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Ouka Leele: El nombre de una estrella (Ellago Ediciones, 2007)

Ouka Leele: El nombre de una estrella (Ellago Ediciones, 2007)

    AUTOR
Ouka Leele

    GÉNERO
Fotografía

    TÍTULO
El nombre de una estrella

    OTROS DATOS
Traducción de Mónica Gozalbo. 300 x 300 mm. Tapa dura. 192 páginas. 60 €

    EDITORIAL
Ellago Ediciones



Ouka Leele: El Hortelano (Peluquería) (1979)

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Ouka Leele: Autorretrato con vaso de agua (1980)

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Ouka Leele: Begoña, 1986

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Ouka Leele: Mis vecinos (1984)

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Ouka Leele: La muerte es una llave que abre un cofre de tesoros acumulados (1987)

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Ouka Leele: Herida como la niebla por el sol (1987)

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Ouka Leele: El silencio (2003)

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Reseñas de libros/No ficción
Ouka Leele: El nombre de una estrella (Ellago Ediciones, 2007)
Por Bernabé Sarabia, miércoles, 4 de julio de 2007
Nacida en 1957 en el seno de una familia bien madrileña, Ouka Leele es en el panorama de la fotografía española actual una de sus figuras más emblemáticas y originales. Nacida Bárbara Allende Gil de Biedma, estaba comiendo unas lentejas con su hija cuando le llegó la noticia de que le habían concedido el Premio Nacional de Fotografía. Corría el año 2005 y la ministra de Cultura, Carmen Calvo, le soltaba 30.000 euros y la ponía en muchos telediarios y en todos los suplementos culturales del país.

El premio fue una sorpresa: segunda mujer que lo recibía y además muy joven. Conviene recordar que el premio del año anterior recayó en Ramón Masats, nacido en 1931, es decir, veintiséis años antes. Lo cierto es que desde muy pequeña, tal como podemos leer en esta autobiografía fotográfica, demostró un claro talento para armar el display tan característico de sus fotografías, talento por cierto personal e intransferible, pues su hermana Patricia, también buena fotógrafa, carece por completo de su genio escénico para el montaje.

Armado en formato grande y papel de libro de lujo, este volumen reúne el texto autobiográfico de su autora, sus dibujos y, sobre todo, sus fotografías hasta 2003. De este modo podemos leer que su padre “era arquitecto y le gustaba dibujar”, su abuelo era pintor y fotógrafo y su bisabuelo amigo de Sorolla. Su madre, con gusto por el arte, le recomendó estudiar en la Escuela de Bellas Artes pero lo cierto es que Ouka Leele no llegó a ingresar nunca, lo más probable es que la suspendieran en el examen de entrada (sería curioso repasar la nómina del pijerío con ínfulas artísticas incapaz de entrar en Arquitectura o en Bellas Artes).
En el año 1979/80 Ouka Leele comienza a ser lo que de verdad es hoy. Aparece su serie Peluquería, retratos de gente muy diversa que lleva pulpos encima de la cabeza, tortugas u otras cosas igualmente extravagantes y pintadas con acuarelas sobre fotografías en blanco y negro

Lo cierto es que Ouka Leele tuvo, desde su adolescencia, mano para el dibujo y la curiosa afición, entonces, de pintar y colorear fotos, cuantas más mejor, tanto si eran de su familia como de las familias de sus amigos. Iba para pintora pero descubrió por casualidad la fotografía y se apuntó a las clases de Photocentro, un excelente espacio de aprendizaje fotográfico y de muchas más cosas, pagado por la millonaria Aurora Fierro y puesto en marcha por fotógrafos de la talla de Pablo Pérez-Mínguez (véase recensión en el link) o Carlos Serrano. A Photocentro llegó una adolescente tímida y llena de ideas y salió una valiente fotógrafa cargada de audacia y con unos amigos que debieron poner muy nerviosos a sus padres: Ceesepe, el Hortelano y otros tantos que fueron el cogollo de la llamada movida madrileña. Con ellos buscó casa y montó su primer laboratorio en blanco y negro.

En aquellos años Barcelona molaba, se veía desde Madrid como un más allá y al final el Hortelano encontró una casa con jardín en plena montaña de Montjuic, y allí se fue a vivir Ouka Leele con Ceesepe, el Hortelano y el hermano de éste. El jardín se les llenaba de gente acampada. Allí conoció a Mariscal, a Nazario y a mucha, muchísima gente. Fueron tiempos difíciles, mezclados, jodidos. Al final aquello acabó mal y dejaron la casa. El hermano del Hortelano se suicidó y Ouka Leele se encontró con un cáncer del sistema linfático y terminó volviendo a casa de sus padres, se operó y se sometió a quimioterapia. En el entretanto se escapa al Rock Ola, el Sol y otros garitos de la movida madrileña.
Ha detenido el tráfico en la plaza de la Cibeles de Madrid para realizar su famosa fotografía Rapelle-toi Bárbara, ha escrito sobre fotografía y publicado poesía, ha montado happenings, ha colaborado en casi todas las ediciones de Arco, ha impartido talleres de fotografía en infinidad de sitios, ha elaborado un mural de 300 metros cuadrados en la ciudad murciana de Ceutí

De los años barceloneses da buena cuenta Pepe Ribas (ver artículo en el link) en su interesante obra Los 70 a destajo. La lectura de este volumen explica muy bien la transformación de Barcelona desde ciudad abierta e intelectualmente creativa a ciudad acosada por el nacionalismo e inundada por turistas. También pasó Ouka Leele por la fascinación de Mallorca y la maternidad de una hija, maravillosamente retratada por cierto. Pero Bárbara Allende no era todavía Ouka Leele. Aún fotografiaba con una cámara regalada por su padre, una Nikon F. Con el tiempo se acabaría comprando una Hasselblad 6x6 y, por fin, la Sinar 9x12.

En el año 1979/80 Ouka Leele comienza a ser lo que de verdad es hoy. Aparece su serie Peluquería, retratos de gente muy diversa que lleva pulpos encima de la cabeza, tortugas u otras cosas igualmente extravagantes y pintadas con acuarelas sobre fotografías en blanco y negro. De pronto, en el fragor de un éxito fotográfico que ya no dejaría de acompañarla, contempla un mapa de estrellas inventado y dibujado por el Hortelano y se fija en una constelación llamada Ouka Lele. Bárbara queda mágicamente impresionada por el nombre y lo adopta como firma artística. En 1999 decidirá añadir otra e a su pseudónimo.

Desde entonces ha hecho infinidad de cosas, como vemos en estas páginas. Ha detenido el tráfico en la plaza de la Cibeles de Madrid para realizar su famosa fotografía Rapelle-toi Bárbara, ha escrito sobre fotografía y publicado poesía, ha montado happenings, ha colaborado en casi todas las ediciones de Arco, ha impartido talleres de fotografía en infinidad de sitios, ha elaborado un mural de 300 metros cuadrados en la ciudad murciana de Ceutí (Rafael Gordon ha realizado una película con ese y otro materiales), ha ilustrado libros y sobre todo ha fotografiado y fotografiado. En la última edición de Entrefotos 2006 retrataba a todo el que pasaba por allí –el precio era módico- con un modesto foco de luz, una tela de terciopelo y un teléfono Nokia con cámara de fotos.

Con obra en el Reina Sofía, en el Museo Español de Arte Contemporáneo y en otros muchos lugares, Ouka Leele es hoy una artista insoslayable, una mujer que se ha abierto espacio y liderazgo en un mundo, el de la fotografía, muy masculino. Una fotógrafa que es también pintora y poeta, que quisiera hacer cine y escribir novelas. Alguien que ha conseguido una obra fotográfica que habla por sí misma y que no sólo le ha dado de comer. Hoy tiene un puesto al sol del arte y una vida interesante.
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