José Membrive
Cuanto más pasa el tiempo más me convenzo de que hemos sido llamados con una misión muy concreta: hacer de nuestra vida una obra de arte. Si al final de mi tiempo puedo contemplar mis andanzas como un intenso poema, moriré contento.
Y lo bueno es que está al alcance de todos y, modestia aparte, intuyo la fórmula.
Para hacer de la vida una obra de arte no se necesita haber estudiado música, ni poesía, ni saber siquiera el significado de la palabra arte, y lo bueno es que tampoco se precisa ser rico, ni siquiera ser feliz.
Basta con activar el sujeto lírico que cada uno lleva en sí, ese “pack” compuesto por la sensibilidad, la imaginación, la intuición, que pone al rojo vivo nuestros cinco sentidos y baja del "eternet" el sexto, importantísimo y profundo, la consciencia. Ojo, no confundir con la maleable conciencia, que los grandes ideólogos de la parcialidad fabrican (conciencia patriótica, conciencia católica, islamista, de clase, nacionalista, de partido....) para que nos creamos que hablamos por nosotros mismos, al desgranar sus doctrinas.
A la consciencia se llega en un lugar apacible, tras un duchado mental para descargar la basura informativo-publicitaria a la que estamos sometidos constantemente. Está muy dentro de nosotros y no es muy fácil, en principio, alcanzar a oír su voz con nitidez.
Llamo sujeto lírico al "pack" humanista que cada cual encierra en sí mismo y que, a poco que le demos la voz, sabe encaminarnos hacia el rastro de la verdad, el amor y la belleza que el universo ha sembrado por doquier, pero que, me da la impresión, solo estamos preparados para intuir y digerir en microgramos.
Anif Larom: Cita con los sentimientos (Ediciones Carena, 2010)
Con la sensibilidad activada, podemos comenzar a transformar nuestra vida en una obra de arte íntima; con el interior oxigenado, con las antenas parabólicas emitiendo y recibiendo ondas afectivas, cada día, al levantarnos, podemos anunciar aquello de "silencio, se rueda". No todas, pero a lo largo del día siempre nos saldrá una escena genial, apta para que la memoria posterior la incorpore definitivamente al montaje de nuestra vida.
Este convencimiento de hacer de la vida una obra de arte a base de toneladas de sentimientos, seguramente es el que impulsa a Anif, no ya a escribir el libro, sino, previamente, a vivir cada instante como si fuera el último de su vida.
Pero no ha sido así siempre. Anif Larom, despertó un día del 2007 y decidió que, a partir de entonces comenzaba un nuevo ciclo, una nueva era. Prescindía del reinado de su ego como asesora de imagen, y desde entonces se echaría en brazos del sujeto lírico, a ver qué ocurría. Cada vivencia adquirió dimensiones inusitadas, como si la liberación de sentimientos fuese un carrusel de emociones. El pasado fue reconstruyéndose, y ella decidió mirarse a sí misma y a la sociedad con el desgarro interno que le produjo su cambio de naturaleza. De ahí nacieron No eres nada, Perdona mi infidelidad, Mi nombre, puta, Amor entre mujeres, Infancia profanada, Carta desde mi tumba... en donde cuelga las vísceras del mundo que le rodea, sin excluir el suyo propio.
Anif Larom no es la única que ha logrado parar su mundo para bajarse y saltar hacia otra dimensión apoyándose en la pértiga literaria. Mi corazón espera de Montserrat Samper y El mundo de Ananda de Ivón Álvarez, son otras muestras, por citar sólo lo último publicado en Ediciones Carena.
Se trata de un género literario, no sé si nuevo o no, pero que prolifera, con excelentes resultados vitales, aunque el valor poético esté aún por decidir. Será la historia la que absuelva o no al nuevo género.
Se trata de una poesía intensamente afectiva, de estilo directo, nutrida de la experiencia. Muy eficaz no sólo como arma de autoliberación, sino sobre todo como tea casi incendiaria que conecta enseguida con un público especialmente el femenino, que pide a gritos canales de expresión profundos en donde gritar, llorar, reír, lamentar sus derrotas y celebrar sus victorias.
La presentación de “cita con los sentimientos” en Alcaudete, glosado magistralmente por Miquel Adrover, el poeta de la ternura venido de Mallorca, que sudaba copiosamente, desacostumbrado ante el verano sureño, constituyó todo un acontecimiento catártico, en donde cada poema tenía un rostro conocido y reconocido por los asistentes, cada drama, cada beso, cada lágrima tenía nombre propio, y la emoción y las lágrimas dibujaron abrazos en el aire que casi se podían cortar.
Anif Larom
Tal vez sea el declive del confesionario, el aislamiento propiciado por la teleincomunicación, la atomización familiar o qué sé yo, la cuestión es que el recurso al arte como guía, medicina o vitamina, está en auge. Visto desde una óptica tradicional, se trata de un género de poesía "menor", pero también la poesía “oficial” parece ignorar este mundo.
Yo en este caso distingo dos grandes conceptos de poesía, ambos muy respetables. El primero, representado por Anaif, el que tiene la vida como centro. La poesía al servicio de la vida. En este caso se trata de un recurso, la poesía que sirve a Anaif para dar sentido e intensidad a su vida. Ella pinta y trabaja, como muchas otras personas que cultivan este tipo de poesía, y utiliza la emoción por encima de la instrucción poética. Se trata de una poesía comprensible, dirigida a los sentimientos, con referencias directas a experiencias, una poesía cercana a las formas populares, arromanzadas, en lo que lo explícito reina sobre la sugerencia.
Si no se trata de un nuevo género, porque la poesía popular, la poesía de la emoción, ha existido siempre, sí se trata de un nuevo auge del género con formas y maneras modernas. El auge de la mujer en la sociedad, las ganas de expresar el espíritu de libertad, de búsqueda de nuevos caminos, en fin la necesidad de intercomunicación sentimental está dándole alas a este tipo de poesía.
La poesía, el arte, como el espíritu hierve cuando lo dejamos, inventa caminos para nuevas situaciones y ahora, en este tiempo crepuscular, el espíritu nos incita a nuevas experiencias, nuevos caminos.
Es cierto, y hay que constatarlo, que este tipo de poesía en nada interfiere a la concepción clásica en la que la intuición está por encima de la emoción, la que sugiere más que afirma, la que ahonda más que en los individuos, en el espíritu del tiempo.
Damos, pues, la bienvenida, a esta nueva forma de vivir el arte. Tengo que confesar que, en la presentación, me sumé a la intensa emoción, de la que no pudo escapar ni el Alcalde, Sr, Valeriano Martín, ni la la Diputada Provincial de Cultura y Deportes, Yolanda Caballero. La emoción se pudo regar, después con abundante vino y todo tipo de pastas y entremeses, ¡esta gente del sur no tiene arreglo!, con el que culminamos esta “cita con los sentimientos”.
NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.