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Salto Angel (foto wikipedia)

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Carlos Malamud es Catedrático de Historia de América Latina de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano

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Hugo Chávez

Hugo Chávez

Jimmy Angel

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Análisis/Política y sociedad latinoamericana
Hugo Chávez y el Angel que dejó de saltar
Por Carlos Malamud, martes, 5 de enero de 2010
En su programa dominical Aló presidente Nº 346, emitido el pasado 20 de diciembre de 2009, el presidente Hugo Chávez protestó porque el principal salto de agua de Venezuela se conociera por el nombre del aviador estadounidense Jimmy Angel, que lo popularizó, y no por su denominación original indígena Kerepakupai Merú. En una emotiva intervención argumentó en torno a las razones que primaban para rescatar la denominación original. Dos días más tarde, después de que la prensa internacional recogiera la noticia de que había decretado el cambio, hubo un desmentido oficial, aclarando que Chávez sólo había defendido su nombre verdadero y primitivo.
En su intervención televisiva Chávez se preguntó “¿Cómo vamos aceptar esa tesis de que el salto lo descubrió un señor que vino de Estados Unidos en una avioneta? Si aceptáramos eso, estaríamos aceptando que aquí no había habitantes” indígenas “que lo vieron y lo oraron” desde siempre. Posteriormente agregó: “Eso es nuestro, mucho antes que Angel llegara ahí. Eso es propiedad indígena, nuestra, aborigen. Lo que estoy diciendo es purita verdad y al que no le guste que se rasque”. La conclusión lógica de tamaño alegato fue: “Aunque me digan lo que me digan los amargados. Le cambio el nombre de Salto Angel al 'Churun Merú' otra vez. Que nadie hable más del Salto Angel”. En realidad Chávez confundió el verdadero nombre indígena de la catarata, Kerepakupai Merú, por el de otro salto próximo, el Churun Merú. El aviso de una de sus hijas le hizo rectificar.

Dos días después se produjo la aclaración oficial sobre el verdadero sentido de las palabras presidenciales. Según el propio Chávez: “Andan diciendo por el mundo que decreté el cambio de nombre del llamado Salto Ángel y eso forma parte de una estrategia para tildarme de loco y así justificar cualquier acción en mi contra”. Dicho esto, volvió sobre los mismos argumentos anteriores, pero matizó que quien quiera seguir llamándolo por el nombre del aviador estadounidense Jimmy Angel, que sobrevoló el salto en los años 20, “que lo haga, pero su verdadero nombre es Kerepakupai Meru”. “Cómo es eso de que lo descubrió ese señor (Angel) si nuestros indígenas tenían miles de años viéndolo”. Según el presidente los “escuálidos”, los opositores, le seguirán llamando Salto Ángel, enfatizando la pronunciación “eingel”, como en inglés, porque el verdadero nombre “es indígena y les suena mal”.

La sola opinión y la sola voluntad de Chávez parecen suficientes, lo cual convierte a Venezuela en el más claro ejemplo de democracia delegativa que se conoce

El Kerepakupai Meru o Salto Ángel es la cascada más alta del mundo, con una altura de 980 metros, de ellos 807 en caída libre, y está situado en el parque nacional Canaima. No es la primera vez que Chávez cambia los nombres de la toponimia venezolana, como ocurrió en 2007 con el Cerro Ávila, la montaña que domina Caracas, que en el lenguaje oficial pasó a denominarse Guaraira Repano, rescatando su primitivo nombre indígena. También cambió la denominación del país, que con la entrada en vigor de la Constitución de 1999, pasó a ser la República Bolivariana de Venezuela.

Al margen de lo anecdótico del caso, este suceso merece un par de reflexiones. La primera, que si bien no hubo ningún decreto sobre el tema, la opinión de Chávez fue categórica: “Le cambio el nombre de Salto Angel… Que nadie hable más del Salto Angel”. Y para llegar a tal decisión no se activó ningún mecanismo de democracia participativa, no se convocó a ningún referéndum para oír la voluntad popular. Tampoco se consultó a ninguna institución, gubernamental, educativa o científica, para conocer sus puntos de vista. No. Con la sola opinión y la sola voluntad de Chávez parece que es suficiente. Lo cual convierte a Venezuela en el más claro ejemplo de democracia delegativa que se conoce.

La sociedad colonial desaparece, no deja ninguna impronta, y se establece un perfecto sincretismo entre la sociedad indígena de ayer, convenientemente idealizada, y la revolución bolivariana de hoy, también sacralizada

La segunda cuestión tiene que ver con la peculiar interpretación del pasado histórico que maneja Chávez. Parecería existir un hilo conductor que va del cacique Guaicaipuro, y otros indígenas que se rebelaron contra el invasor español, que pasa por Bolívar y otros héroes de la independencia, y termina en el presente bolivariano del propio Chávez. De este modo, la sociedad colonial desaparece, no deja ninguna impronta, y se establece un perfecto sincretismo entre la sociedad indígena de ayer, convenientemente idealizada, y la revolución bolivariana de hoy, también sacralizada. Porque, como señala el comandante: “Eso [el salto] es nuestro, mucho antes que Angel llegara ahí. Eso es propiedad indígena, nuestra, aborigen”.

Suena cuanto menos curioso el intento chavista de reivindicar el componente indígena de la sociedad venezolana y, también, de la revolución bolivariana. Por eso, hubiera sido interesante la convocatoria de un referéndum para ver qué opinan los venezolanos no tanto del cambio de nombre del salto, sino de la pretensión de su líder máximo, de su caudillo supremo, de potenciar el componente indígena de su sociedad.
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