Los Dibujos y fragmentos póstumos de Chales Baudelaire recogen una parte
intimista y directa del inconsciente del gran poeta simbolista, que nos llega
como pensamientos y reflexiones, como opiniones e ideas, escritos de manera
automática y sin más artificios que su propio arrebato, que no llegan sin
embargo a tener en su conjunto la brillantez y rotundidad de sus libros de
poemas, sobre todo como el inmenso Las
Flores del mal, donde aquí se reproduce un proyecto de su prefacio, que es
sin duda una de las partes mejores de este libro. Aun así, entre estos
fragmentos encontramos algunos de los más certeros y sublimes escritos de
Baudelaire, sus pensamientos desnudos, o sus aforismos más agudos y certeros
que, aun carentes de la exquisita forma de su poesía, nos impactan de lleno y
nos permiten distinguir al mejor Baudelaire.
Para
los amantes de este “poeta maldito” este libro se debe hacer necesario, no sólo
porque recoge por primera vez la totalidad de sus dibujos (que muchos no son más
que bosquejos y apuntes), sino también porque es un rencuentro con Baudelaire
que nos amplía su óptica sobre el mundo en un reflejo de su época, contra la que
dirige muchas de sus palabras afiladas.
En estas páginas
nos encontramos con un Baudelaire mordaz, misógino en ocasiones, atentando
contra el sentimiento romántico de su tiempo, escandalizador algunas veces,
revolucionario o antisocial otras, asomando incluso su arrogancia en algunas de
sus frases o su posición anticlerical o específicamente atea, en frases tan
acertadas como poéticas y filosóficas como aquella en la que dice: «Dios es el único ser que, para gobernar, no
necesita existir».
Cuando
estos dibujos y fragmentos caen en tus manos, te das cuenta nada más abrir sus
páginas del buen trabajo realizado por la editorial Sexto Piso; no sólo por la
acertada tarea de recuperación y
recopilación de los dibujos del poeta, sino también por el detalle y mimo
de la edición, con una magnífica presentación, elegante y sobria, donde el
dibujo y la palabra nos llegan con la fuerza arrebatadora que tuvo aquel que los
hilvanó con su pluma.