El libro contiene en su publicación española una introducción crítica, que
abarca desde el análisis estilístico hasta la cronología del autor, así como
datos históricos a tener en cuenta, realizada por Carlos Rubio, traductor
asimismo del texto. Amén de ser de una calidad, profundidad, amplitud, y
precisión que no resulta habitual, no se vuelve imprescindible a la hora de
comprender la narración. Ya que, con gran acierto, el traductor ha tenido a bien
conservar expresiones japonesas, algunas de difícil traducción al castellano, y
otras idiosincráticas, incluyendo aclaraciones comprensivas a pie de página.
Aunque, personalmente difiera, como es lógico desde una perspectiva personal, en
la valoración del peso concedido a los diversos elementos de la trama literaria,
sin embargo coincidimos en que la novela muestra el alcance que supuso la
apertura de la cultura japonesa al resto del mundo.
Esta es la segunda
edición, ya que fue publicada en 2003, sin apenas repercusión literaria en
España, donde la cultura del Sol Naciente, resulta lejana y desconocida. En
Japón fue publicada, en vida del autor, en 1914, justo al comienzo de la primera
guerra mundial europea.
Kokoro, según el diccionario, tiene una
amplía gama de acepciones que van desde “corazón”, “interior”, “espíritu”, hasta
“alma”, “voluntad”, “sensibilidad” y “sentimientos”. “Este término -según Carlos
Rubio traductor - representa la capacidad de ser afectado emocionalmente, la
concepción resultante y también el elemento cognitivo informante”. Y
exactamente, todo lo que tiene que ver con la capacidad de ser afectado
emocionalmente en positivo y en negativo, es el tema central de la novela.
Podríamos definirla como una novela íntima de intriga sobre el proceso de
maduración y acercamiento a la vida de un joven estudiante, a través los
secretos vitales de un hombre mayor, al que este llama “
sensei” (término
que alude a “sabiduría”, “maestría”). A esta relación dual se le suma la mujer
de
sensei, creando un triangulo de relaciones emocionales muy
significativas, ya que le permiten descubrir todo lo que significa el amor, a
este estudiante deseoso de adentrarse en la sabiduría de la vida.
Los personajes respiran una tensión
permanente entre la tradición e la ignorancia de la sociedad rural japonesa del
momento y la novedad y afectación emocional del nuevo japonés que se perfila con
la apertura hacia el mundo occidental
La
estructura dramática se desarrolla en tres partes con dos voces narrativas. En
las dos primeras partes domina la introspección del joven, el cual en primera
persona y a través del reflejo de sus reflexiones íntimas- absolutamente
novedoso dentro del estilo narrativo oriental- sobre los acontecimientos, nos
conduce retrospectivamente por sus vivencias internas. A través de estos
pensamientos vemos de la diferencia entre un orden tradicional de la cultura y
un nuevo orden más europeizado con el que mirar y valorar la vida. Un orden
donde el individuo cobra sentido propio (individualismo occidental) frente a la
filosofía budista, ideología dominante en Japón, en la que el individuo es una
parte del universo; posicionamientos vitales que los japoneses parecen haber
sabido compenetrar, y como dice la canción, “y no estar locos”…
En la
última parte, el joven queda relegado a la posición del propio lector, como
escucha de las confesiones de
sensei. Las revelaciones muestran duras
verdades de la vida como, que la confianza es un animal esquivo, y si media el
interés económico se vuelve huidizo. Y también, que el interés personal puede
movernos a realizar maniobras de cuyo alcance no podemos imaginar la gravedad.
La trascendencia de lo que hacemos puede volvérsenos como un
boomerang
dañando nuestra felicidad futura. Todo ser humano tiene un lado oscuro, una
historia sobre la que puede gravitar su personalidad y sus actos, que marca la
trayectoria de su vida.
Después de la revelación nada se vuelve a saber
del estudiante, ya que el autor deja a la inspiración del lector la perspectiva
de futuro de este. La brillantez del escritor se refleja, a mi parecer,
precisamente, en este final abierto que invita a la relectura. Y deja el regusto
de la elaboración mental de todos los guiños que va dejando a lo largo del
relato de las dos primeras partes. Podríamos decir que es una novela circular
que utiliza la retrospectiva para situarte al principio del libro, donde se
encuentra finalmente la madurez ansiada.
En cuanto al tratamiento de la
relación entre los dos personajes principales quisiera señalar lo difícil que
resulta la comprensión de la misma al principio a través de algunos pasajes de
la novela, dado que la relación entre hombres puede mostrar niveles de intimidad
más profundos que en occidente
La novela está
plagada de otros temas interesantes y sorprendentes, como es el paralelismo
comparativo que el joven realiza entre su padre y
sensei, cuyo proceso de
degradación ocupa toda la segunda parte de la novela. Una cosa es el padre que
nos toca vivir, y otra el padre que desearíamos, porque da respuesta a nuestras
dudas y angustias vitales. Los personajes respiran una tensión permanente entre
la tradición e la ignorancia de la sociedad rural japonesa del momento y la
novedad y afectación emocional del nuevo japonés que se perfila con la apertura
hacia el mundo occidental, hombre que sufre y se ve afectado por los vaivenes de
“
kokoro”, desapegado de lo material y mundano.
Los personajes
femeninos relevantes, la mujer de
sensei, la viuda, suegra de
sensei y la propia madre del estudiante están también dibujados de forma
polarizada. Por un lado, están las costumbres de la conducta tradicional
femenina que en la madre se vuelve estereotipada. Y por otro, están esas mujeres
con capacidad para organizar su vida y dirigirla con cierta independencia, en la
vida real. Esto puede parecer sorprendente para el momento histórico en el que
está escrita la novela; porque como señala
sensei “en este mundo las
mujeres son dignas de lástima (…) ya que no tienen a nadie en que confiar,
excepto en sus maridos”. Y resulta decepcionante que la iniciativa hacia la
total autonomía del mundo emocional
masculino no se ha culminado como
podría esperarse.
En cuanto al tratamiento de la relación entre los dos
personajes principales quisiera señalar lo difícil que resulta la comprensión de
la misma al principio a través de algunos pasajes de la novela, dado que la
relación entre hombres puede mostrar niveles de intimidad más profundos que en
occidente. E indudablemente es superior a la existente con las mujeres. El clima
de comunicación que se refleja, se muestra sorprendentemente íntimo, aludiendo a
deseos profundos de comunión con el otro. Y “sufro –dice- al verme tan apreciado
por ti –estudiante- pero sufro más pensando en la posible decepción del futuro.
Y le advierte que tiene que tener cuidado porque “el amor es un delito
”.
Este clima y la tradición cultural, si se tiene en cuenta que la literatura ha
reflejado a través de los siglos, como algo natural y no reprochable el impulso
amoroso entre hombres (1) puede inducir a pensar un vínculo cargado de deseo.
Además el hecho de que sea una persona mayor y un joven parece seguir las
características de la tendencia tradicional (2).
NOTAS:
(1) Historias glamorosas de amor viril
de Saikaku Itara traducido al inglés por Armand de Fluvia bajo el título de
Historias de amor entre Samurais. Se conoce
relaciones homosexuales entre bonzos desde la época medieval. Los religiosos
jesuitas se quejaban de la incapacidad que tenían de controlar e inhibir estas
relaciones a su llegada a Japón en el siglo XVII.
(2) Entre gobernantes y
samurais era muy habitual que los consejeros y ayudantes existiera una relación
sexual y amorosa. El teatro Nó ha mostrado infinidad de dramas de celos entre
jóvenes amantes.