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jueves, 11 de septiembre de 2008
Inge Morath: el arte de la disección en una foto
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[9869] Comentarios[0]
Una foto de Inge Morath ejemplifica en todos y cada uno de sus componentes la perfección y profundidad del arte de su arte: imágenes congeladas que ofrecen miles de respuestas a miles de preguntas, que diseccionan no sólo al retratado, sino su mundo y circunstancias

Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Que la fotografía es una de las artes que ha experimentado mayor empuje en las últimas décadas, y que goza cada vez más del favor del público y del aprecio e interés de la crítica más seria, es algo que no ofrece discusión alguna, y que sólo recordarlo aquí tiene algo de repetitivo, viejo y apolillado.

Lo que ya no está tan manoseado es el asunto de que el aprecio y puesta en valor de la fotografía contemporánea tiene como una de sus principales consecuencias el aprecio y puesta en valor del trabajo de fotógrafos del pasado, algunos, en el mejor de los casos, considerados tan sólo como meros y competentes artesanos dedicados a trabajar temas tan menospreciados como la moda. Pienso ahora en fotógrafos tan inmensos como Edward Steichen, de quien puede verse una espléndida exposición de su trabajo para Condé Nast, de 1923 a 1937, en el Museo del Traje de Madrid.

En sendero parecido puede situarse la obra fotográfica que puede ahora verse en la Sala Ángel de la Hoz del Centro de Documentación de la Imagen de Santander (CDIS), dirigido por la historiadora de la fotografía Manuela Alonso Laza, y que puede verse hasta el próximo día 26 de este mes de septiembre. Se trata de trabajos de Inge Morath (Graz, Austria, 1923-New York, 2002), una fotógrafa maravillosa y polifacética, una mujer sorprendente, viajera empedernida, gran lectora y presa siempre de una curiosidad omnívora.



Inge Morath: retrato de la editora Eveleigh Nash en Buckingham Palace Mall (Londres, 1953)

Inge Morath descubrió la fotografía en los años 50 del siglo XX a través del que fue su primer maestro, Ernst Haas. Muy pronto comenzó a trabajar en la por aquel entonces recién creada Agencia Magnum, cooperativa creada en 1947 por un grupo de fotógrafos internacional con el objeto de hacer valer su trabajo tanto desde un punto de vista creativo como económico. Morath empezó a trabajar en la agencia como editora, pero rápidamente logró ser alumna y compañero de trabajo de un fotógrafo genial, Henri Cartier-Bresson.

Fotógrafa de Magnum, Morath capta el mundo siguiendo las principales reglas de la cooperativa, es decir, de cerca y despacio, con la finalidad última de darle sentido a cada encuadre y atrapar así la verdad más auténtica y abarcadora en cada instantánea. Trabajando para la agencia Inge Morath consiguió la fama especializándose en dos modalidades distintas: el reportaje de corte periodístico en blanco y negro, y sobre todo los retratos de personajes famosos y dispares, por regla general retratos encargados para ser publicados en grandes revistas periódicas norteamericanas y europeas. Inge Morath logró con sus retratos algo realmente notable. Además de captar en gran medida la esencia intima del retratado, los retratos de la austriaca logran atrapar también dentro de su encuadre la raíz de la época y de la sociedad a la que pertenece el retratado, sea este quien sea. De tal manera es así que, en sus retratos de actores de la época dorada del cine, en los de toreros españoles, o en los de las estrellas de la intelectualidad europea de después de la Segunda Gran Guerra, Morath parece haber logrado congelar en sus instantáneas el pulso vital de la época, la atmósfera del país, del ambiente en el que se desenvuelve cotidianamente el personaje. Los retratos de Inge Morath diseccionan no sólo al retratado, sino todo su mundo y circunstancias.

Buena prueba de lo dicho es el retrato de la editora Eveleigh Nash en Buckingham Palace Mall, Londres, 1953, que aquí reproducimos. Es un soberbio ejemplo de lo dicho, pues a la eficacia del retrato en sí de la dama (de un glamour crudo y despiadado), hay que añadirle el retrato de toda una época, un mundo, un sistema de clases congelados en la sencillez aparente de gestos, luces, rostros, ropas, planos, arquitecturas, profundidades de campo... Una foto que ejemplifica en todos y cada uno de sus componentes la perfección y profundidad del arte de Inge Morath: imágenes congeladas que ofrecen miles de respuestas a miles de preguntas.


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


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