La ya triste y famosa “operación Galgo” ha puesto de nuevo de manifiesto una realidad: el dopaje en el deporte español. Y es que era raro que los casos, en otro tiempo bastante reciente, fueran abundantes en el deporte francés, el italiano, el alemán..., y no hubiera apenas repercusión en el deporte español. Bolsas de sangre, productos químicos, programas de preparación tramposos, etc, etc..., ha sido otra vez descubiertos por la policía y la Guardia Civil, y ahora tendrá que ser la justicia quien intente poner algo de orden y concierto en el asunto.
Los variopintos
éxitos de nuestro deporte han sido en los últimos años una de las mejores y más eficaces puestas en escena de la marca España en el mundo. Y esta imagen corre serio riesgo de deteriorarse rotundamente si no se toman cartas en el asunto y no se hace una verdadera “limpieza” a fondo. Hay que expulsar a los golfos y tramposos del deporte español, aunque nos cueste toda una generación de deportistas al margen de los éxitos y las medallas. Y esta limpieza no deben hacerla únicamente los jueces. Se trata de limpiar, sí, pero también de poner las bases legales y los controles necesarios para que estos casos o bien desaparezcan por completo o bien queden reducidos a la mínima expresión, sabiendo quienes infringen las normas de limpieza las consecuencias drásticas que caerán sobre ellos. El asunto es gravísimo y con una importancia mucho más trascendente de lo que parece. Los héroes del deporte, esos verdaderos mitos en los que se mira buena parte de la juventud, no pueden ser unos tramposos. Las razones son evidentes. No se puede premiar la trampa, la juventud debe tener unos referentes contundentes y atractivos cuyos logros se deban única y exclusivamente al esfuerzo, el sufrimiento, la disciplina, la competición limpia, los años de empeño.
Zapatero y la Seleccion saltando (vídeo colgado en YouTube por portillorata)
Son las autoridades deportivas españolas quienes deben tomarse el asunto muy en serio y deben hacerlo ya, extirpando el origen del cáncer de raíz y limpiando bien la herida. Yo no sé si alguno de ustedes ha caído en la cuenta. Pero la máxima autoridad deportiva en nuestro país aún no ha dicho esta boca es mía. No ha comparecido, no ha tomado ninguna resolución, no ha dado su opinión, no ha intervenido. ¿Recuerdan quién es esa máxima autoridad? Pues el supuesto ministro del ramo. ¿Y quién es ese señor ministro? Pues no es otro que el presidente del gobierno, un tal
José Luis Rodríguez Zapatero, quien se adjudicó el puesto cuando las medallas de oro y los títulos refulgían y proporcionaban titulares y fotos. Ahora, si no estoy del todo equivocado, Zapatero sigue siendo el ministro de deportes español, y debe hacerse responsable del problema ya. Pero me temo que el presidente Zapatero es un pájaro en caída libre, y que si ha desaparecido en asuntos de mayor calado como la crisis económica que nos está destrozando, el que unos cuantos deportistas consuman sustancias prohibidas y ensucien el deporte español no va a hacer que el presidente haga acto de aparición y asuma alguna responsabilidad y se ponga al frente de un plan que acabe con esta lacra. Creo que en estos momentos el mayor dopado que hay en España es nuestro ministro de deportes y presidente de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.