Para saber quién es Remedios Falaguera habría que preguntarse quién
fue primero, si la gallina o el huevo, si ella o sus hijos, puesto que los dos
se prolongan en los dos, dando al traste con las leyes biológicas y
adentrándonos en los universos paralelos de la Física.
Si suponemos que
Remedios, flemática, rubia cobrizo, con las uñas pintadas de un negruzco
malvavisco, llegó antes, como es lógico, percibiríamos en ella la influencia de
sus seis hijos, con edades comprendidas entre los 11 y los 26 años, y con este
orden natalicio, de menor a mayor: Santiago (“porque me quedé embarazada
durante el Año Santo Jacobeo Compostelano”), Almudena (“porque mi marido,
Javier, es de Madrid”), Víctor, Rafa, Rocío (“estaba en Huelva por
entonces”) y Javier. Remedios se crió con dos hermanos, y le supo a poco:
“Me gustan las familias numerosas, y siempre creí que tres hermanos eran pocos
hermanos. No sé”. Cuando Remedios se matriculó en Periodismo, en el 2001,
destinaba un día por semana a realizar los trabajos pendientes de clase
(algunos, en powerpoint, una vez supo que se trataba simplemente de un programa
de presentación y no de una teoría económica). Ese día, coincidía con cinco de
sus hijos, siendo su casa, en Sant Cugat del Vallès, el sagrario de las
bibliotecas, con un silencio insólito: “Le pedía a mi marido que se llevara al
peque al parque, y aquí todos hincábamos los codos para estudiar”. En seis años,
se sacó la carrera, y no defraudó a sus hijos: “Recuerdo que era junio cuando
hice mi último examen, y que al día siguiente nos íbamos de vacaciones. Le dije
al profesor: ‘Mire, tengo a uno de mis hijos esperándome en la cafetería’. Ya sé
que no se suele hacer, pero ¿podría revisar mi examen hoy mismo y adelantarme si
he terminado, por fin, la carrera o bien me queda la asignatura para
septiembre?’. Aprobé”.
Ya que, y como dice el proverbio 2.0, quien no
está en Facebook, no existe, Remedios se abrió una cuenta, alentada por la red
social de su prole: “Mis hijos me han ayudado a tener mi página, y me han
agregado como amiga. Claro que en lugar de poner mi foto, he puesto a mi querida
Mafalda. Aún no entiendo cómo los jóvenes pueden colgar fotos de ellos tan
libremente. Ahora me están enseñando a moverme en Twitter”.
Si suponemos
que sus seis hijos, alistados en brigadas de voluntarios para los campos de
trabajo solidarios en el Tercer Mundo (“hay veces que he tenido a mis niños
repartidos por tres continentes”), llegaron antes que su madre, cosa improbable
y, por lo demás, imposible, percibiríamos la influencia portentosa de Remedios
en ellos: “Están muy sensibilizados con el movimiento de los indignados,
del 15 de Mayo. Están de acuerdo en que se ha de cambiar algo, porque están muy
formados y su futuro es cada vez más difícil”.
La idea de las “cartas a
los jóvenes” recopiladas en ¡Pide el cambio! (por ejemplo, “Provoca, que
algo queda” y “Un cuerpazo con sensatez”, o aquellas en las que toca las drogas,
el botellón, el fútbol…) surgió en el plenilunio de su formación universitaria.
Remedios enviaba cada día (ahora, cada semana) una misiva a la sección de
Opinión de los diarios tradicionales, firmadas con nombre y apellidos, en las
que constaba la dirección, el teléfono y el DNI: “Para mí era un ejercicio, como
cambiar pañales, y nunca me ha importado si luego las publicaban o no. En las
cartas a los lectores te sientes protagonista, porque es la forma de aclarar,
quejarte o felicitar por alguna iniciativa interesante. Sinceramente, creo que
debería de darse un premio a esta sección de la prensa diaria”. Temas sobre la
actualidad mediática, esa de la agenda setting del docente Bernard Cohen:
la eutanasia, l’Estatut de Catalunya, la desertificación, el ahorro energético,
las canciones de Hilary Duff, el juicio al exgeneral serbobosnio Ratko
Mladic en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia…
“Influir a través de los medios, el futuro”, sostiene con convencimiento, por lo
que se preparó para “saltar a Internet”. Colabora como bloguera, con la columna
fija “Genio Femenino”, en la revista digital www.infocatolica.com (“su misión es
la difusión de información, formación y opinión basada en la doctrina
católica”).
Volvemos a la religión: “El Papa es la persona que sirve a
la Iglesia. Yo estudiaba COU cuando eligieron Papa a Juan Pablo II, y él
me abrió los ojos. Su mensaje, para mí, fue: ‘Tú, como mujer, tienes valor no
sólo en la Iglesia, sino en la familia, la cultura, la educación, el trabajo
profesional…, en definitiva, en la sociedad en general’”. Institución que,
siguiendo la Fe de Jesucristo, no admite sacerdotes mujeres. “Cristo
podría haber elegido a una mujer para ser sacerdote y no lo hizo. ¿La razón? No
la sabemos. Sólo sabemos que Cristo quiso que la Iglesia fuese tal como es. El
sacerdocio no es un derecho, es un servicio. No necesito ‘figurar’ en un cargo
eclesiástico para evidenciar mis cualidades femeninas con las que ‘hacer’ un
mundo más humano. Ni mucho menos. Sabedora de que en la Iglesia de Jesucristo
somos todos iguales, y en la que cada uno de sus miembros tiene su función y sus
competencias, me sorprende cómo todavía hay quien arremete contra la Iglesia por
no aceptar la ordenación de mujeres. No comulgo con lo de ‘mujer, sométete al
hombre’. Pero todos somos necesarios, no hay nadie que sea más que el otro”,
pontifica, y reivindica la voz femenina en este campo: “Veo que la mujer puede
aportar aún más. Pero veo que algunas mujeres, para competir con el hombre,
renuncian a la maternidad, que es un don, una pasada, aquello que nos hace
distintos como seres. Yo no he estado dispuesta a renunciar a ser madre ni a
renunciar a hacer cosas a favor de la mujer”.
Entre esas cosas, la
publicación de una especie de tesis o hagiografías: Homenaje a las madres de
los sacerdotes (“dar las gracias a todas esas madres,
siempre en la sombra, que como María Santísima, Madre de Jesucristo, Sumo y
Eterno sacerdote, han sido predestinadas desde la eternidad para vivir en sus
hijos el privilegio de un servicio exigente, el ministerio sacerdotal”)
y La mujer en primera línea de la Iglesia (“sobre la grandeza de la
dignidad femenina, su reconocimiento a lo largo de la obra de la Salvación y su
necesaria y privilegiada participación en la vida de la Iglesia”), ambas
sin editar.
Con Las mujeres en la vida de San Pablo (Styria de
Ediciones y Publicaciones, 2009), Remedios Falaguera desmontó el tópico de que
el Apóstol de los Gentiles era misógino: “Conté todas las veces en las que
aparecían mujeres. La proporción es de 52 hombres y de 30 mujeres. Y esto, hace
2000 años, se podría considerar un hecho casi revolucionario y, para muchos,
provocativo. Si leemos con atención sus cartas, para cada una de ellas tuvo
palabras de admiración y agradecimiento. Incluso para la Virgen, Madre de
la Iglesia, Madre de los Apóstoles”.
En el cántico del Magnificat
del Evangelio de san Lucas, las palabras más hermosas dirigidas a
María:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra
mi espíritu en Dios mi Salvador.