En su intervención televisiva
Chávez se preguntó “¿Cómo vamos
aceptar esa tesis de que el salto lo descubrió un señor que vino de Estados
Unidos en una avioneta? Si aceptáramos eso, estaríamos aceptando que aquí no
había habitantes” indígenas “que lo vieron y lo oraron” desde siempre.
Posteriormente agregó: “Eso es nuestro, mucho antes que
Angel llegara
ahí. Eso es propiedad indígena, nuestra, aborigen. Lo que estoy diciendo es
purita verdad y al que no le guste que se rasque”. La conclusión lógica de
tamaño alegato fue: “Aunque me digan lo que me digan los amargados. Le cambio el
nombre de Salto Angel al 'Churun Merú' otra vez. Que nadie hable más del Salto
Angel”. En realidad
Chávez confundió el verdadero nombre indígena de la
catarata,
Kerepakupai Merú, por el de otro salto próximo, el
Churun
Merú. El aviso de una de sus hijas le hizo rectificar.
Dos días
después se produjo la aclaración oficial sobre el verdadero sentido de las
palabras presidenciales. Según el propio
Chávez: “Andan diciendo por el
mundo que decreté el cambio de nombre del llamado Salto Ángel y eso forma parte
de una estrategia para tildarme de loco y así justificar cualquier acción en mi
contra”. Dicho esto, volvió sobre los mismos argumentos anteriores, pero matizó
que quien quiera seguir llamándolo por el nombre del aviador estadounidense
Jimmy Angel, que sobrevoló el salto en los años 20, “que lo haga, pero su
verdadero nombre es Kerepakupai Meru”. “Cómo es eso de que lo descubrió ese
señor (
Angel) si nuestros indígenas tenían miles de años viéndolo”. Según
el presidente los “escuálidos”, los opositores, le seguirán llamando Salto
Ángel, enfatizando la pronunciación “
eingel”, como en inglés, porque el
verdadero nombre “es indígena y les suena mal”.
La sola opinión y la sola voluntad
de Chávez parecen suficientes, lo cual convierte a Venezuela en el más claro
ejemplo de democracia delegativa que se
conoce
El
Kerepakupai Meru o Salto
Ángel es la cascada más alta del mundo, con una altura de 980 metros, de ellos
807 en caída libre, y está situado en el parque nacional Canaima. No es la
primera vez que Chávez cambia los nombres de la toponimia venezolana, como
ocurrió en 2007 con el Cerro Ávila, la montaña que domina Caracas, que en el
lenguaje oficial pasó a denominarse
Guaraira Repano, rescatando su
primitivo nombre indígena. También cambió la denominación del país, que con la
entrada en vigor de la
Constitución
de 1999, pasó a ser la República Bolivariana de Venezuela.
Al margen de lo anecdótico del caso, este suceso merece un par de
reflexiones. La primera, que si bien no hubo ningún decreto sobre el tema, la
opinión de
Chávez fue categórica: “Le cambio el nombre de Salto Angel…
Que nadie hable más del Salto Angel”. Y para llegar a tal decisión no se activó
ningún mecanismo de democracia participativa, no se convocó a ningún referéndum
para oír la voluntad popular. Tampoco se consultó a ninguna institución,
gubernamental, educativa o científica, para conocer sus puntos de vista. No. Con
la sola opinión y la sola voluntad de Chávez parece que es suficiente. Lo cual
convierte a Venezuela en el más claro ejemplo de democracia delegativa que se
conoce.
La sociedad colonial desaparece, no
deja ninguna impronta, y se establece un perfecto sincretismo entre la sociedad
indígena de ayer, convenientemente idealizada, y la revolución bolivariana de
hoy, también sacralizada
La segunda cuestión
tiene que ver con la
peculiar
interpretación del pasado histórico que maneja
Chávez. Parecería existir un hilo conductor que va del cacique
Guaicaipuro, y otros indígenas que se rebelaron contra el invasor
español,
que pasa por
Bolívar y otros héroes de la independencia, y termina en
el presente bolivariano del propio
Chávez. De este modo, la sociedad
colonial desaparece, no deja ninguna impronta, y se establece un perfecto
sincretismo entre la
sociedad indígena
de ayer, convenientemente idealizada, y la
revolución
bolivariana de hoy, también sacralizada. Porque, como señala el
comandante: “Eso [el salto] es nuestro, mucho antes que Angel llegara ahí. Eso
es propiedad indígena, nuestra, aborigen”.
Suena cuanto menos curioso el
intento chavista de reivindicar el componente indígena de la sociedad venezolana
y, también, de la revolución bolivariana. Por eso, hubiera sido interesante la
convocatoria de un referéndum para ver qué opinan los venezolanos no tanto del
cambio de nombre del salto, sino de la pretensión de su líder máximo, de su
caudillo supremo, de potenciar el componente indígena de su sociedad.