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Luis Racionero: <i>Memorias de un liberal psicodélico</i> (RBA Libros, 2011)

Luis Racionero: Memorias de un liberal psicodélico (RBA Libros, 2011)

    TÍTULO
Memorias de un liberal psicodélico

    AUTOR
Luis Racionero

    EDITORIAL
RBALibros

    OTROS DATOS
Barcelona, 2011. 406 páginas. 22 €



Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra

Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra


Reseñas de libros/No ficción
Luis Racionero: Memorias de un liberal psicodélico (RBA Libros, 2011)
Por Bernabé Sarabia, miércoles, 1 de junio de 2011
Nacido en 1940 en una pequeña ciudad del Pirineo catalán, Luis Racionero pertenece por la familia de su madre a una burguesía acomodada y provinciana que en los años posteriores a la Guerra Civil (1936-1939) hizo del catolicismo su forma de vida. Su padre fue un militar que en función de su profesión tuvo que desplazarse por distintas guarniciones a lo largo y ancho de España. Los cambios de residencia en los militares era entonces algo a la orden del día, y en el caso de la familia Racionero dio lugar a que la crianza del pequeño Luis quedara con mucha frecuencia en manos de sus abuelos paternos.
La extensa obra de Racionero arranca en los años setenta. Recopilaciones de textos encontrados en sus estancias en Norteamérica al hilo de sus pesquisas contraculturales, ensayos sobre ordenación del territorio derivados de estudios sobre urbanismo, novela y poesía dieron paso a una primera biografía sobre Leonardo da Vinci. Con el paso de los años volverá a insistir en el análisis del gran genio universal del Renacimiento italiano.

Sin embargo, la entrada de Racionero en el género memorialístico no llegó hasta 2009. Con casi setenta años quiso dar cuenta y razón de sus amores maritales y sus circunstancias. El título dado a la autobiografía, Sobrevivir a un gran amor, seis veces, ya deja entrever que las relaciones con las mujeres le han dejado un poso agridulce. Entre veladuras y precauciones tal vez excesivas, narra sus seis relaciones y desgrana una visión del amor conyugal cargada del pesimismo que tanto caracterizó al antihegeliano Schopenhauer, un autor que, sin ser de cabecera, parece haber permeado su obra. En esta visión pesimista encaja la novela La muerte de Venus, reflejo también de la idea del amor como un juego obsesivo en el que el varón pierde siempre la apuesta final.

Esta tensión entre el estilo y las necesidades del ensayo y el ritmo emocionado de la autobiografía plantea al lector una buena dosis de disonancia cognitiva y de incomodidad

Memorias de un liberal psicodélico es por tanto la segunda entrega de la autobiografía de Racionero. Una historia de vida, sí, pero situada en otro plano del yo. En esta ocasión, Racionero ha construido el texto apoyándose sobre todo en el plano intelectual. Su prosa directa guía al lector a través de su proceso de formación, sus viajes, su trabajo como profesor universitario y urbanista o, en definitiva, su extenso proceso creativo. Mientras desgrana su trayectoria vital, Racionero ofrece al lector una visión del mundo entreverada con la reflexión sobre los placeres culturales. La buena mesa y los aderezos le fascinan. El lector puede aprender en estas páginas mucho sobre vinos, licores, habanos y buenos interlocutores.

Esta tensión entre el estilo y las necesidades del ensayo y el ritmo emocionado de la autobiografía plantea al lector una buena dosis de disonancia cognitiva y de incomodidad. No es fácil entender que Racionero haya, en sólo dos años, entregado dos volúmenes autobiográficos. Uno dedicado a la vida sentimental y otro dedicado al quehacer intelectual. Sobre todo porque en la trayectoria vital de Racionero una cosa y otra aparecen entremezclados constantemente.

A modo de ilustración baste recordar un episodio narrado en estas líneas. Entre páginas encontramos a un Racionero que deja Barcelona para instalarse a escribir en una masía del Ampurdán gerundense. Tras ello, traslada el domicilio a Madrid porque su amor, Elena Ochoa, afirma que no puede vivir en otro lugar. El autoproclamado hippie y liberal psicodélico alquila para ambos un piso entre el Retiro y el Museo del Prado, una microzona de Madrid cara, estirada y pija. Se casa por la iglesia en una ceremonia en la que al final el vino, tan cuidadosamente elegido, no es aceptado por todos. Para atender la casa, recibir y servir la mesa contrata a un matrimonio filipino. Al poco tiempo, se instala de favor en un College de la Universidad de Cambridge siguiendo a su mujer, a la que sí le han dado una beca de verdad. ¡Qué lejos quedan los tiempos de la comuna en el Putxet, en la parte alta de Barcelona, y los años de viajero independiente!

Racionero es combinación de muchas cosas. Es una mezcla llena de originalidad y de valor en un país como España tan poco dado a tolerar la excentricidad de lo diferente y lo fronterizo

Pero ojo, no se confunda el lector. Racionero es combinación de muchas cosas. Es una mezcla llena de originalidad y de valor en un país como España tan poco dado a tolerar la excentricidad de lo diferente y lo fronterizo. Nacido en La Seu d’Urgell (Lérida), estudia Ingeniería Industrial y se licencia en Ciencias Económicas en Barcelona. Aprende idiomas y a través del American Field Service llega, para estudiar, a Estados Unidos en 1958. Una década después consigue la difícil y prestigiosa beca Fulbright y se las arregla para aprender urbanismo en la excelente Universidad de California, campus de Berkeley. En Norteamérica le entra el sarampión hippie, atraviesa la experiencia del acido lisérgico (LSD) y asiste a la revolución estudiantil del sesenta y ocho.

De vuelta en Barcelona -corre el año 1969- monta la comuna “bien” del Putxet y vive entre los falsos marxistas de la gauche divine y los hippies acratoides de Ajoblanco y Zeleste. Profesor en la Escuela de Arquitectura y en la Facultad de Ciencias Económicas de Barcelona, acabará haciendo la tesis y dando clases con el catedrático José Ramón Lasuén en la Universidad Autónoma de Madrid.

En Madrid conoce a mucha gente, frecuentará la mítica librería Miessner y Oliver, el templo de los alcoholetas ilustrados. Pero, culo de mal asiento, no se quedará mucho tiempo. Retorna a Cataluña, hereda de su madre y compra y reconstruye una masía en el Ampurdán, Cinc Claus. Racionero quiere ser escritor y se relaciona con Josep Pla y Dalí. Escribe Cercamon, una novela un tanto identitaria que, alabada por Jordi Pujol, se vende como rosquillas en la edición catalana. En el resto de España el siglo XI visto por Racionero no interesa ni a los medievalistas. Años catalanistas, se presenta a las elecciones al parlamento español por Esquerra Republicana de Cataluña en Gerona, pero no sale.

Del Josep Pla y del Dalí de los últimos años hace sendos retratos que por sí solos justifican el libro

Su obra, tanto en catalán como en castellano, ha tocado todos los palos. También ha hecho cine. Durante la etapa del gobierno de Aznar, fue director del Colegio de España en París y de la Biblioteca Nacional en Madrid. Memorias de un liberal psicodélico recibió el III Premio Gaziel de Biografías y Memorias 2010, un galardón -30.000 euros- que viene a sumarse a otros como el Azorín, Anagrama o Espasa.

Racionero se revela en este volumen como un retratista excepcional. Sus viajes, su gigantesca cultura y su profunda memoria le posibilitan recrear personajes y circunstancias con un detalle y unos matices capaces de mantener al lector en vilo páginas y páginas. Del Josep Pla y del Dalí de los últimos años hace sendos retratos que por sí solos justifican el libro. Su cena de matrimonios, a base de paella, en Cambridge con los Steiner roza la astracanada, pero la posterior conversación con George Steiner en el despacho del Churchill College en torno al problema judío y al Holocausto merece ser enmarcada. Un largo viaje a China, invitado por el embajador Bregolat, y las reflexiones sobre el taoismo son interesantes pero desvaídas.

En el capítulo de las fobias Racionero es moderado. Tilda de felón al pintor Tàpies, no le gusta Gimferrer y descarga contra la izquierda marxista y su derivada instalada en El País, diario del que habría partido la difundida acusación de plagio contenida en su Leonardo Da Vinci. Poca leña para un personaje tan complejo, tan fronterizo y tan conocedor de tanto como es Luis Racionero. Con todo, he aquí las memorias de un personaje que ha vivido mil batallas en el delicado filo de los límites, que ha importado formas culturales y que tiene una sensata visión de las relaciones entre España y Cataluña. Reconozcamos que no es poco. Si encima es ameno, poco más se le puede pedir.
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