Las 32 sonatas para piano que compuso
Beethoven (1770-1827) son un mundo aparte, un género musical en sí mismo. El sordo de Bonn, como le llama el poeta
José Hierro en uno de sus últimos poemas, es por definición el músico de la forma sonata nada más y nada menos que durante el espacio de tiempo que va del primer clasicismo vienés (
Haydn) al Romanticismo (
Chopin, Schubert, Schumann…).
Beethoven, como en prácticamente todos los géneros musicales que abordó, fue, quizá paradójicamente, fiel a la estructura heredada y a la vez un completo revolucionario. Las
sonatas para piano no son ni mucho menos una excepción en este camino. Las escribió con dos, tres, cuatro, cinco movimientos; movimientos además con duraciones extremas que pueden ir, por ejemplo, de los dos minutos a los quince largos. Muchas de las sonatas presentan sonoridades completamente nuevas para la época y no pocas de ellas son experimentos sonoros impensables apenas unos años atrás. Beethoven llevó tanto al límite las posibilidades del piano de su época como instrumento, que los constructores de pianos debieron “inventar otro instrumento”, mucho más robusto, resistente y con una capacidad y riqueza sonora mucho más desarrolladas.
Beethoven: "Sonata para piano en Do mayor" Op 2 N° 3 (4to mov - Allegro assai) (vídeo colgado en YouTube por leonidas3549)
Las sonatas para piano de Beethoven condujeron la música a otra dimensión. Hay arranques repentinos, paradas súbitas, silencios, arpegios ejecutados a velocidades asombrosas y en ascenso o descenso. Estamos ante una música que quizá como ninguna otra presenta en su “carne sonora” las características intelectuales y sentimentales del músico. Las tres sonatas del op. 2 son un buen ejemplo de cómo Beethoven comenzó a romper con la elegancia dieciochesca heredada y comenzó a desarrollar el género por caminos que dejaban atisbar pulsiones románticas. La
Sonata en Do mayor op. 2, nº3 fue acabada en 1795, es decir, cuando el maestro dramáticamente empieza a percatarse de que se está quedando sordo. Es una pieza dedicada a Joseph Haydn y presenta una forma tradicional: rápido-lento-rápido, aunque en comparación con sus hermanas de
opus, las nº 1 y 2, no tiene naturaleza ni de música de cámara ni virtuosística, sino sinfónica, orquestal. Es decir, a cada instrumento de la orquesta muy bien puede asignársele el sonido más adecuado. La sonata presenta cuatro movimientos:
Allegro con brio (el más largo; el tema principal está siempre presente, incluso en el resto de movimientos),
Adagio (el más independiente del resto; finaliza en pianissimo);
Scherzo: Allegro (en él se sucede lo jocoso con los enérgico y profundo: termina mina con la repetición del
scherzo y la coda),
Allegro assai (rondó que exige del pianista mucha habilidad técnica).