas claras y concretas?, ¿para cuándo tomar la calle pidiendo soluciones y de no haberlas exigir la caída del gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones para propiciar la llegada de un nuevo gobierno? Nada, la callada por respuesta. Los sindicatos y los sindicalistas están desaparecidos, hacen mutis por el foro, miran hacia otro lado, silban una tonada con las manos en los bolsillos, se esconden como ratas en la seguridad de los despachos pagados por los impuestos de todos.
Y me hago otra pregunta, ¿si esta misma situación contase con un gobierno conservador al timón de la nave, CCOO y UGT estarían callados, no habrían lanzado ya la gente a la calle, no pedirían a voz en grito y con huelgas dimisiones y cambios de rumbo? Entonces, ¿por qué razón no actúan ahora de la misma manera?
Todos sabemos la respuesta. Sencillamente es una desvergüenza. La crisis, cuando pase, también debería pasarle una factura a CCOO y a UGT, la factura, por ejemplo, de desaparecer en el más oscuro pozo de la incapacidad, la desfachatez, la indecencia, la deshonestidad.