El último libro de
Enrique Vila-Matas lleva por acertado título
Dietario voluble. Digo acertado porque lo cierto es que se adecua muy bien a lo que ofrecen sus páginas: un dietario al uso pero de carácter voluble, cambiante de humores y latidos, de puntos de vista y asuntos.
Lo estoy pasando bien leyendo a Vila-Matas y lo estoy pasando francamente mal. Que lo paso bien, entretenido, de forma gustosa lo señala el hecho de que acudo al libro en cada instante de tiempo libre del que dispongo. Que lo paso mal lo indica que abro y leo sus páginas con alguna sensación agridulce, y en ocasiones lo leído me deja en estado de postración mental.
El caso es que leyendo a Vila-Matas he tropezado con una entrada de su dietario que me ha resultado especialmente curiosa, pues reseñé en estas mismas páginas el libro al que se alude. Me refiero a la edición de Acantilado de la
Vida de Samuel Johnson escrita por
James Boswell, y traducida al español por
Martínez-Lage.
Enrique Vila-Matas: Dietario voluble (Anagrama, 2008)
Cuenta Vila-Matas que hablando con el traductor, éste se refirió a las “páginas con naranjas” de la obra, es decir, a las páginas en las que Boswell señala la relación de su biografiado con las naranjas, y más concretamente, en las que se subraya la manía del erudito de guardar en sus bolsillos mondas de naranjas exprimidas. Las páginas de la edición ya comentada son exactamente la 227, 792, 1008, 1044, 1047, 1060, 1097 y la 1595, página esta última en la que se desvela el curioso misterio.
Las “páginas con naranjas son un relato más dentro del relato general de la vida del doctor Johnson, un relato misterioso con su principio, su desarrollo y su final o conclusión. La intriga de las naranjas se prolongó en el tiempo porque el coleccionista de sus peladuras no estaba por la labor de revelar el motivo de su conducta, y menos aún cuando Boswell lo vio dejar secar sus insospechados trofeos. ¿Qué demonios hace el célebre doctor quedándose en los bolsillos las mondas del cítrico que le ha servido de postre?, elucubraba Boswell en su afán de conocer y difundir todos los entresijos del vivir y pensar de su biografíado.
La solución no llega hasta la página 1595 de la edición española de Martínez-Lage, y no llega como punto culminante de una confesión largo tiempo esperada, sino con la modestia erudita de una simple nota a pie de página. Boswell explica que el misterio se resuelve al consultar la carta número 558 de Johnson perteneciente a la colección de la señora
Piozzi. En dicha misiva el doctor recomienda como “medicina”, la piel naranja seca, convertida en polvo fino”.
El misterio queda así resuelto de la forma más banal y previsible: el doctor Johnson, simplemente, no tenía ganas de morirse.