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Tom Kapinos: <i>Californication</i> (Showtime, 2007-)

Tom Kapinos: Californication (Showtime, 2007-)



David Duchovny (Hank Moody)

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Natascha McElhone (Karen Van Der Beek)

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Madeleine Martin (Becca Moody)

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Evan Handler (Charlie Runkle)

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Pamela Adlon (Marcy Runkle)

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Madeline Zima (Mia Lewis)

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Magazine/Cine y otras artes
Cali(fornication). Placeres sencillos
Por Carlos Abascal Peiró, viernes, 1 de julio de 2011
Uno respira –supone- para cosas así. Departamento de congelados, hurgamos una caja frigorífica en busca de pizza sin anchoas. La patinadora estupenda se detiene junto a nosotros y nos detalla, en un vaivén sincopado, tendiendo varias sugerencias, su refinada pericia sexual. Esto terminará por suceder, palabra, pero, entretanto, bien vale engañar la demora por medio del placebo Californication (Showtime, 2007-), una suculenta fantasía masculina (para televisión).


Es de celebrar que Hank Moody -enésima reformulación en la poética del creador malogrado y protagonista absoluto de Californication (Showtime, 2007-¿?)- esquive el bloqueo a base de sexo en lugar de prestarse al (recurrente) destino trágico, vía cirrosis, 9 mm., otras promesas. El memorizado tópico del genio lenguaraz de vocación kamikaze agotaba lecturas, miradas, y tropieza quizá ahora con una refrescante puesta al día por cuenta de la desprejuiciada serie de Tom Kapinos para la Showtime (Los Tudor, Weeds), inmersa ya en su cuarta añada. Envilecida (y acertada) evolución del Dr. House, Moody se instala ruidosamente entre las sábanas de la nueva ficción televisiva norteamericana. Bienaventurados ellos, los granujas.

El planteamiento, elemental, concede escaso margen. Encallado en una crisis personal, creativa, Hank (David Duchovny), escritor neoyorquino de éxito, se traslada a Los Ángeles con su pareja y la hija en común de ambos, o lo que es lo mismo, el bautismo del autor en las licenciosas pautas del desmadre californiano, regado de lúbricas surferas, agentes chalados, una completa galería de estupefacientes. A esas alturas del partido, conviene apuntar el conflicto en torno al cual orbita la serie, es decir, Hank: golpeado por el reto que supone conciliar deberes familiares, de un lado, una inexcusable afición por la juerga, del otro. Porque la identificación del relato y su carácter fundamental dista de ser gratuita. Duchovny destierra el hieratismo marciano que acuñaba el agente Fox (X-Files, Fox, 1993-2002) para abrazar la insolencia de un tipo insoportable, encantador, un cínico graduado que apenas alcanza a diagnosticar su desmesurado apetito sexual. Sometidos a sus desmanes, el cargado álbum de secundarios que revolotea alrededor del escritor tiene en Becca, la hija de Moody, una fotografía relevante (así sucedía en la reciente y apreciable Somewhere de Sofia Coppola). Ella constituye el único garfio hacia la estabilidad, quebrantada por la eufórica promiscuidad de su padre, competente sobre cualquier terreno, capaz de compatibilizar escarceos con alumnas, colegas de departamento, strippers, madres solteras, madres casadas, madres de las amigas de su hija, madres en general, su exmujer. ‘Lo cierto es que no me gusto a mí mismo, y no me preocupa’, resume Moody.

Suplente en el embate televisivo estadounidense de los últimos tiempos, Californication no quiso nunca parecerse a The Wire, a A dos metros bajo tierra, rechaza el recetario HBO, y tampoco evoca a Shakespeare, a Dostoyevski. Californication es –remilgos aparte- una serie softcore merecidamente disfrutable, una (eso sí, muy dulcificada) embestida contra las idiosincrasias del aparato industrial hollywoodiense, el tinglado editorial, demás accidentes. El creador naufragado redime aquí sus penas como mejor puede -en una variopinta colección de mujeres- y sí resuena distante el Fellini 8½ (1963), reverencia más o menos subterránea aliñada por un gamberrismo MTV.

Si el verano es el tiempo de las pausas, Californication se ajusta inteligentemente a tal propósito, y proporciona una digna desconexión que, de pronto, a trompicones, destapa pensamientos de lo más agudos. Tal vez habitemos un planeta tecnológico, apunta Moody, pero los ordenadores, a grandes rasgos, sólo sirven para masturbarse. Algo de razón tiene.



Tom Kapinos: Californication (Showtime, 2007-): escenas subtituladas en español (vídeo colgado en YouTube por Kelvisito)
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