Reseñas de libros/No ficción
Cartografía de la historia cultural
Por Rogelio López Blanco, sábado, 3 de diciembre de 2005
Justo Serna y Anaclet Pons, profesores de la Universidad de Valencia que ya han concebido conjuntamente en otras ocasiones obras del máximo interés, véase Cómo se escribe la microhistoria (Madrid, Cátedra, 2000), ofrecen en esta ocasión un espléndido estudio historiográfico de la historia de la cultura, una de los campos de investigación más punteros, por su riqueza temática y su alcance epistemológico, dentro del saber histórico.
Para mostrar al lector los distintos hitos que han ido jalonando el camino que ha llevado a la concreción de lo que ha venido a denominarse historia cultural, estos profesores han trazado una especie de mapa que sirve de guía en torno a tres factores centrales: autores, obra y lugares. El primer paso es capital para centrar la cuestión, se trata de proporcionar la nómina de aquellos grandes historiadores que constituyen la médula de esta tendencia historiográfica: Peter Burke, Carlo Ginzburg, Natalie Zemon Davies, Robert Darnton y Roger Chartier. Conforman lo que los profesores valencianos denominan colegio invisible porque pese a no tener en común la nacionalidad, a carecer de los mismos espacios de referencia y a las diferencias de formación inicial, comparten objetos comunes de investigación, junto con procedimientos y métodos que les acercan, sin que la distancia geográfica menoscabe su afinidad de fondo.
Las características o rasgos que les identifican son la producción de libros rompedores, recordemos como muestra El queso y los gusanos de Carlo Ginzburg, cuya influencia desborda el marco académico; la conciencia de fragmento y variedad, puesto que se trata de obras hechas de trozos que reconocen implícitamente la imposibilidad de sistema efectuando una recuperación que sólo puede ser parcial; el abandono de los convencionalismos académicos; y una reconstrucción centrada en episodios o circunstancias que son sólo una ínfima parte de lo que fue pero que actúan como vías de acceso tentativas que nos trasladan a un mundo que se ha perdido, iluminando vigorosamente ese trozo al que la historia más convencional jamás le prestaría atención.
El mapa que trazan Justo Serna y Anaclet Pons es denso, rico en matices y extraordinariamente sugerente. Es cierto, así los reconocen sin falsa humildad los autores, que las necesidades de espacio y la enorme extensión de la materia a tratar obligan a una selección que conlleva dejar mucho fuera (...) Sin embargo, lo importante reside en si la reconstrucción de la panorámica resulta eficaz, si contribuye a ampliar y habilitar un conocimiento profundo sobre el asunto que tratan. A mi juicio, eso lo consiguen con creces
A continuación, emprenden la ruta de los lugares y los autores que han concurrido para que este fenómeno historiográfico tuviera lugar, sin olvidar las cuestiones peliagudas a que ha dado lugar la propia práctica y evolución de la historia cultural, que queda muy bien reflejada en las páginas finales en la polémica con los posmodernos y su mutua influencia. En el camino recorrido aparecen generaciones, contextos vivenciales, tendencias y escuelas históricas, principalmente las relaciones con Annales y la nueva izquierda inglesa, encabezada por E. H. Thompson, sin olvidar primero los préstamos y después la simbiosis con disciplinas como la antropología y el diálogo constante con filósofos que rompen moldes como Michel Foucault.
El mapa que trazan Justo Serna y Anaclet Pons es denso, rico en matices y extraordinariamente sugerente. Es cierto, así los reconocen sin falsa humildad los autores, que las necesidades de espacio y la enorme extensión de la materia a tratar obligan a una selección que conlleva dejar mucho fuera, es más, aceptan que puede haber otros itinerarios alternativos al suyo. Sin embargo, lo importante reside en si la reconstrucción de la panorámica resulta eficaz, si contribuye a ampliar y habilitar un conocimiento profundo sobre el asunto que tratan. A mi juicio, eso lo consiguen con creces. Esta ensayo, que es una investigación en toda regla, constituye pues un hito en un campo, el de la historiografía, que en España no ha sido cultivado con la intensidad y dedicación alcanzada en otros países. Estamos, pues, de enhorabuena por que dos profesores españoles escriban sobre un tema que dominan y practican con fruición y excelentes resultados.