Trayecto que indaga en la memoria de las cosas. A veces 
es éxodo, a veces degustación de la belleza tamizada por el dolor de lo efímero. 
Observo un escenario sensorial, expuesto al tiempo y sus demoras. Y duelen las 
lágrimas que dejan los encuentros: Circe, Dido y Nausícaa  se cuelan entre sus poemas como 
horizontes que se alejan, pero que nunca se pierden. 
 
Una 
vocación de armonía hace que el paseante se detenga en esa ciudad deteriorada, 
donde las ruinas saben contar historias y donde las estatuas han visto pasar el 
tiempo, cariátides que sostienen la intemperie. Esa exposición al frío, 
constante en su propuesta, también es una postura honesta, desvestida de 
artificios. Así, en su poesía destaca la cadencia, una construcción personal del 
ritmo y la elección de un lenguaje comedido y sencillo. Sus libros, De sombras y sombreros olvidados (Ed. 
Amargord, 2007) y La palabra esperada 
(Ed. Hiperión, 2007), abordan ese camino dotando a su voz de un tacto que se va 
haciendo íntimo y sugerente, nunca hermético. Con inteligencia, se sirve de las 
aportaciones de los clásicos griegos para examinar la realidad contemporánea, el 
poso de historia que arrastra su semblante.
            
Recorre ciudades y nombres, dialoga con sibilas y con 
mitos, así como con personajes que comparten su búsqueda, como María Teresa 
León, Eugenio Montale, Sophia de Mello o Fernando Pessoa. Quizá los encuentra en 
alguna orilla de los ríos del Hades, bajando como Perséfone a esperar la promesa 
del tiempo. Merece la pena acudir a sus palabras:
 
  Reconóceme, soy estas aguas que buscaron su 
  patria
  y la ternura para entender su sed y su deseo. 
  
 
 
 
****
 
Del libro En las aguas de octubre (aún en proceso 
de escritura)
 
 
PERSÉFONE
 
Mas él, atrayéndola a sí, le dio a 
comer dolosamente un dulce grano de granada, para que
no se quedase por 
siempre allá, al lado de su venerada Deméter, la de peplo púrpura 
oscuro.
“Himno Homérico a 
Deméter”
 
Acerco a mis labios el oscuro néctar 
que mana de 
esta
                                                                       
 [ofrenda.
Imagino que va a poder curarme, que 
esa sangre púrpura
es lo que queda de la tarde más 
hermosa: la que no veo,
la que nunca veré extendida en mis 
ojos.
 
Entrego lo que tengo de mi frágil 
juventud
a este instante que 
tiembla.
Entrego mi cuerpo como el mimbre a 
esta sed y 
este
                                                                       
 [vacío.
Es la prueba que me queda de estar 
viva.
 
Alguien me habla 
fuera,
alguien pide mis manos de nieve, su 
pureza.
Pero nada toco en este instante que 
me exige
la más limpia claridad de quien soñó 
con regresar 
al mundo de los 
vivos.
Este cuerpo joven no será para 
siempre de la vida,
comí de la granada de la 
noche,
su engaño de luz y de 
esperanza.
Y en la tierra morirá lentamente 
aquel lirio tan puro 
que me trajo a las 
sombras.
Y mi madre le llorará cada día, como 
si hubiera muerto.
 
 
WALTER BENJAMIN ESCRIBE 
[…]
 
Canto todo cuanto perdí, follaje 
oscuro o sueño
que desciende 
envuelto
en llameante 
rocío.
Miguel Veyrat
 
También mi sueño a mi escritura 
pertenece,
leve sueño que como el agua 
pura
cae sobre mis ojos y este trazo de 
niebla:
pájaro frágil a punto de 
dormir
en las grietas del nombre que me 
huye.
 
Entra mi sueño en el cuerpo tibio 
del lenguaje,
lo hace grito o 
silencio
antes de borrarse o convertirse en 
deseo transparente,
figura de polvo que muere al ser 
tocada.
 
Sólo ahora sé el verdadero sentido 
de la herida,
la oscura manera de fuego de esta 
luz
bajo un cielo feroz y sin 
memoria.
 
Me abandono a este sueño, a su 
pesada huella
que en blanco escribe a 
Dios
y me hace carne, signo y 
sombra,
borrada escritura que sólo así 
descansa.
 
 
JARDÍN 
BOTÁNICO
(Madrid)
 
Sucede de nuevo aquí el verano, su 
calor abriéndose paso
entre las hojas. Los bancos vacíos 
saben
que ya nada puede pesar al mediodía, 
ni tan siquiera 
la nieve que cada invierno los 
recubre. Ella ya no existe. 
De nuevo la hora lenta, la 
presencia,
la cicatriz limpia del agua 
convirtiendo en tiempo todo 
lo
                                                                        
[que toca.
Toco esa agua, sumerjo mi mano 
en su frío transparente y encendido. 
Todavía parece 
arder
                                                                        
[el mundo
en este instante. Aún parece 
respirar todo lo que no dije,
todo lo que acaso fue palabra y 
ahora apenas sombra.
Miro mi mano sumergida, 
temblando.
Miro el jardín, guardando su 
silencio; 
los extraños nombres de las 
flores
que seguirán siendo nombres cuando 
la flor muera.
Este jardín y esta agua se parecen 
sin duda a mi memoria:
tan sólo con mirarlos seguirán 
siendo nombres,
tiempo que nunca entiende de 
borrarse.
 
 
ELEUSIS
 
Huye de aquí la 
luz,
la acerco a mis labios como una 
ofrenda antigua
para que me devuelva el 
mundo
y su tibia 
impiedad.
Es una libación que a ningún 
dios
se ofrecerá 
hermosa
ni secreta. No sabrá dulce a la 
tierra,
tampoco a sus 
raíces.
 
El silencio trae en sus 
manos
el rancio licor de lo que 
muere
y unge mis labios de un vacío 
impuro.
 
Es lo que queda de un 
dios
a lo que sabe mi 
boca.
 
 
Del libro: La palabra esperada, Madrid, Hiperión, 
2007.
 
 
KYMATA
 
Escucho
-acodada frente al mar que alguna 
vez ha de llevarme-
el palpitar exacto y silencioso de 
estas olas
iguales sólo a aquellas que jamás 
llegaran
a este puerto,
la solitaria palabra de los 
vientos
que, 
oscuramente,
tejen y destejen mi 
destino.
 
Escucho sin 
oírte
y me pregunto
si acaso tú y yo somos la 
desordenada sombra
de los días
-la perpetua sombra de los 
días-
que fluye por la piel transparente 
de este mar
y me desvela el presente con la 
misma lentitud
de una sibila vieja a punto de 
morir
de olvido y de 
futuro.
 
 
RECONSTRUCCIÓN DESPUÉS DEL 
MIEDO
 
Para ver a verdade para perder o 
medo
ao lado dos teus pasos caminhei.
Sophia de Mello
 
I. LA VOZ
 
Dame tu voz, que este 
miedo
renunciará a su 
nombre
y borrará sus huellas y sus 
sombras.
Tu voz…la palabra que nos 
hace,
el mundo, la sílaba, tu 
cuerpo…
 
II. LAS 
MANOS
 
Estas manos, bosque de luz que te 
construye
a cada instante, silencio derramado 
sobre el miedo…
estas manos, tus manos…lenguaje de 
los días.
 
III. LOS 
OJOS
 
Soy lo que tú estés 
mirando:
el rompeolas azul donde empezaron 
los mares
a borrar la 
muerte,
ese cuerpo dormido a la luz abierta 
de tus ojos
que no teme lo que 
es
si eres tú quien lo construye cada 
día.
 
IV. EL 
CUERPO
 
Que mi cuerpo teja su sombra para 
hacerla
a la medida de tu 
cuerpo
y no escape jamás de esa 
oscuridad
que no es el miedo porque es 
tuya,
sino vestigio de luz, desnudo triste 
de la aurora
cuando no estás 
conmigo.
 
 
MELANCOLÍA DE UNA 
ESTATUA
 
Cansada, reclinas la cabeza buscando 
tu memoria
entre esa 
pesadumbre.
Cierras los ojos en busca de ese 
mar
que a otros cuerpos se llevó de tu 
lado,
vuelto en ceniza y vejez, siendo 
calor
prematuro de la 
muerte.
Reclinas la cabeza y no sientes la 
mano
frágil que sostiene tu 
cansancio,
esa oscuridad que albergan tus 
ojos
en pleno 
amanecer.
 
Nada tienes salvo la soledad 
esculpida
en todo lo guardado, el oleaje 
minucioso
del dolor horadando el 
tiempo
hasta 
borrarte.
 
Cansada, te preguntas dónde se 
hará
el cántico hermoso de la 
noche,
en qué lugar recogerás tu luz y tu 
presencia,
y hacia qué lugar se marcharon las 
palabras
de todo lo 
perdido.
ADRIANO HABLA AL CUERPO MUERTO DE 
ANTÍNOO
Ya nada persigo, 
nada se presenta ante mi puerta.
Ninguna juventud sentí sino la 
tuya,
ninguna ciudad, ningún otoño desbordó
por mis manos el cabello de la 
luz,
los misterios del aire.
Duermen contigo aquella sangre 
derramada
en sueños, la noche sin refugio
con redes de oro, el 
perfume
cuajado de amapolas en tus labios
mientras yo contemplo la patria 
destruida de tu cuerpo,
recién abandonado.
Contemplo al dios que me 
arrojó a la vida
yaciendo en la sombra inmensa
de lo que ya no 
tendré…
La muerte ha llegado al mundo, mi dios,
y nada ya podrá 
espantar mi frío.
 
 
DÍA DE LOS 
REGRESOS
 
Cada mañana esperaba tu 
regreso,
ver las aves invisibles que te 
anunciaran a mí
desde el puerto silencioso que tiene 
la memoria.
 
El día de tu regreso era un lugar 
hueco de luz,
una palabra dormida en la 
sombra
que te esperaba sin 
nombre.
 
Pero nunca vi llegar los barcos ni 
las aves.
Sólo sentí el tacto ceniciento de la 
espera
descender las 
horas,
            
abrazar el cuerpo,
exiliar la vida, 
lentamente,
en cada ola donde se confiesan los 
que han muerto.
 
 
EPIDAURO
 
Como la moneda caída en la 
distancia
y su sonido llega 
intacto
y hecho de aire entre las 
piedras,
así tu voz escala 
tristemente
la espalda de esta 
luz
y este vacío.
 
Llegas y todo se desvanece como el 
agua,
se vuelve idioma antiguo, 
abandono
trenzado entre las 
manos,
cuerpo joven y hermoso tragado por 
la muerte.
 
Como las trágicas presencias que 
vagaron
perdidas en las 
sombras,
oculta y secreta llega tu voz 
dormida
en otro tiempo para gritar mi 
nombre:
imagen y olor de los 
regresos
en la muerte fugaz de todo lo 
perdido.
 
 
ALEJANDRÍA
 
Despide, despide a la Alejandría 
que tú pierdes
C. Cavafis
 
Mañana despertarás 
solo,
tendido en la sombra estéril de lo 
que nunca tuviste.
Mañana no será 
Alejandría
esa ciudad de pájaros y 
orfebres
que recibe a la 
noche
con un mapa de luz entre sus 
manos.
Antes era 
Alejandría.
Ahora no es más que un secreto 
largo,
el lugar al que no regresarás 
nunca
desde ninguna 
parte
para no herirte más con hogueras y 
naufragios.
 
Alejandría es tu 
cuerpo,
hermoso como las 
llamas
y triste como la carne helada de las 
sombras.
 
En el perfil acabado del 
día,
mañana despertarás 
solo,
a contraluz siempre con la tierra 
que tanto te nombró
y no tuviste.
 
 
CIRCE
 
Habito 
en esta isla.
Aquí 
la noche es una flor oscura
que 
se abre en secreto tras la lluvia.
He 
preparado durante años
tu 
llegada, tu memoria de escarcha,
el 
asombro de la luz.
Aquí 
el vino está hecho para tus labios,
los 
peces para este mar
y 
el aire para tu cuerpo.
Si 
recuerdas esta isla
encontrarás 
el lugar que no conoce horizonte
y 
no se extraña, demorado en tus ojos,
de 
la terrible soledad del tiempo.
 
 
MEMORIA
 
(Con María Teresa 
León)
 
Quizá todo lo que quede
sea este 
ruido cruel en la memoria, sus manos frías
acariciando este cuerpo que no 
recuerda nada.
 
Nada recuerdo salvo el olor 
alquilado
de una casa,
el calor extranjero
de una patria inclinada 
hacia el vacío
sabiendo que no es mía.
 
Haber amado tanto, haber llevado 
tanta memoria
interrogando mi desnudo
y no saber quién soy,
la 
distancia que me acecha y que me invoca.
 
Quizá todo lo que quede
sea mi 
nombre en otro cuerpo,
la luz ajena de quien oye
que ha vivido tanto y no 
puede recordarlo.
 
 
ENSOÑACIÓN 
DE FERNANDO PESSOA
 
Nunca soñé habitada esta 
ciudad.
Siempre ardía en mis sueños al escuchar mis pasos,
se marchaba 
antes de que llegara a visitarla.
Lisboa no existe. Es la herida 
desnuda
que contempla el Tajo, la frágil
presencia de la lluvia que 
florece
en las calles, el vacío que nombro
en los secretos.
Ninguna 
imagen evoqué en esta ciudad.
Sólo yo pertenezco a lo que sueño.
Lo demás 
es espacio vacío, sombra
que me aterra y me vuelve la sangre
negra y fría 
como la muerte.
Soy lo que imagino y no regresaré a Lisboa
ni regresaré de 
Sintra.
Soy lo que imagino y no soy nada,
sólo apátrida esclavo de su 
nombre
que aún ignora dónde existe.
 
 
Del libro: De sombras y sombreros olvidados, 
Madrid, Amargord, 2007. 
 
 
DE SOMBRAS Y SOMBREROS 
OLVIDADOS
 
Aprenderé tus sombras para que no se 
me olviden
y cuidaré de ti en días como 
estos
en los que nuestras 
huellas
sólo son de sombras y sombreros 
olvidados.
 
Son los días del 
olvido.
Nadie puede ser más afortunado que 
nosotros.
Amémonos si es 
preciso.
 
 
LA 
HABITACIÓN
 
Puede que vuelvas hoy para 
deshabitar
la luz de 
nuevo.
No te confundirás de 
lugar.
Nunca hay vacío 
equivocado.
 
 
LOS MOTIVOS DE LA 
AURORA
 
Como si hubiera tenido tu 
cuerpo
acorralado entre la 
espuma
deambula la 
luz.
Puedo escribir sus 
pasos,
sus cuchillos, hogueras, 
caracolas…
 
Sólo tú eres el motivo de la 
aurora.
 
 
LA NUEVA 
PSICOLOGÍA
 
Yo, Stratos 
Marino,
amanezco cada día con un olor a 
hoguera
entre mi cama.
Miro la ventana y al otro 
lado
veo las cabañas y los cerros 
incendiados
de mi propio 
pasado.
 
Yo fui Stratos Marino antes de 
dormir.
 
 
COMPRENDER EL 
FRÍO
 
Ahora tu voz es esta tarde mojada y 
dudosa,
los secretos del cazador herido, el 
rostro fiel
de un cuerpo emborronando la 
dicha
porque el dolor no es sólo una 
costumbre,
sino esa manera inhóspita de 
comprender el frío.
 
 
LAS SOMBRAS Y LOS 
OLVIDOS
 
Ni el amor ni la muerte a ti me 
une,
sólo la desolación de 
marcharnos
sin cordura hacia el 
olvido
y no regresar nunca y no 
saber
qué hemos vivido ni con 
quién.
ATENAS
Al igual que los dioses, hay 
ciudades necesarias
para borrar lo oscuro,
la tiniebla poderosa de la 
palabra rota
o ese no querer despertar otra vez
de la caverna del olvido y 
de la muerte.