Bibiana Ripol - ¿Tiene algo en común el detective Víctor Ros con
Sherlock Holmes?
Jerónimo Tristante - Sí, claro, esta serie
de novelas no es sino un homenaje a la literatura en folletín y al propio
Holmes, aunque Víctor tiene otras características que le hacen muy diferente al
inquilino de Baker Street.
B.R.- ¿Te has inspirado en algún otro
detective de la historia de la literatura?
J.T.- No mucho,
quería que Víctor fuera un personaje distinto, con vida propia, excesivo en
algunos aspectos y muy humano por otra parte. De hecho, los lectores se
identificaron mucho con él y aseguraron la continuidad de la serie.
B.R.- ¿Qué es necesario para ser un buen detective?
J.T.- Sobre todo capacidad de observación, habilidades sociales y una
buena formación técnica.
B.R. - ¿El pasado delictivo de Víctor le
ayuda?
J.T.- Claro, claro, quise mostrar que aquello de
“haber sido cocinero antes que fraile” se cumple. En mi caso, yo ya sé cuándo
mis alumnos preparan alguna barrabasada, precisamente porque estuve detrás del
pupitre.
B.R. - ¿Te sientes identificado con el detective Víctor
Ros?
J.T. En algunos aspecto, mucho, en otros menos. Es un
tipo que ve las cosas venir porque es muy observador, saca conclusiones muy
rápido, más rápido que los demás y eso provoca que a veces se sienta
incomprendido.
B.R.- ¿Tiene algún defecto destacable Víctor
Ros?
J.T.- Para mí es demasiado “perfectito”, está como muy
contenido, aunque en El enigma de la calle Calabria se desquita y se
permite comportarse como una auténtico crápula.
B.R.- El personaje
Max, ¿qué representa?
J.T.- Es el lado oculto que todos
tenemos, gamberro, irresponsable e iconoclasta. Este personaje no es sino una
crítica a esa actitud de algunos artistas, perfectamente estudiada, para
escandalizar y así conseguir una mayor proyección de su obra. Es puro marketing
y les funciona. Max llega a Barcelona y haciendo buenos cuatro tópicos se mete
en el bolsillo a una panda de bohemios que se creen de vuelta de todo cuando
son, en realidad, burgueses aburridos jugando a ser artistas.
B.R.-
¿Por qué escogiste Barcelona como marco de la historia?
J.T.-
Porque quería contar una época de la mano de Víctor Ros y mi idea es que el
personaje pase por las ciudades más emblemáticas de Europa en aquel momento.
Barcelona no podía quedar fuera si queremos describir bien aquellos años.
B.R.- ¿Por qué el siglo XIX?
J.T. No voy a
descubrir Barcelona como marco para la novela policíaca, pero en la Barcelona
del XIX no hay muchas cosas escritas con trasfondo de novela negra. Creo que
esto es algo importante, de cara a que el lector conozca la ciudad en una época
maravillosa y perfecta. Una ciudad poliédrica, un crisol, con la burguesía
catalana, los poblados de andaluces y murcianos, el inicio de los movimientos
obreros, el fin del Romanticismo y el Modernismo que llama a la puerta, en fin,
un entorno inmejorable para una novela muy holmesiana.
B.R.- ¿Cómo te
has documentado?
J.T. Cuando empiezo el proceso de
investigación parezco una ardilla cogiendo nueces para el invierno. Al principio
pienso que tengo poca documentación y al final me sobra. Utilizo todo lo que cae
en mis manos, libros sobre la época, biografías, planos, prensa del momento
viejas fotografías…. Es importante ambientar bien una novela, que no quede poco
creíble o pasarse aburriendo al lector con detalles históricos son dos extremos
que hay que evitar.
B.R.- ¿Tiene algo que ver la Barcelona de tu
novela con la Barcelona actual?
J.T.- Sí, bastante, la ciudad
comienza a ser lo que es hoy en el XIX. Sé que suena tópico decir que conociendo
la historia se entiende el presente pero en este caso es así plenamente. Quizá
las zonas situadas a las afueras han cambiado más, Sants era un pueblo que se
convierte casi en barrio, la ciudad crecía engulléndolo todo, eso quizá si ha
cambiado, pero la Barcelona ciudad, conserva bien muchos espacios de aquella
época. Por ejemplo en la novela vemos cómo se construyó el Ensanche.
B.R.- La razón gana a lo esotérico en tu novela. Se ve que eres
hombre de ciencias
J.T.- No lo tengo tan claro, me encantan
las historias, las leyendas, que me hacen dudar y hay muchos casos hoy día que
me dejan con la duda.
B.R.- Los religiosos tampoco salen muy bien
parados en su novela
J.T.- La Iglesia de entonces no es la de
ahora y Víctor como racionalista que es se ve obligado a enfrentarse a curas
fanáticos en más de una novela. Si describimos bien esa época no podemos
sustraernos al papel que la Iglesia desempeñaba entonces.
B.R.- El
final de tu novela queda un poco abierto ¿has empezado ya la novela
siguiente?
No, porque estoy con otra ambientada en 1943, pero
sí la tengo pensada. Transcurre en Italia y es Clara, la mujer de Víctor,
sufragista y avanzada, quien tomará la cámara y se hará cargo de la
investigación.