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Luis Mateo Díez: <i>La cabeza en llamas</i> (Galaxia Gutenberg, 2012)

Luis Mateo Díez: La cabeza en llamas (Galaxia Gutenberg, 2012)

    TÍTULO
La cabeza en llamas

    AUTOR
Luis Mateo Díez

    EDITORIAL
Galaxia Gutenberg

    OTROS DATOS
ISBN: 978-84-15472-07-0. Barcelona, 2012. 245 páginas. 17,50 €



Luis Mateo Díez

Luis Mateo Díez

Ana Matellanes García

Ana Matellanes García


Reseñas de libros/Ficción
Narrar el sentido de la vida: La cabeza en llamas, de Luis Mateo Díez (Galaxia Gutenberg, 2012)
Por Ana Matellanes García, jueves, 7 de febrero de 2013
Aún quedan en España escritores que saben narrar de verdad. Una obviedad: no todo el que publica libros puede considerarse narrador. Para ser maestro en el arte de contar, hay muchos elementos en juego: desde el estilo hasta la textura de las historias, pasando por la perfección formal del lenguaje o la propia personalidad literaria del escritor. Hace tiempo que Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) entró en esa categoría de maestros, de clásicos que precisamente por esa capacidad de narrar historias de la que muchos carecen en nuestros días se han ganado un nutrido grupo de incondicionales. Primera división narrativa en la que cada vez encontramos menos delanteros y más amateurs infiltrados.

El último libro de Luis Mateo Díez confirma que el pulso narrativo del académico de la lengua, cómodo en su madurez personal y literaria, sigue felizmente intacto. La cabeza en llamas, editado por Galaxia Gutenberg, es una maravilla de ésas que malacostumbran a los lectores en busca de historias bien contadas y confirma una vez más que Luis Mateo Díez es uno de los mejores narradores españoles de la actualidad, un escritor capaz de desenvolverse con éxito en diversos géneros narrativos como la novela, el relato, el cuento, el microrrelato o, en este caso, la novela corta.

La cabeza en llamas reúne cuatro nouvelles o novelas cortas: La cabeza en llamas, Luz del Amberes, Contemplación de la desgracia y Vidas de insecto. Se incluye además un esclarecedor epílogo, Incendios, secretos, infelicidades, metamorfosis. (Una contabilidad), en el que Luis Mateo Díez ajusta cuentas con su obra y comparte con el lector el origen y motivaciones que dieron a luz los relatos que componen el libro, cuya creación fue fruto, según el escritor, de un periodo de reflexión, de evaluación e inventario de lo hecho hasta ahora. 

La primera de las novelas, La cabeza en llamas, que abre y da título al volumen, nos descubre un Luis Mateo Díez más humorístico de lo habitual, cuyo protagonista, Camil Molera, es una de sus creaciones más disparatadas. La historia de este huérfano de mente y lengua inquieta que trae de cabeza a sus tíos y abuelo destaca por ser un relato en el que la construcción del personaje, siempre a punto de “írsele de las manos”, moldea el tono y el peso de la novela.

También huérfanos son los protagonistas del segundo relato, Luz del Amberes, quizá el mejor de los que componen el libro. Se trata de una historia en la que dos primos adolescentes son invitados por su tío Viro a comer a un lujoso restaurante, siendo el poder evocador de los recuerdos que con ellos rememora la principal sustancia de la historia. Pero, ante todo, la fuerza del relato reside en la recreación de la atmósfera emocional y en la sugerencia de los recuerdos, envueltos y tamizados en esa evocadora luz que entra por los cristales del restaurante, una ambientación lumínica que tiene algo de ese Largo viaje hacia la noche de Eugene O’Neill.

Contemplación de la desgracia juega, por su parte, con dos personajes unidos por la infelicidad y con el análisis de emociones y sentimientos. Es, más que una narración, una reflexión sobre la condición de una pareja de amantes que viven la desdicha como un sentimiento placentero. La historia es mínima y basa su tonalidad es la recreación psicológica de los personajes, un relato que, como ha declarado el propio escritor leonés, tiene un carácter muy “ruso” y, para él, se trata de la historia más perturbadora.

La nouvelle que cierra La cabeza en llamas, Vidas de insecto, se construye como unas particulares y surrealistas memorias escolares de un chico que, en la misma línea de personajes solitarios de los relatos anteriores, manifiesta su percepción del mundo, esta vez mediante la comparación con insectos que transmiten la idea de la catadura de cada uno de los personajes que pasan por sus recuerdos. El narrador evoca el Saltolcide, un colegio religioso cuyos delirantes profesores y anécdotas tienen mucho de experimentación, en su proceso de metamorfosis y rebeldía hacia la adolescencia.

Infancia, soledad, lenguaje

Pese a sus diferencias temáticas y formales, las novelas reunidas en La cabeza en llamas tienen sutiles puntos de conexión. Como sucede en gran parte de la narrativa del leonés, casi todas sus obras son relatos de antihéroes, en los cuales un viaje, una búsqueda, proporcionan sentido o aclaran la existencia de los protagonistas. Sus personajes son seres solitarios en busca de una identidad o de una explicación vital y, en muchos casos, desamparados. Asimismo, el mundo infantil también tiene un peso notable, siendo la infancia perdida (esa “patria del hombre” que dijera Rilke) el matiz que engarza la mayoría de las historias de este volumen. Reaparecen, como es habitual, los escenarios del imaginario del escritor (Doza, Saldaña, Borela, Armenta…), esas ciudades de provincia ficticias que concentran en sus calles la personalidad de sus habitantes. Y, envolviéndolo todo, un lenguaje de regusto clásico y perfección formal que evidencia que en los buenos escritores y en  los buenos relatos, además de lo que se cuenta, importa el cómo se cuenta.

Junto a esos puntos en común, lo que diferencia a las cuatro historias son sus distintas tonalidades, su “variedad de escritura y procedimientos”, como señala el propio Luis Mateo Díez, que tienen unas intenciones y texturas específicas. El académico de la lengua cree en un escritor no complaciente con el lector, capaz de recrear la vida, de contar la vida, intentando narrar el sentido de la misma. Por eso, en realidad, las nouvelles de La cabeza en llamas plantean al lector cuatro puntos de vista sobre las edades en la vida del hombre: la niñez (los escolares de Vidas de insecto), la adolescencia (el delirante protagonista de La cabeza en llamas y los primos de Luz del Amberes), la juventud (los infelices personajes de Contemplación de la desgracia) y madurez (el tío de Luz del Amberes). Ese acercamiento literario a la realidad y a la vida es consecuente con los intereses de Luis Mateo Díez, que encuentra en el propio acto de escribir el sentido de la vida: “…vivo en la novela lo que la vida ya no me reclama, esa otra existencia  que van resolviendo las tramas y los personajes, y donde encuentro la intensidad y el placer, y la zozobra y el desvelo, que la escritura de ficciones proporciona. Escribir es lo único que me interesa para que la vida no decaiga, y en la escritura está el único aliciente que me queda para acabar de resolverla.” No se puede expresar mejor con otras palabras.

La cabeza en llamas es un nuevo ejemplo de la robustez narrativa de Luis Mateo Díez, un escritor que retuerce y modela el lenguaje con la precisión de un orfebre que fabrica filigranas de metal capaces de la mayor de las sugerencias con el más mínimo matiz. Cuatro maravillosas nouvelles en las que importa tanto como la historia como el acto de narrar y la reflexión sobre la condición y emociones humanas. Una deliciosa obra maestra para paladares exigentes.

Quien tenga curiosidad y quiera acercarse a la narrativa de Luis Mateo Díez sólo tiene que esperar hasta primavera: La editorial Alfaguara publicará las doce novelas cortas que durante diez años el académico de la lengua ha ido trazando en lo que ha dado en llamar Las fábulas del sentimiento, coincidiendo con el centenario de las novelas cortas de Cervantes. Aguardamos expectantes.
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