La llegada de
Néstor Kirchner al gobierno argentino supuso para las
Madres de Plaza de Mayo, y muy especialmente para la facción que dirige
Hebe Bonafini, una gran oportunidad para el afianzamiento de un
proyecto
político muy singular. Lo que había sido el núcleo duro de
la defensa de los derechos humanos en Argentina, especialmente durante los años
de plomo de la dictadura militar, terminó convirtiéndose en un gran imperio
mediático y económico. Prensa, radio, una universidad y finalmente una gran
operación inmobiliaria montada en torno a la “Misión sueños compartidos”. Se
trataba de aprovechar los subsidios públicos para construir viviendas populares,
en un proyecto de clara
inspiración
chavista por aquello de las misiones. Así fue como en los
últimos ocho años se recibieron más de 300 millones de pesos (unos 70 millones
de dólares) para el emprendimiento inmobiliario que dirigía
Shoklender.
Tras la llegada de la democracia, el sector de las
Madres
liderada por
Bonafini se
radicalizó. Ya no se trataba sólo de ubicar a los
desaparecidos y a sus hijos, sino también de proseguir la lucha por el
socialismo que habían comenzado sus deudos ausentes, reivindicando incluso la
lucha armada. Ahí están, por ejemplo, las sonadas declaraciones de
Bonafini en respaldo de ETA, o de
Bin Laden tras los atentados
terroristas del 11-S, o de las FARC. También su claro alineamiento con
Hugo
Chávez o
Fidel Castro. La llegada de
Néstor Kirchner al
gobierno fue una oportunidad para ambos.
Kirchner pudo contar,
especialmente frente a sus adversarios, con un gran
símbolo de las
luchas antidictatoriales.
Bonafini vio como sus
proyectos tenían cabida en la Casa Rosada y en el ministerio de Planificación y
como ella misma era un
referente
gubernamental y una de las piezas claves del “modelo”.
La cooperativa “Sueños compartidos”
estaba protegida por el ministerio de Planificación y por el ministro Julio de
Vido, uno de los pesos pesados del
gobierno
En clara señal de agradecimiento por
los favores prestados, tras la muerte de
Néstor Kirchner,
Hebe
Bonafini entregó su pañuelo blanco a
Cristina Fernández, llamó “hijo
querido” a
Kirchner, quien posteriormente fue homenajeado como el
“desaparecido 30.001”. Era el mejor reconocimiento al presidente que tanto había
destacado en la defensa de los “30.000 desaparecidos argentinos”. De repente
todo este entramado se encontró con una serie de denuncias que, de prosperar,
podrían tener serias consecuencias sobre unos y otros.
“Sueños
Compartidos” es una cooperativa de trabajo y vivienda cuyos socios, según la
periodista argentina
Susana Viau, son los humildes entre los humildes.
Según el clásico esquema clientelar, replicado en los movimientos piqueteros
encargados de gestionar los planes “jefes y jefas de hogar”, estos socios
estaban obligados a concurrir a los actos progubernamentales si no querían
perder sus beneficios. La cooperativa estaba protegida por el ministerio de
Planificación y por el ministro
Julio de Vido, uno de los pesos pesados
del gobierno. Gracias a los aportes gubernamentales, el emprendimiento de las
Madres creció rápidamente en las provincias más kirchneristas y en la propia
ciudad de Buenos Aires. Tambien comenzaron a circular rumores de corrupción, de
precios muy sobrevaluados en la construcción de las viviendas y de numerosos
cheques emitidos sin fondos.
Para terminar de dilucidar el fondo
del asunto habrá que esperar el desenlace de las investigaciones judiciales y de
los procesos que eventualmente puedan tener
lugar
Muchos de estos rumores salpicaban a
Sergio Schoklender y su estilo de vida: su afición por el juego (hay
versiones que hablan del manejo de grandes sumas de dinero), de sus constantes
viajes en helicóptero o en avioneta, inclusive se menciona un Cessna Citation
como de su propiedad, o de su vivienda en una lujosa urbanización del Gran
Buenos Aires. Lo grave es que su única fuente de ingresos conocida en los
últimos años era la proveniente de la Fundación. Es más, estaba inscrito como
autónomo desde 2004 en una categoría que no debía facturar más de 25 mil pesos
anuales. Pese a ello, declaró en televisión, tras el estallido del escándalo,
que: “podría comprarme una Ferrari o un avión. Tengo patrimonio para eso”.
El ministro Julio de Vido se pronunció sobre el tema y sobre
Schoklender: “Este chico dijo los otros días que se fue de la fundación por
razones personales. No hay otra cosa. No hay ninguna acusación ... ya veremos
qué pasa si se investiga”. Todavía es pronto para saber cuánto hay de verdad y
de mentira en todo esto. Según Shoklender: “yo creo en este Gobierno, el
gobierno de Néstor y Cristina
no ha tenido
igual en la historia argentina, es increíble, perfectible,
pero desconocer todo lo bueno que se hizo es un error. Es una canallada
cuestionar la honorabilidad de las Madres o suponer que Hebe estuvo involucrada
en un acto de corrupción”.
Para terminar de dilucidar el fondo del
asunto habrá que esperar el desenlace de las investigaciones judiciales y de los
procesos que eventualmente puedan tener lugar. Sin embargo, hay una serie de
interrogantes que hay que despejar, comenzando por saber si se trata de un
asunto que sólo afecta a Shoklender o también a Hebe Bonafini. ¿Es posible que
la presidente de la asociación no supiera lo que hacía su mano derecha,
especialmente si había rumores y denuncias cada vez más extendidas? En una
entrevista a Shoklender publicada por el diario
Clarín tras su renuncia,
éste señalaba claramente: “Yo era un apoderado más de la Fundación, soy el
gestor claramente, pero la dirección y la presidencia del Consejo de
Administración es de Hebe [de Bonafini]”.