Las estadísticas realizadas sobre asuntos relativos a la cultura y la educación suelen dejar a España en el pelotón de los rezagados dentro del entorno europeo. La calidad de nuestra enseñanza deja mucho que desear, nuestras bibliotecas públicas son como para echarse a temblar o a llorar, el número de nuestros teatros es escaso, nuestros museos disponen de presupuestos irrisorios, nuestros ciudadanos apenas leen ni libros ni prensa, nuestros conservatorios de música son anticuados, nuestro dominio de idiomas extranjeros provoca sonrojo..., y un largo etcétera que podríamos extender casi hasta el infinito.
Sin embargo, me han dejado pasmado, estupefacto, incrédulo, unos datos que acaba de hacer públicos la Oficina Estadística Comunitaria (Eurostat). Nada más y nada menos que 8 ciudades españolas figuran entre las 10 europeas en las que más se va al
cine. Repito para que no haya equívocos: 8 de 10. Me froto los ojos, me golpeo la cabeza, me pellizco un brazo... No lo puedo creer!!!
Pues sí, las cifras parecen ser ciertas, y están publicadas en una publicación (valga la redundancia) de la Comisión Europea donde aparecen los resultados de una especie de “auditoria urbana” que se ha realizado con datos obtenidos en el año 2004. Según éstos, la ciudad europea con una asistencia más alta a las salas de proyección es la pequeña Luxemburgo (15,6 veces al año por habitante), seguida de la macro urbe París (14), e inmediatamente después van las ocho ciudades españolas, casi todas situadas, curiosamente, en la zona norte y cantábrica del país: Gijón (12,8), Oviedo (12,6), Bilbao (12,6), Santander (12,5), Valladolid (12,5), Hospitalet de Llobregat (12,5), Santiago de Compostela (12,4) y Vitoria (12,4).
No creo que puedan establecerse muchas conclusiones realistas y veraces de estos datos, salvo los más obvios: en varias de las ciudades situadas en el norte de España (todas bastante más al norte de Madrid) la gente va mucho al cine, más que en el resto de Europa y más que en el resto de España. Cuando este dato se cruza con otros relativos, por ejemplo, a los índices de lectura de la sociedad española, también coincide que por lo general se lee más prensa y más libros en el norte de España que en el resto de la península.
Para llegar a conclusiones rotundas y concluyentes desde un punto de vista estadístico, es obvio que deberíamos cruzar muchos más datos de todo tipo, pero me arriesgo a establecer generalizando algo que ya se ha dejado apuntado en otras ocasiones en muy diversos estudios: por término medio, el ciudadano de la zona norte de España tiene una vida cultural más rica, intensa y variada que la del que habita en otras zonas de la península. Bien, aceptémoslo, o no lo aceptemos, y extraigamos las consecuencias que se estimen oportunas.
Pero lo curioso, lo sorprendente del caso es el dato del que hemos partido. Ocho ciudades españolas figuran entre las diez de toda Europa en las que más se acude al cine, en las que más cine se ve, entre las más cinéfilas de uno de los continentes más desarrollados del planeta. Casi todas están situadas, más o menos, en un mismo ámbito geográfico dominado en gran medida por largas temporadas de frío y lluvia. De París y Luxemburgo puede decirse algo semejante. Entonces, ¿el frío y la lluvia empujan a las salas de cine a la ciudadanía europea? Si admitiésemos dicha posibilidad resultaría, en buena lógica, que las ciudades escandinavas, por ejemplo, deberían ser las más cinéfilas de toda Europa, y no es así. Descartemos, por tanto, ese cierto determinismo climatológico al que aludíamos hace un momento, pero abracemos otro, el de la situación geográfica. No puede ser casualidad que si situamos en un mapa de España las 8 ciudades aludidas, 5 estén localizadas de forma casi continua: Oviedo, Gijón, Santander, Bilbao y Vitoria, en una distancia de tan sólo 340 kilómetros entre las dos ciudades más alejadas entre sí, Oviedo y Vitoria.
Sí, ya sé que todos estos cálculos y especulaciones en el aire son completamente absurdos y no se sostienen en nada. Pero yo mantengo la pregunta e invito a que alguien me ofrezca alguna respuestas al respecto: ¿por qué cinco de las diez ciudades europeas en las que más se va al cine están ubicadas en un ámbito geográfico tan concreto y tan preciso? Si alguien estudiase el asunto y llegase a alguna sólida conclusión, quizá el futuro del cine, y sobre todo del español, se aclarase un tanto.
Esperamos las posibles respuestas.